Lo que está en juego es el punto de quiebre y la suerte de Santos. 2.300 candidatos en la lucha.
Por Rafael Sarmiento Coley – Director
Los colombianos, según coinciden politólogos y los principales columnistas del país, están hasta la coronilla de la palabreja ‘parapolítica’ y quieren que ese fantasma quede en el pasado y que las elecciones de este domingo sean el punto de quiebre.
Ese sería el ideal. Que en ningún rincón del país sea elegido un Senador o Representante a la Cámara vinculado a esos grupos ilegales que en el reciente pasado le hicieron tanto daño a la democracia y al desarrollo del país.
La Costa Caribe fue la más golpeada por esa desgracia. La mitad de su representación en el Congreso terminó en la Picota, mientras que en otras regiones, que tuvieron más que ver con el manejo de la parapolítica (caso Antioquia y Bogotá, por ejemplo), el escarnio fue menor. Por ahí tiraron la cortina de humo con un Mario Uribe, el difunto Humberto Gómez Gallo y recientemente con el triste «rey de los contratos» en Bogotá, Emilio Tapias. Los «peces gordos» siguen haciendo de las suyas. Viven como reyes en Bogotá y siguen siendo protagonistas de la política nacional.
En este debate dominical colombiano hay en el escenario grupos políticos y candidatos nuevos. Ojalá triunfen, para que haya el necesario relevo generacional en el Capitolio. Para que, en verdad, se ejerza el control político y no se permita el desmadre que hubo en recientes épocas indeseables en que un caudillo y su sanedrín se beneficiaron del carrusel de contratos, de los contratos de los Nule y hasta de las pirámides como la David Murcia Guzmán, quien como se sabe, aportó dinero y logística para una de las marrullerías de ese pasado vergonzante de la política colombiana.
De todo ello, muchos están en las cárceles de Colombia y Estados Unidos. Otros se mantienen como protagonistas de primer orden de la política nacional y hasta en los ministerios, después de haber sido los que llevaron a Murcia a la Casa de Nariño.
El cuerpo a cuerpo
Para el futuro del país, la de este domingo es una elección crucial. Si los movimientos y partidos adeptos de Santos logran las mayorías en Senado y Cámara, estaría garantizada su elección para que culmine su plan de desarrollo económico y las obras vitales para esa tarea, y el apoyo al proceso de paz en marcha con las Farc.
Ese es un tema importante. Colombia requiere que, por fin, las Farc entiendan que no tienen futuro con las armas, porque cada día estarán más inmersas en el tráfico de drogas y serán perseguidas a muerte por las fuerzas militares colombianas con la ayuda irrestricta de Estados Unidos, que no quiere más coca en las calles de Nueva York o San Francisco.
En cambio, si ganan los opositores de Santos –principal contradictor su exmentor político Álvaro Uribe—el panorama político nacional sería confuso. Porque no hay que olvidar que Uribe rechaza todo lo que viene haciendo Santos. Es enemigo del proceso con las Farc y su caballito de batalla es lo que pasó en el Caguán. No está de acuerdo con los acercamientos que ha realizado Santos con los vecinos con quienes Uribe vivía en peleas: Maduro (reemplazo del difunto Hugo Chávez) y Rafael Correa, el mandatario ecuatoriano.
El Centro Democrático, el movimiento de Uribe, inscribió una lista cerrada. Sus simpatizantes votan marcando el logo del partido. Lo mismo que el Movimiento Mira.
La verdad es que se trata de unas elecciones cruciales, en donde es posible, si se impone la sensatez del ciudadano, que movimientos indeseables, manejados por personajes despreciables, desaparezcan del panorama político. Lo mismo que ciertos candidatos pintorescos de quienes se dicen tantas cosas que es mejor ni mencionarlos, y más bien dejar que entre el diablo y escoja.
Candidatos que echaron a la calle a mujer e hijos para hipotecar la casa y comprar votos. Candidatos que se iban a las corralejas a poner publicidad en los instrumentos de las bandas musicales y hasta en las nalgas de los toros (por cierto que uno de esos candidatos no pudo seguir porque la Corte Suprema lo llamó a responder por sus presuntos vínculos con los ‘paras’).
260 mil soldados y policía vigilan
Desde las últimas 24 horas y hasta los próximos días unos 260 mil miembros de las Fuerzas Militares y de Policía cuidarán las elecciones legislativas de este domingo, declaró a la agencia EFE el ministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón.
Según Pinzón, con ese dispositivo de seguridad «se asegurará el 99,5 por ciento de los puestos de votación y el 99,93 por ciento de las mesas» dispuestas por la autoridad electoral.
Más de 32,7 millones de colombianos están llamados a las urnas este domingo para elegir a los 102 miembros del Senado, los 166 de la Cámara de Representantes y las cinco sillas del país en el Parlamento Andino, así como al candidato a la presidencia por la Alianza Verde en una consulta interna.
Pinzón resaltó que para la contienda electoral del domingo se aumentó en un 23 % el número de militares y policías que prestarán seguridad en estos comicios con relación a las elecciones de 2010.
De momento, dijo Pinzón, ya están en funciones 100.757 uniformados del Ejército, la Armada Nacional y la Fuerza Aérea Colombiana (FAC).
Adicionalmente, la Policía dispondrá de 165.833 hombres para vigilar las áreas urbanas donde la Registraduría Nacional del Estado Civil, responsable de organizar las elecciones en Colombia, instalará este domingo los puestos y mesas de votación.
Dijo además que desde el inicio de esta semana los organismos de seguridad cuidan que el material electoral llegue a todo el territorio para que la ciudadanía pueda escoger libremente a los candidatos que integrarán a partir del próximo 20 de julio el Congreso Nacional.
La iniciativa pretende, además de realizar labores de inteligencia y control territorial, brindar seguridad a los electores, a los jurados de votación y a los más de 2.300 candidatos y sedes políticas.