Por: Francisco Figueroa Turcios
John Jairo Rivas Vásquez, cuando vivía en Maracaibo (Venezuela), siempre le pedía al niño Dios que en diciembre le regalara un balón, porque su sueño era ser futbolista como su ídolo Cristiano Ronaldo.
De acuerdo a las cifras de Migración Colombia, en el año 2023 ingresaron 2.894.592 venezolanos a Colombia que abandonaron su país por la grave crisis económica y humanitaria. Desglosando la cifra total de personas provenientes de Venezuela, en el departamento del Atlántico se concentraron 175.265, de los cuales 112.895 están radicados en Barranquilla.
La migración de venezolanos a Colombia continúa: como muestra un botón, hace tres meses John Jairo Rivas se radicó en Barranquilla, ciudad del Caribe colombiano.
John Jairo vive con Robinson Suárez Pérez , quien lo adoptó desde el mismo día que nació porque su madre se lo ‘regaló’. Robinson, funge el papel de padre y madre en el caso de John Jairo.
Ellos viven en el sector denominado ‘Las Tablitas’, un tugurio de casuchas de tablas aledaño al emblemático monumento en homenaje al club profesional de fútbol Junior de Barranquilla, ‘La Ventana de los Campeones’.
Las paredes de las casas están construidas con tablas que reciclan, las ventanas están fabricadas con pedazos de cartones. Los habitantes de las ´Tablitas´ decidieron pintar las casas de color azul celeste para disimular la pobreza. La casa donde viven John Jairo y Robinson deben compartirla con cinco familias venezolanas. Cada familia debe pagar 300 mil pesos mensuales por utilizar cada habitación.
John Jairo y su padre reciclan plásticos, vidrios, cartones, para conseguir el sustento diario. Recorren las calles de algunos barrios del norte de Barranquilla, como Villa Carolina, los martes, jueves y viernes. Es decir, son los tres días que la empresa Triple AAA pasa con sus camiones a recoger la basura.
John Jairo y Robinson, al desplazarse del sector de ´Las Tablitas´, ubicado en el sur oriente al norte de la Capital del Atlántico, deben caminar más de dos horas empujando la carretilla donde acumulan el material que reciclan. El proceso de recolección dura todo el día, donde deben desafiar la inclemencia del fuerte calor que muchas veces la temperatura pasa los 40 grados a la sombra.
«Mi papá y yo estamos acostumbrados a caminar durante muchas horas, esa experiencia la vivimos cuando tuvimos que caminar miles de kilómetros para realizar la travesía por la áspera trocha -sendero ilegal- para evitar pasar por Paraguachón, que es el puesto de control migratorio limite en el territorio Venezolano y Colombiano.
En la travesía fue más fuerte, que la labor de reciclaje que hacemos a diario aquí en Barranquilla. En la travesía, debimos afrontar los peligros de los atracos, la persecución de la guardia venezolana. La Guardia. le quitan a la gente el dinero, los documentos y en muchas ocasiones la ropa, nosotros fuimos testigo de esos atropellos a nuestros compatriotas » revela John Jairo Rivas, quien en su relato se le escapó más de una lagrima por la nostalgia de dejar a sus amigos de infancia.
John Jairo y Robinson no les importó cuantos kilómetros tuvieron que caminar por una de las 180 trochas para emigrar de Venezuela para Colombia, no hay distancia suficiente para alejarse del colapso económico y social, obvio que al llegar a territorio colombiano les toca afrontar una lucha en las calles por la disputa de material reciclable por cuando son cientos de personas que viven de esta labor.
El material que recogen van a venderlo al Centro de la ciudad, pero a duras penas el dinero que reciben les alcanza para pagar el arriendo y comprar algunos alimentos para medio comer.
“En Venezuela no es tan común reciclar, en Maracaibo tenía un taller de arreglar electrodomésticos, pero aquí en Barranquilla no tuve otra opción que acudir al reciclaje para poder vivir con mi hijo John Jairo.
No pierdo la esperanza de regresar a Venezuela, cuando se termine la dictadura que comenzó con Hugo Chávez y mantiene Nicolás Maduro, que han llevado al país a una grave situación económica y social, donde millones de venezolanos tuvimos que emigrar para buscar un mejor futuro ”, relata Robinson Suárez sobre su labor en Colombia.
La cifra de niños recicladores como John Jairo cada día aumenta en Colombia. Las crueles estadísticas están a la orden del día: hasta el año 2023, el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible estimaba que 35.500 personas se dedicaban a este oficio y de esa cifra se estima que unos 250 niños reciclan en vez de estar en un aula de clase.
John Jairo, no sabe leer. Las veces que se encuentra un libro en su labor de reciclaje se dedica a observar detenidamente los dibujos. «Confío en entrar a un colegio para aprender a leer. Me da tristeza cuando me encuentro un libro y no puedo leerlo, sólo me quedo mirando los dibujos. Estoy coleccionado todos los libros que me encuentro en el reciclaje para el día en que sepa leer » confiesa John Jairo sobre su aspiración de ingresar a una aula de clase.
En la Capital del Atlántico la cifra de niños recogiendo desechos aprovechables y trabajando en los semáforos limpiando vidrios a los vehículos aumenta cada día más por lo que el Instituto de Bienestar Familiar alertó a las autoridades del Distrito de Barranquilla para estableciera estrategias para frenar este fenómeno social.
«El reciclaje es un hecho que priva al niño de su real desarrollo infantil o juvenil, le bloquea su potencial y su dignidad, además de efectos en su bienestar familiar, físico y psicológico. Los infantes, como el caso de John Jairo, independientemente a la nacionalidad, están llamados como población a hacer parte de la comunidad académica, recreativa y lógica pero no laboral» sostiene Guillermo Mejía, sociólogo catedrático de la Universidad Autónoma del Caribe.
En ese trasegar en el mundo del reciclaje, John Jairo, se acercó a la reja de Marlon Rivera, residente en el barrio Villa Carolina, a pedirle envases de plásticos o cartones.
Era 21 de diciembre, próximo a la Navidad. Entonces, de manera muy tímida, aprovechó, mientras recibía el material reciclable, para dar las gracias y decir que por su sector no pasaba el niño Dios, o Santa Claus, con regalos y le gustaría tener un balón para jugar fútbol. Esa petición conmovió al vecino, Daniel y le prometió que le tendría su regalo a la víspera de Navidad.
John Jairo casi no pudo dormir de la emoción. Estaba fantaseando con lo que le regalaría ese Papá Noel de carne y hueso. Él aprovecharía el balón nuevo para afinar sus condiciones futbolera para hacer goles como Ronaldo.
John Jairo practica el fútbol con un viejo balón que se encontró en una de las bolsas de basura cuando buscaba objetos para reciclar. En las pausas que hacen John Jairo y su papá para descansar de las largas jornadas de reciclaje, el niño venezolano, toma el balón en cualquier calle de Barranquilla para ejercitar sus habilidades futboleras… las condiciones en que se encuentra el balón es lo que menos le importa para John Jairo para practicar el deporte que le apasiona: el fútbol.
Dos días después- es decir el 23 de diciembre- John Jairo, se acercó de nuevo a la reja de la vivienda de Marlon Rivera. Eran las dos de la tarde de ese sábado. El sol era inclemente. Tenía ansiedad y sus ojitos hablaron por él. Se aferró a la delgada columna de aluminio y se asomó. Esperaba impaciente que la promesa se hiciera realidad. De pronto vio que abrió la puerta de la casa y salir Marlon con una bolsa de regalo. Sus ojos se aguaron y su corazoncito empezó a palpitar más rápido.
Cuando John Jairo abrió la bolsa de regalo y se percató que estaba el balón no pudo ocultar su felicidad. «Soñaba con tener un balón. Pensé que era difícil de cumplir esa meta. Quiero ser futbolista como mi ídolo Cristiano Ronaldo para ayudar a los niños pobres de Las Tablitas en Colombia y de Maracaibo en Venezuela. Mi sueño es jugar en el Real Madrid, como lo hizo mi ídolo.», expresó John Jairo, quien no ocultó la emoción al recibir el balón.
John Jairo quien practica el fútbol con sus amigos en las calles polvorientas del sector ´Las Tablitas´ con los pies descalzo muestra destellos de las mismas características de Cristiano Ronaldo, un jugador dinámico y veloz. A diferencia de Ronaldo, John Jairo es zurdo, pero maneja con igual destreza la derecha. John Jairo y Cristiano juegan la misma posición: delantero.
«Así como John Jairo cumplió su deseo de tener un balón en sus manos para continuar soñando con ser un futbolista, es necesario que logre urgentemente su aspiración de ingresar a una institución educativa y aprender a leer.
A este niño la situación de desplazamiento y necesidad de trabajar a su corta edad, han hecho que su derecho a la educación haya sido vulnerado, así como muchos derechos más, necesarios para enaltecer su dignidad humana y garantizar una mejor calidad de vida, en medio de la precaria realidad en la que está inmerso.
Mientras, John Jairo, lleno de sueños no ingrese a estudiar, su proceso de aprendizaje va a estar cada vez en desventaja, porque sus procesos cognitivos pueden verse comprometidos por falta de estimulación debido a una deprivación escolar. Emerge la necesidad de que John Jairo, pase rápido la página del reciclaje y tenga la oportunidad de iniciar su escolarización, porque deporte y educación deben ir de la mano» destacó Clara Anaya Pérez, licenciada en Educación Especial (Corporación Universitaria Iberoamericana). Especialista en gerencia educativa (Universidad de la Sabana).
John Jairo, al recibir el balón, recordaba que su ídolo portugués no tuvo una niñez fácil, así como la de él. Ronaldo junto a Fabio Paim, compañero en la academia del Sporting de Portugal, rebuscaban, sobras de hamburguesas de McDonald’s para poder comer.
«Cuando jugábamos en el Sporting y vivíamos en la academia, estábamos hospedados en el estadio. Por la noche íbamos a McDonald’s a recoger las hamburguesas que ya nadie quería y que no estaban buenas para vender. Estábamos allí todas las noches para coger las hamburguesas, comíamos las sobras que iban a tirar», confesó Fabio Paim al Diario The Sun.
En el programa Good Morning Britain, Cristiano Ronaldo certificó las declaraciones de Fabio Paim, que cuando era un niño iba a un McDonald´s a pedir hamburguesas junto con su compañero. » Tenía 12 años y no tenia dinero. Además vivía con otros jugadores de mi edad, entre ellos Fabio Paim. Recuerdo que había un Mc Donald´s cerca del estadio donde vivíamos, pedíamos las hamburguesas que sobraban y una señora llamada Edna y otras dos chicas siempre nos daban algunas» revelo Cristiano Ronaldo sobre ese detalle desconocido de su vida.
John Jairo tiene la misma edad que el futbolista portugués cuando iba a un McDonald´s a pedir hamburguesas. John Jairo rebusca con su padre, Robinson, las sobras de comida para poder alimentarse o a veces cuenta con la suerte de tener que alimentarse gracias a la generosidad de los empleados del restaurante Punto Loco en el barrio Villa Carolina.
Así como Cristiano Ronaldo encontró en Edna, la empleada de MacDonald´s su cómplice que le regalaba las hamburguesas que eran descartadas para vender, John Jairo tiene en Bertilda Ahumada el ángel que le regala comida del restaurante Punto Loco.
«Siempre que tengo la oportunidad de guardarle comida a John Jairo con mucho amor se la regalo. La comida se la doy a escondida de Alex, propietario del restaurante. Yo veo en John Jairo a mi hijo Miguel Ángel, quien tiene la misma edad de él. El Corazón se me arruga cuando veo a John Jairo reciclando al lado de su padre adoptivo. A mi me toca trabajar porque me corresponde hacer el papel de madre y padre para sacar adelante a mi único hijo.» anota Bertilda Ahumada.
A John Jairo por ahora se le cumplió el sueño de tener un balón…»Ahora emprenderemos la campaña para comprarle los guayos, uniforme y buscarle una escuela de fútbol donde los profesores puedan pulir este diamante en bruto», señalo Marlon Rivera, el vecino benefactor.
«El sueño de muchos niños es ser futbolista y acercarse a la gloria de muchos de sus ídolos. En el caso de John Jairo antes que querer lograr lo que Cristiano Ronaldo existía el «sueño» de tener un balón. Tener un balón no debería ser el sueño de nadie; es algo que debería estar al alcance de todos…
Pues, si algo tiene el fútbol es un carácter masivo y hasta democrático. En el caso de John Jairo el fútbol, al menos en la Barranquilla, que hoy por hoy es su hogar se tornó algo lejano. Sin embargo el balón sigue cumpliendo con su función primaria, de ser un vínculo con lo lúdico. Y para este niño venezolano se constituye como un vínculo con su infancia, que sobrevive a su cotidianidad. La calle y los desechos no despojan a John Jairo de su infancia. Por eso atesora ese balón, garante de su inocencia» destaca Erick Cantillo Lastre-Psicólogo Universidad Metropolitana, especialista en el campo deportivo.
Cristiano Ronaldo es más que un futbolista, su vida es una inspiración para todos los niños como el caso de John Jairo que sueñan con superar las adversidades y alcanzar el éxito. Ronaldo de una niñez en la pobreza paso a convertirse en una leyenda mundial, su historia es un recordatorio de que nunca hay que dejar de luchar por nuestros sueños.
La historia de John Jairo encarna la situación de pobreza absoluta de muchos niños en el mundo y un balón de fútbol podría ser el vehículo para vencer la pobreza así como lo hizo Cristiano Ronaldo.