Algunas personas no pueden evitar hacer un poco de ruido durante un entrenamiento arduo. Es posible que sirva de algo.
Por Erik Vance
Hace poco fui a escalar en Vedauwoo, un tranquilo parque del sur de Wyoming. A primera hora de la mañana, el desierto estaba en calma con una brisa que se movía con suavidad entre los árboles.
Sin embargo, esa tranquilidad no duró mucho.
Durante aproximadamente una hora gruñí, rugí, maldije y gemí por una ancha grieta que parecía decidida a expulsarme. En un momento, encontré un nuevo ruido, algo a medio camino entre el gruñido, el grito y el llanto.
Jadeando en la cima, ante la mirada de excursionistas curiosos, me pregunté si mis conmociones vocales eran remotamente útiles.
Todos hemos oído a esos tipos —y suelen ser tipos— del gimnasio que emiten sonidos cada vez que levantan una barra.
¿Esos ruidos sirven de algo a la hora de mejorar el rendimiento? ¿O todo está en nuestra cabeza?
Beneficios fisiológicos
No es de extrañar que la investigación sobre los gritos atléticos sea escasa. Algunos estudios limitados han sugerido que mejora la fuerza, la potencia de golpeo y el uso de oxígeno pero los investigadores no están seguros de cómo funciona exactamente.
La mayoría de los beneficios están menos relacionados con el sonido real y más con la forma en que respiramos justo antes de emitirlo, dijo Mary J. Sandage, profesora de habla y lenguaje en la Universidad de Auburn, quien estudia las actividades físicas extremas y el habla.
Sandage dijo que existen estudios que han revelado que algunas personas a quienes se les ha extirpado la laringe, y por lo tanto ya no pueden atrapar el aire en sus pulmones, tienen problemas para levantar objetos pesados.
Esto sugiere que parte de nuestra fuerza puede provenir de algo conocido como la maniobra de Valsalva, en la que se ejerce presión sobre los pulmones pero se cierra la garganta (piensa en el acto de pujar durante una evacuación intestinal).
“Lo hacemos para producir fuerza. Tenemos que atrapar el aire así para levantar, para empujar”, dijo Sandage.
Crear presión interna en el tronco de esta manera puede reforzar la columna vertebral y permitir producir un poco más de fuerza. El gruñido es como una válvula de escape para esa presión. Sandage dijo que es probable que los beneficios de los gruñidos solo se apliquen a los esfuerzos breves, como levantar peso o golpear una pelota de tenis.
Los beneficios psicológicos
Existe, por supuesto, otra explicación de por qué gruñir puede ser útil: es probable que, sobre todo, sea mental.
“Yo lo veo también como una manera de centrar la atención”, dijo Sarah Ullrich-French, psicóloga deportiva de la Universidad Estatal de Washington. “Como una liberación y canalización emocional”.
Gritar no es la única manera de hacerlo. Algunos prefieren la respiración consciente, dijo, mientras que otros pueden enfocar sus ojos en un punto fijo, pero la idea es encontrar una zona mental en la que el rendimiento se experimente de manera más fácil. También dijo que las técnicas de concentración pueden lograr que uno se sienta más en sintonía con su cuerpo y aumentar los beneficios del ejercicio para la salud mental.
Por ejemplo, en las artes marciales japonesas los atletas utilizan tanto la meditación como las vocales cortas y gritadas, llamadas kiais, para concentrar su energía. Hacer ruido también puede ayudar a establecer un ritmo porque solemos gruñir en los momentos de mayor esfuerzo, dijo Scott Sinnett, psicólogo cognitivo de la Universidad de Hawái, Manoa, quien ha estudiado la vocalización en los deportes de competición.
Sandage coincidió en que los beneficios eran tanto psicológicos como fisiológicos. Y los distintos tipos de ruidos pueden servir para fines diferentes.
En Wyoming, por ejemplo, las conversaciones conmigo mismo y los gritos que emitía mientras colgaba de la cuerda eran probablemente más psicológicos. Los aullidos y los gruñidos mientras tiraba de una roca pueden haber reforzado mi núcleo y ayudado a tener un poco más de fuerza. Sin embargo, la retahíla de palabrotas que pronuncié después de fracasar fue probablemente un aliento inútil.
Temas sociales
Tanto si hacer ruido mejora tu rendimiento como si no, lo cierto es que afecta a la gente que te rodea. Un buen gruñido puede cambiar la forma en que tu oponente de tenis calibra tu saque al enmascarar el sonido del golpe.
“Si no puedes oír el sonido de la pelota, su efecto y su peso, eso te afectará”, dijo Marjorie Blackwood, tres veces campeona canadiense de tenis, quien ha pasado los últimos 40 años entrenando y trabajando en este deporte.
Sinnett añadió que, para un jugador novato, el hecho de que alguien gruña puede ser una distracción.
Aunque esos mismos gruñidos y lamentos en el gimnasio también pueden distraer a tu vecino, no deberías detenerte la próxima vez que quieras exprimir esa última pizca de potencia, dijo Sandage. Señaló que existe un estigma en torno a las personas, especialmente las mujeres, que hacen ruidos fuertes cuando se ejercitan. Anima a la gente a utilizar cualquier herramienta que tengan a su disposición.
Pero si realmente no te gusta, Sinnett dijo que una exhalación fuerte y rápida puede ser tan eficaz como un gruñido. Él mismo es un gruñón crónico, aunque está trabajando para reducirlo en la cancha de tenis.
“La gente me ha dicho que lo oye”, dijo. “Y yo digo: ‘Hombre, no quiero ser el gruñón de ahí fuera’”.
Blackwood dijo que está bien hacer un poco de ruido, pero que no hay que volverse loco, ya sea en la cancha, en el gimnasio o en un tranquilo bosque nacional.
“Ruiditos”, dijo.
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Erik Vance es editor en la sección Well, donde cubre sobre todo temas relacionados con la condición física y un estilo de vida saludable.