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José Eustasio Rivera o la caída en la historia

Ensayos de Jorge Guebely Por Óscar Pantoja

William Faulkner dice que la literatura es como un fósforo que se prende en medio de la noche. La llama apenas alumbra nada, pero permite ver cuánta oscuridad hay alrededor. Eso hizo José Eustasio Rivera en 1924, prendió un fósforo en medio de la selva y nos mostró toda la oscuridad, horror, genocidio, explotación y extracción que había alrededor. Y su visión nos llega hasta hoy. A los cien años de la escritura de la novela, de la crítica absurda que se le hizo en la capital, del olvido en el que se mantuvo, se hace justicia literaria y artística con las celebraciones, reimpresiones y estudios sobre su obra. Y este estudio que estoy presentando del escritor y pintor Jorge Guebely Ortega titulado JOSÉ EUSTASIO RIVERA O LA CAÍDA EN LA HISTORIA, es desde mi lectura y punto de vista uno de los más hondos que este siglo de homenajes está dejando.

En nueve ensayos que conforman el libro, con temas poco explorados en otros textos, Guebely nos lleva de la mano a esa oscuridad que vio Rivera y extiende, con el fósforo, la comprensión de la obra, del autor, del lugar donde nació, del momento en el mundo en el que vivió, del corazón humano de la época, en fin.

Una profundización necesaria y enriquecedora que proporciona nuevas y fascinantes lecturas que surgen de La Vorágine. Leyendo los ensayos nos damos cuenta de que Rivera sí supo leer el mundo de su tiempo. Y más que eso, supo entender el arte de la novela, de la vida, el pensamiento moderno. Los ensayos nos dicen que pensamiento, arte, novela, lo visible se unen y cobran vida en un humanista estético. Repito, esta es una de las lecturas y aportes más profundos que he leído sobre Rivera y su Vorágine.

Hay una palabra que me aterra pero me encanta a la vez y que se repite en varios de los ensayos: CAIDA. Este libro es eso, una caída inmensa que profundiza en ese camino de descenso, bajando las escaleras, los socavones, hasta llegar a la profundidad total, lo más alejado de la superficialidad, y allá abajo nos muestra el orden de un autor maravilloso. Es como un Rivera que desciende con el escritor Guebely a ver y decirle lo que el poeta autor hizo. Entendemos que su Vorágine es ilimitada, que Rivera hizo por el país y por el arte algo monumental, atemporal e impagable. No quiero adelantar ninguno de los ensayos para que se lean con el asombro con el que lo hice, tampoco quiero extenderme mucho para exagerar en algo que no requiere que se exagere. Solo decir que este libro es igualmente el más honesto en términos de justicia literaria que se pueda encontrar con respecto a Rivera y su Vorágine, y que el escritor Guebely preparó durante toda su vida para entregarnos y dejarnos ver otra forma de releer La Vorágine.

Guebely dio con las huellas digitales, el alma, el alimento de Rivera. Nos deja ver ese mundo que Rivera vio más allá de la mezquindad y ambición que le tocó soportar. Nos deja ver cómo Rivera vivió la selva, los ríos, los árboles, los animales, los indígenas. Cómo conversó con la naturaleza. Cómo conversó y le vio la cara a la oscuridad y nos la dio.

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