Después de un largo noviazgo con ausencias prolongadas y cartas a escondidas, el cura los unió y les dijo: “quedan unidos en matrimonio hasta que la muerte los separe”. Así fue.
Por Rafael Sarmiento y Jorge Sarmiento Figueroa
La iglesia del Perpetuo Socorro de Barranquilla, ubicada en el corazón de la avenida Olaya Herrera (carrera 46) con calles 63 y 64, además de atiborrarse de feligreses en un suceso poco usual un lunes laboral a las cuatro de la tarde, se llenó de unos extraños personajes en vivo, que entraron por el centro del templo y se ubicaron en el ala izquierda, porque a la derecha estaba la orquesta Filarmónica de esta ciudad, que sostiene la Federación Colombiana Masónica y dirige Alberto Martelo.
Era extraño. El Arzobispo Auxiliar de Barranquilla, Monseñor Víctor Tamayo, miraba hacia todos lados y no podía salir de su asombro. “¡Dios mío bendito, y esto qué es?”. De repente vio a Darío Moreu, el del Grupo de Teatro y otras actividades culturales denominado ¡Ay Macondo! “Darío, ¿qué es esta locura que trajiste?”.
Darío le explicó que era un grupo de actores seleccionado de Ay Macondo! su compañía teatral, para representar a los personajes de la obra inmortal de Gabriel García Márquez. Con lo cual ellos se sumaban al homenaje póstumo aquí en Barranquilla, en la iglesia donde el laureado escritor y su entonces novia Mercedes Barcha contrajeron nupcias en 1958.
En primer plano de la fila estaba la Abuela Desalma (Mabel Pizarro). ¡Y bien fea que la disfrazaron! A su lado, la Cándida Eréndira (Miles Colón), las protagonistas de “Memorias de mis putas tristes” encabezadas por Gisel Redondo, Liseth Castillo, Rosalbita Olarte, Laura Iriarte y otras “damiselas” con ropas estrafalarias y con las bocas pintadas con colorines y con aquellos perfumes de la época que llamaban “pacholín” y “pino silvestre”.
Por supuesto, estaba el protagonista de esa novela corta de Gabo, el enigmático periodista y escritor «Mustio», interpretado por Alberto Lemus. La India Guajira (Diana Torres), El Coronel que perdió las mil guerras y, no podían faltar, el primer taxista que tuvo Gabo cuando ya ganaba con qué pagarlo, Pedro Acosta.
Aída y Ligia, las dos hermanas menores de Gabo, estaban allí desde bien temprano en primera fila. Monseñor Tamayo bajó del púlpito a saludarlas y a darles el pésame. Aída, que fue monja salesiana durante dos décadas y sigue siendo una religiosa fiel, le pidió al Arzobispo Auxiliar de Barranquilla que, en un momento de los actos religiosos, le permitiera a ella decir unas palabras sobre su hermano.
Ella es la autora de un libro de reciente aparición en las librerías, “Gabo, el niño que soñó a Macondo”. Primero habló, como es obvio, el sacerdote que dirigía aquella liturgia (Monseñor Tamayo), y luego Aída. Ponderó la condición humana de su hermano. Para él su religión era ser amigo de sus amigos. “Él siempre nos decía que una amistad era lo más respetable. Que él escribía para sus amigos. Y por eso lo querían tanto en todo el mundo. Porque tenía amigos en todas partes”.
Tamayo se anticipó un poco a los enunciados de Aída. Cuando invitó a los presentes – tal como lo ha hecho el Papa Francisco- a reflexionar, amar y actuar. Explicó que amar a la familia y al prójimo es seguir al pie de la letra la doctrina de la iglesia Católica. Quien ama tiene amigos aquí y acuyá.
Y así se vio, por ejemplo, mientras aquí se realizaban estos actos con la alcaldesa Elsa Noguera y todo su gabinete a la cabeza, en Méjico, dos presidentes de naciones amigas de Gabo, todo el cuerpo diplomático y personalidades del mundo, acompañaban a Mercedes y a sus hijos Rodrigo y Gonzalo en el solemne sepelio y cremación de su cuerpo. Para destacar el enorme esfuerzo del canal costeño Telecaribe, al enviar un equipo humano y técnico, encabezado por su gerente Juan Manuel Buelvas, a la transmisión en directo de dichos actos, a través de la tecnología IP. El propio Buelvas hizo reportería y se notó que hasta cargó cables, porque se le vieron unos seis kilos menos de peso.
Finalmente Monseñor Tamayo anunció que, al cumplirse el mes de fallecido, se hará una misa concelebrada en la Catedral Meropolitana María Reina, “como un gran homenaje espiritual y póstumo al colombiano que mejor llevó una imagen bonita y positiva de Colombia a nivel mundial”. Ciertamente, gracias a Gabo se tiene referencia buena de los colombianos en la China y cochinchina.