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La CIA y el narcotráfico: La alianza oscura

Eran los años 80 y EE.UU. decidió aliarse con narcotraficantes para obtener dinero y armas que luego otorgarían a los ‘Contras’ nicaragüenses. La cuestionable política de doble moral trajo consigo el fortalecimiento de los carteles de droga colombianos y una mayor disponibilidad de sustancias prohibidas en las calles pobres de Los Ángeles.

Lexander Loaiza Figueroa @Lexloaiza

El pasado 31 de agosto el periodista Gary Webb, ganador del premio Pulitzer en dos oportunidades, hubiese cumplido 65 años. Pero su intensa vida no llegó a los 50, debido a que su cuerpo fue localizado al interior de su residencia de California el 17 de diciembre de 2004. Tenía 49.

Su notoriedad nacional e internacional la logró gracias a una profunda investigación suya que dejó al descubierto las conexiones entre la Central Intelligence Administration –CIA- y grupos de narcotraficantes que llevaban toneladas de drogas a territorio norteamericano y luego era distribuidas en los barrios pobres de Los Ángeles, habitados fundamentalmente por personas afrodescendientes y latinos.

Gary Webb fue el periodista que realizó la investigación que le valió reconocimiento, pero le costó la vida.

La droga era adquirida a los por entonces florecientes carteles de droga colombianos, que vendían a grupos aliados con las autoridades norteamericanas en Centroamérica. De allí era llevada en aviones hasta Estados Unidos.

La controversial política trajo dos consecuencias inmediatas: Las calles de los barrios pobres de la ciudad de Los Ángeles se convirtieron en verdaderos infiernos del consumo de drogas ante la amplia disponibilidad del producto, convirtiéndolo en un verdadero problema no solo de salud pública, sino de seguridad nacional.

La otra consecuencia fue que años de exportación masiva de drogas fortalecieron económicamente a los carteles colombianos, transformándolos en emporios siniestros que infiltraron la vida política, económica y social del país, y generando una guerra que costó cientos de miles de muertos y heridas profundas en una sociedad que aún lucha por cerrarlas.

Los antedecedentes

Era 1.979 y tras una larga lucha interna, el autodenominado Frente Sandinista de Liberación Nacional –Fsln- tomó el mando en Nicaragua, apoyado por el dictador cubano Fidel Castro y derrotando al sangriento mandatario Anastasio Somoza quien, junto a su familia, había conformado una especie de dinastía monárquica que se había mantenido en el poder de este país centroamericano durante décadas.

En plena era de la guerra fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética, la Casa Blanca no estaba dispuesta a tolerar otro régimen izquierdista en Latinoamérica, después de 20 años lidiando con la dictadura de los Castro en La Habana.

A principio de los años 80 Ronald Reagan estaba decidido a acabar con el avance del comunismo en Latinoamérica, a cualquier precio.

Ronald Reagan llega a la Oficina Oval en 1.981 y se encuentra con la presión de la opinión pública y sus aliados internacionales preocupados por el avance de la izquierda en Centroamérica, ya que en países como El Salvador, Honduras y Guatemala la situación también era muy inestable.

El ex actor de Hollywood, decidido a impedir el avance de la URSS en Latinoamérica, acudió al Congreso para solicitar apoyo financiero que respaldaría la lucha de los llamados ‘Contras’ nicaragüenses, el brazo armado de la CIA en esa nación para derrocar al nuevo régimen sandinista. No obstante, en el parlamento había más preocupación por la crisis de los rehenes de Irán que había comenzado desde 1.979 y la creciente recesión económica que azotaba a los norteamericanos y que de hecho, le había otorgado el triunfo presidencial a Reagan con su promesa electoral de rebajar los impuestos.

Reagan no se detuvo por la negativa del Congreso a financiar su campaña contra el sandinismo en Nicaragua. Había que buscar dinero y armas de otra fuente.

La investigación de Gary

Gary Webb había ingresado al periódico San José Mercury News en 1.988. Apenas dos años después en 1.990 obtuvo junto a su equipo de compañeros su primer Pulitzer por la cobertura detallada del terremoto que había azotado el área de la bahía de Los Ángeles el año anterior.

En 1994 también recibió reconocimiento por la Libre Asociación de la Prensa al publicar una serie de artículos sobre los abusos que cometía el estado de California en el decomiso de bienes provenientes del comercio ilícito de drogas. Su posición era que en algunos casos, se decomisaban suntuosos bienes sin que los sujetos de estas medidas hubiesen recibido sentencia alguna y si al final del juicio resultaban eximidos de responsabilidad, esos bienes no eran devueltos como debe ser en un Estado de derecho.

Fue precisamente esta óptica al abordar el tema, lo que lo puso en la mira del equipo de defensa del narcotraficante nicaragüense Rafael Cornejo, quien en 1.996 era procesado en la Corte Federal de San Francisco. Utilizando a su novia Coral Vacca, Cornejo contactó a Webb y le entregó documentos que mencionaban a un narco mayor, Danilo Blandón, como testigo de cargo.

Webb indaga con el fiscal del caso y éste al percatarse que la prensa sabe de la existencia de Danilo Blandón lo borra de la lista de testigos y seguidamente retira los cargos contra Cornejo. Al percibir que Blandón está recibiendo protección del Gobierno, Gary Webb profundiza en su investigación, revisando un cuantioso material que le entrega la novia de Cornejo y entrevistando a personajes como Ricky Ross (a) Freeway, un traficante de drogas de la costa oeste de EE.UU. quien en la década de los 80 había llegado a distribuir el equivalente a 25 millones de dólares en drogas por día. Para cuando entabló las entrevistas con Webb, ya la ‘sociedad’ con la CIA había acabado y su suerte había cambiado. Eran los 90’s y se encontraba preso. Su apodo ‘Freeway’ se debió a que durante su bonanza económica, había adquirido numerosas propiedades a lo largo de la autopista que va desde la bahía hasta Los Ángeles y sus colegas no acababan de entender cómo alguien que no hacía el menor esfuerzo por disimular su inexplicable fortuna, no era atrapado por las autoridades.

Celerino (Cele) Castillo fue un agente de la DEA destacado en El Salvador y Nicaragua por muchos años.

También habló con Chico Brown, socio de Ross y quien estaba al tanto de la distribución de la droga una vez colocada en Los Ángeles. Otra fuente de datos fue el ex agente de la DEA en El Salvador, quien durante sus misiones en Centroamérica, dijo ser testigo del tráfico de drogas por parte de agentes contrarrevolucionarios, que recibían el amparo de la CIA mientras cargaban avionetas en territorio nicaragüense de toneladas de cocaína que iba para los consumidores norteamericanos de bajos recursos.

Lo que descubrió Gary Webb fue que desde principios de la década de los 80’s, la CIA reclutó a varios agentes nicaragüenses y cubanos para comprarle drogas a los carteles colombianos. Toda esta operación era llevada a cabo por los ‘Contras’, grupo antisandinista que utilizaba los recursos obtenidos de este comercio ilegal para atentar contra el sandinismo.

Solo Rafael Cornejo, el narco de poca monta que había contactado a Webb durante su juicio, decía poseer evidencia de haber transportado más de cuatro toneladas de cocaína bajo la anuencia del gobierno norteamericano.

Presionado por el escándalo, Bill Clinton solicitó una investigación en 1.996 que confirmó las denuncias de Webb.

En agosto de 1996 Webb publicó el resultado de su investigación en la página web del periódico para el que trabajaba, desatando un escándalo sin precedentes y obligando a que la administración de Bill Clinton ordenara una investigación que dos años después concluyó: La CIA había “colaborado” con los Contras nicaragüenses y con narcos conocidos para llevar drogas a territorio norteamericano.

Paralelamente, Webb fue atacado desde los periódicos de la competencia, como Los Ángeles Times, The Washington Post que trataron de desacreditar el trabajo de investigación del reportero. La presión fue tal que Gary Webb no solo fue despedido del Mercury donde laboraba, sino que jamás volvió a conseguir trabajo en otro medio importante.

Fue entonces cuando decidió publicar el libro que en 1998 se llamó The Dark Alliance, que se convirtió rápidamente en un best sellers.

Webb siguió trabajando en su investigación y había anunciado más revelaciones. El escándalo lo había convertido en un paria en los medios locales, también había perdido su matrimonio y se tuvo que alejar de sus hijos debido a las amenazas de muerte que decía estar recibiendo.

El 17 de diciembre de 2004 fue hallado muerto en su residencia de Carmichael por unos agentes de mudanzas que encontraron en la puerta un aviso de advertencia en el que se les pedía llamar a la policía. Aunque el cuerpo presentó dos heridas de bala de escopeta en la cara, sorpresivamente el caso fue tratado como un suicidio. Ronald Reagan, presidente de Estados Unidos entre 1981 y 1989, años durante los cuales la CIA realizó estas operaciones, había muerto seis meses antes.

Más preguntas que respuestas

Aunque el libro de Gary Webb muestra una investigación redonda, la reacción del status quo de EE.UU. y otros países involucrados deja más preguntas que respuestas.

La bomba en la sede del DAS en 1989 fue una muestra del poder que habían alcanzado los carteles en Colombia durante esa década.

No solo las extrañas circunstancias de la muerte del periodista, sino el verdadero papel que jugaron las administraciones de Reagan y George W. Bush durante las cuales se ejecutaron estas operaciones. En octubre de 1982, Reagan pronunció un discurso ante el Congreso y dijo “las drogas amenazan a nuestra sociedad amenazan nuestros valores y socavan nuestras instituciones”. Mientras él decía esto, en las calles del centro y del sur de Los Ángeles abundaba la cocaína de los ‘Contras’ nicaragüenses traída con el aval de la CIA.

Otra de las controversiales aristas de la indagatoria de Webb, es que la droga era traída por los narcos bajo la mirada complaciente las autoridades, pero con la condición que la misma fuera distribuida en comunidades mayoritariamente habitadas por latinos y afrodescencientes. Es decir, nada para las comunidades fundamentalmente blancas de Rodeo Drive, las costas de Malibú o las colinas de Beverly Hills. En otras palabras, la cuestionable operación tendría en territorio norteamericano un matiz racista y clasista.

Los ‘Contras’ nicaraguenses fue un grupo estructurado para sacar del poder a los sandinistas, aupados por la dictadura de Fidel Castro.

Y luego está el papel jugado por los gobiernos de Colombia en la década de los 80 y principios de los 90. Mientras libraban la más dura batalla contra el imperio del narcotráfico, éste se surtía de los dólares frescos que llegaban por montones producto de las operaciones que hacían con los intermediarios centroamericanos. Porque en Colombia eso significó muertos, secuestros y terrorismo, en una guerra cuyas consecuencias aún se están pagando. Ante la colosal dimensión de la operación ¿Nunca supieron nuestros organismos de inteligencia lo que estaba ocurriendo con la droga que salía de Colombia?

 

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Es comunicador social con especialización en el área audiovisual egresado de la Universidad del Zulia (Venezuela). De amplia trayectoria, ha tutelado equipos de periodismo en medios impresos, radiales y televisivos. También ha trabajado para instituciones públicas y privadas ejerciendo periodismo institucional facilitando los flujos de comunicación a nivel interno y con el entorno. A nivel de Periodismo Digital ha ganado valiosa experiencia como generador de contenidos para diversos portales y como Copy Producer para promociones televisivas y usuarios de redes sociales en calidad de Community Manager.
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