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El Mundial de los periodistas deportivos

“Suestinga” es el nombre que persigue a Carlos Antonio Vélez, porque fue el hazmerreir de un Mundial al ponerle ese mote a un jugador alemán al no saber pronunciarlo en bávaro. 

 Por Chareros y Agencia Terra

Periodistas colombianosEl Mundial que por estos días se vive en Brasil es una caja de historias en las que se encuentran aficionados, no aficionados, brasileños, jugadores y sobretodo: periodistas. Los encargados de transmitir las sensaciones de la cita más importante del mundo, han tenido, a lo largo de la historia de este certamen, algunos jocosos sucesos.

Entre comentarios graciosos y situaciones casi increíbles se han desarrollado el lado B de los mundiales. Tal vez una de las anécdotas más recurrentes es la de los nombres de los jugadores. Cómo pronunciarlos para no pasar por la pena de la burla de los demás no fue una incógnita para Carlos Antonio Vélez, quien en el Mundial en Alemania 2006 cambió al volante bávaro Bastian Schweinsteiger por “Suestinga”.

El comentario comenzó a ser popular, la burla hacia el periodista deportivo colombiano logró eco nacional. Sobre todo, porque en Colombia Vélez se ha ganado, en un buen número de quienes escuchan las secciones deportivas y las transmisiones donde él participa, la antipatía por su pose de que, en materia de fútbol, en el mundo no hay quien sepa más que él. Su estilo es pontificar de lo divino y de lo humano y siempre tilda de poco «táctico y sin estrategia» a todos los técnicos.

Las constantes penas por las que pasaron periodistas y relatores deportivos  intentando pronunciar apellidos como Lichtseiner, Błaszczykowski o Debuchy han hecho que se creen páginas en Internet en las que se enseñan las pronunciaciones correctas de cada uno de los jugadores participantes en el Mundial, aun así, muchos lo prefieren a su manera.

Del éxtasis, la alegría, la rabia y la traicionera sabiduría han salido los comentarios más espontáneos y desprovistos. Recientemente el reconocido periodista Adolfo Pérez aseguró que Colombia, luego del 2-0 ante Costa de Marfíl, tendría un partido tranquilo y “completamente manejable”, al instante vino el gol de los africanos seguido de 15 minutos de sufrimiento.

Periodistas deportivosPérez es otro que sufre del mal del “profe” Carlos Antonio. Se creen los pavos reales en materia de crónica deportiva.
Devolviéndonos en el tiempo, más exactamente al Mundial en Italia 1990, cuentan que una de las anécdotas más recordadas la vivieron tres periodistas colombianos. Uno de ellos, William Vinasco. El relator se quedó sin voz cuando Freddy Rincón anotó el agónico empate frente a Alemania, razón por la que alguien tuvo que reemplazarle mientras se gritaba el gol.

Consultado un otorrinolaringólogo barranquillero sobre el porqué sucede esto con tanta frecuencia en los narradores colombianos, explicó que “ellos gritan demasiado sin necesidad. Tanto en radio como en televisión, narran los partidos como si estuvieran peleando con la competencia. Al gritar, las que sufren son las cuerdas bucales, que se resienten y dejan de funcionar momentáneamente”.

La recomendación del ‘otorrino’ es que los narradores describan lo que sucede en la cancha con calma, sin agitarse, no como si les fuera a dar un ataque al miocardio. Y los comentaristas deben hacerlo con mesura, con sencillez, con lenguaje coloquial, y no como abogados con especialización en derecho canónico, como lo hacen Carlos Antonio Vélez, el gordo Iván Mejía Álvarez y Adolfo Pérez, que no se queda atrás.

Caso aparte es el ya veterano Edgar Perea Arias, que emocionaba a las multitudes en los estadios barranquilleros con sus algarabías. Ya eso pasó de moda. El ‘Negro’ ya no solo no grita, sino que perdió sus bríos, y está tan de capa caída, que un periódico local lo contrató de columnista especial para este Mundial y todavía están esperando la primera columna. También esperan la del Pibe Valderrama.

Los otros protagonistas de dicho suceso fueron Iván Mejía y Javier Hernández Bonett. En plena transmisión, Bonett tuvo que cortar su comentario cuando Mejía, colérico de la emoción se le abalanzó a los brazos pegándole hasta dejarlo sin aire.

16 años más tarde, en Alemania, Carlos Antonio Vélez volvería a ser protagonista de comentarios y situaciones bastante llamativas. En la previa a un encuentro de Alemania, el ‘Profe’ Vélez autorizó, en la transmisión en vivo, a su contertulio Hernán Darío ‘el Bolillo’ Gómez a acomodar la luz de la transmisión, la situación se puso más incómoda cuando Vélez advirtió a Gómez sobre la posibilidad de quemarse, seguido a esto se escuchó un “Ay”. La cámara hizo un paneo del estadio y luego hubo un paso a comerciales.

Una de las contradicciones más grandes de la historia del fútbol se dio en Brasil 1950. Cuando periodistas, embargados de felicidad, daban por hecho el título de la selección carioca. Los periodistas, claramente, fueron artífices de aquel mito que se desvaneció luego del tanto de Alcides Ghiggia.

La prensa tildó a Barbosa, portero de Brasil, como el culpable de aquel fracaso e impulsó una iniciativa que terminó con el destierro de la portería donde Uruguay marcó el 1-2, hasta el traslado de dicho arco a la casa de Barbosa. El periodismo deportivo brasileño de aquél entonces alentó tanto el mito de Barbosa que hasta el día de su muerte fue considerado como persona no grata en la selección carioca.

En este Mundial no han faltado los desatinos, aunque más por cuestiones imprevistas, que por otra cosa, seguramente.

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