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El transporte urbano de pasajeros, de mal en peor

Ahora es cuando se viene a saber la verdad: que fue un embeleco el Gobierno de turno hace 8 años.

Escrito por Rafael Sarmiento Coley Director – lachachara@gmail.com

Como siempre, en Colombia todas las cosas se conocen tarde. Hasta la verdad.

Ayer, durante el «Foro Evaluación de la Política de Transporte Urbano: una mirada a Transmetro», se conoció que estos proyectos nacieron cachicojos, sin la suficiente capacidad de autosostenerse en el tiempo por la absoluta falta de planeación y la mala fe del Banco Mundial que obligó a varios países en sus distintas grandes urbes a aceptar cuantiosos prestamos dizque para solucionar a tiempo, y de una vez por todas, el problema del transporte público masivo de pasajero. Fue peor el remedio que la enfermedad.

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Y se hizo a sabiendas de lo que les venía para encima a los Transmetro, a los Míos, a los Transcaribe e, incluso, al famoso Transmilenio de Bogotá.

En el foro realizado ayer en el hotel Country Internacional, bajo los auspicios de la Cámara Sectorial de Transporte de la Andi, el senador antioqueño Eugenio Prieto Soto, de la comisión VI del Senado, le lanzó en la cara al auditorio la verdad monda y lironda: «estos sistemas no tienen con qué sostenerse. Y con el esquema actual, van derechitos para el fracaso».

Edgar Enrique Sandoval, director de Sigma; Juan Carlos Junca, consultor de Fedesarrollo; y Viviana Tobón Jaramillo, de la Andi, coincidieron en el diagnóstico.

¡El enfermo está grave!

Y su enfermedad catastrófica es por diversas causas. La principal es la absoluta falta de voluntad para cumplir al pie de la letra la chatarrización. Así, en Barranquilla se ve rodando, al lado de un flamante bus articulado recién importado, buses y busetas de los tiempos del General De Castro. Disputándole los pasajeros a Transmetro. Y a su vez, los colectivos rebuscones y los mototaxistas sin control, metiendo la cuchareta por todas partes.

La competencia es desleal. Transmetro cobra $1.800 por el pasaje. Las chatarras oxidadas tienen el descaro de pedir $1.200 por el pasaje. Y se los dan. Los sinvergüenzas colectivos piden mil por el pasaje, sin importar hasta dónde llegue el pasajero. Y las motos piden quinientos pesitos, o depende del marrano.

RecaudoSit, la empresa responsable del recaudo y distribución de los ingresos por pasajero del Transmetro, nació mal. Porque fue producto de una sociedad con graves líos judiciales, y con la Fiscalía respirándole en  la nuca.

Debido a eso, el Alcalde de turno tuvo que transigir ante todo lo que le imponía el Gobierno Nacional, que para satisfacer los caprichos de niño malcriado de un Senador con fama de lagarto, designó en el cargo de gerente al profesional que, según dicen, es bien preparado, tanto, que la Nasa podría seleccionarlo como astronauta para enviarlo a Marte.

Resultó lo que tenía que ocurrir. Las más importantes estaciones de Transmetro aún no se han puesto al servicio. El proyecto inicial fue recortado y reducido a una L (Murillo-Olaya Herrera, con algunas rutas alimentadoras). Lo ideal hubiera sido: Calle 30, arrancando desde Malambo y empalmando con la Vía 40 hasta la 76 para llegar a la 46 (Olaya Herrera) y empalmar con Murillo (calle 45). Esa amplitud de cobertura le hubiera permitido acercarse a los 300 mil pasajeros que requería el Sistema Integral de Transporte Masivo de Pasajeros para ser medianamente rentable.

Para colmo de sus desgracias a Transmetro le ataron las manos y pies desde un comienzo. Lo limitaron a vivir del recaudo por el transporte de pasajeros, cuando, por recomendación del mismo Banco Mundial, tenía que acudir a otros recursos, como la explotación comercial y de mercadeo en buses, paraderos y rutas. Ese eslabón, bien vendido, le habría significado el equivalente al 30 por ciento de lo que dejaba de recaudar por el menor flujo de pasajero.

Y ahí es donde le sale el muerto al gerente, un muchacho buena gente, ‘es una madre’, dicen, pero incapaz de dar un madrazo en una reunión con cancamanes como los que tienen bien amarrado –desde los tiempos de la cometa- el negocio de la explotación comercial en el espacio público barranquillero. En los paraderos. En los buses. En los taxis, en los carros de mula, en los pañales que le recogen el estiércol a los caballos para tracción animal, en los postes de la luz, en las ventanas de las casas, en las nalgas de los disfraces de Carnaval.

Estos tragaldabas se negaron a facilitarle a Transmetro la explotación comercial de rutas, paraderos y buses. Pero tampoco lo hicieron ellos. Mejor dicho, ni rajan, ni prestan el hacha.

Los expositores aseguran que de todos los sistemas el menos malo es el Transmilenio. Mal de muchos, consuelo de tontos. Pero, queda la duda: ¿sí será cierto que Transmilenio con el carrusel de contrato, con el Alcalde Samuel Moreno y su hermano presos, con una veinte de funcionarios en la Picota, con Petro temblando, sea el menos malo?

Entonces no se sabe qué aguas corren por debajo de Transcaribe, Mio, Transpetro y demás. En síntesis, según los conferencistas, la cosa de los Transmilenios está grave. De un momento a otro puede colapsar. Veríamos inmensos cementerios de buses articulados en todas estas ciudades, como en su momento ocurrió en Bogotá con los Troles. Entonces nos parecemos más a la India, y Colón estaría feliz.

La gente caminando en medio de las vacas que les cagan las camisas, los carricoches que se llevan por delante a las señoras enjoyadas hasta los tobillos, los buses con pasajeros y carga hasta en el techo, las motos ya no con parrillero, sino con cuatro y cinco pasajeros montados hasta en la cabeza del conductor, los colectivos con doble parrilla para llevar dos pisos de pasajeros acostaditos en cada una de ellas.

Y todo mundo feliz. Especialmente el Banco Mundial, los sacamicas que aquí alardearon de que era la mejor oportunidad del mundo, los transportadores que nunca arriesgaron un peso, el gerente que nunca dijo esta boca es mía, porque realmente la boca no es suya sino de su mujer; y los concejales y dirigentes de camionetas burbujas que se parquean en el Concejo de Barranquilla sin solucionar lo del pueblo. En fin. El peor de los mundos.

Sobre el autor

Director general de Lachachara.co y del programa radial La Cháchara. Con dos libros publicados, uno en producción, cuatro décadas de periodismo escrito, radial y televisivo, varios reconocimientos y distinciones a nivel nacional, regresa Rafael Sarmiento Coley para contarnos cómo observa nuestra actualidad. Email: rafaelsarmientocoley@gmail.com Móvil: 3156360238 Twitter: @BuhoColey
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