Por Jorge Guebely
Bendita su silenciosa música, me transportó de nuevo al poemario “Mi último refugio”, del poeta y periodista barranquillero Jorge Mario Sarmiento Figueroa. Bello texto, exquisito. Hermosamente ilustrado por Turcios con surrealistas y poéticas imágenes.
Me llevó también a mi opinión inicial del libro, transcrita en sus páginas interiores. Hoy la comparto con poetas de otras regiones:
“Interesante el poemario “Mi último refugio” compuesto por Jorge Mario Sarmiento Figueroa. Al principio, los versos presentan un lado oscuro, un rostro reservado y profundo, un microcosmos al que hay que desentrañar. Pero una vez logrado la comunicación entre el Poeta y el Lector; los poemas revelan un mundo transparente, natural, incluso, Caribe.
Sin ningún sentimentalismo, ni siquiera cuando habla del dolor, expresa una realidad en permanente transición. Un mundo en permanente descomposición, pero en permanente reconstrucción; una diminuta gota de eternidad. Morirse cada día de risa, meditando y de dolor en el cuerpo.
Un universo percibido únicamente con las herramientas de la observación, con la afinación de los sentidos físicos y, después, con los espirituales. Escucharlo todo, morir un poco con el otro. Muerte sin signos fatales, ni trágicos, la existencia está poblada de señales procedentes de la vida.
Una madre aconseja al hijo guardar el canto del carrao … aunque no sepamos la respuesta. La música se yergue como otra señal de vida. El hermano le confiesa: La música me ayuda a sacar los pesos del alma.
Quizás lo único importante en la vida es: Afinar la vida / Escoltado por jengibre, por sábila, por poetas y pintores.Resulta vital y reconfortante caerse de placer de un caballo porque … el abismo es caerse de la vida. Superar la condición de hombre dormido porque La vida es, aun cuando todo esté muriendo. En síntesis, un poemario que reconforta el milagro de vivir”.
Me llevó también el silencio nocturno a Carlos Drummond de Andrade, el poeta brasilero. A sus consejos de poeta para escribir poemas. No escribas jamás sobre los pensamientos, son fugaces y suelen ser ajenos. Tampoco sobre los sentimientos, tan fugaces y ajenos como los pensamientos. Con frecuencia, una ideología piensa por ti y un ego siente por ti. Dos alienantes artificios incrustados en la consciencia. Escribe con los sentidos encendidos en libertad para ver con los ojos de la nariz y husmear el mundo a través de la intuición.
“El tiempo es mi materia, el tiempo presente, los hombres presentes, la vida presente” afirmaba el brasilero. Solo en el instante vivo, eterno presente, puedes percibir lo invisible de lo visible. De ese principio son los versos de este barranquillero.