Dos bandos de jóvenes drogadictos, atracadores y vendedores de diversos alucinógenos tienen a todos esos sectores impotentes ante las acciones criminales que cometen a diario. Bajo cualquier pretexto.
Por Chachareros
Viviana María Arévalo Mendoza
Los tres hijos de Viviana María Arévalo Mendoza –de 3, 4 y 7 años- no querían soltarse del féretro cuando los amigos y familiares adultos lo cargaron para llevárselo al cementerio de San Salvador. A esa hora, las afueras de la casa donde vivía Viviana María, de 32 años de edad, todo era confusión, estupor y miedo.
Mientras el hijo menor, de apenas tres añitos y cuyas palabras aún no se le entienden muy bien, decía “mamita, despierta, párate de ahí que yo estoy aquí”, sus dos hermanos mayorcitos, entre ellos una niña especial-, reflejaban el dolor de niño que ha perdido a su madre. Ellos, cuando adultos, no entenderán por qué, en estos años absurdos que vive la Colombia de hoy, había barrios con grupitos de jovenzuelos drogadictos sin ley ni Dios que se pasean por las calles como parrilleros de motos de alto cilindraje, llevando las armas amenazantes y descaradamente en la mano con el brazo extendido para darle “al más machito que se nos atraviese”, según gritan.
Guillermo Polo Carbonell, Asesor de Seguridad del Distrito.
No. No lo entenderán. Porque el sueño de millones de colombianos es que no exista jamás esta violencia urbana inexplicable, difícil de creer, teniendo el Distrito la suficiente disposición de leyes, fuerza pública, organigramas de seguridad, recurso humano y, sobre todo, del fiel conocimiento de que ese fenómeno existe. Lo tienen en sus narices.
El Asesor de Segundad, presunto candidato a la Gobernación del Atlántico, Guillermo Polo Cabonell, sabe todo eso de memoria. Pero Siape no entiende por qué no destierran el problema. Que es grave. Porque con el Centro de Eventos que se construye donde quedaba Peldar en pleno funcionamiento, lo más seguro es que Siape tenga que ser reubicado, porque por allí serán construidas muchas bodegas, pequeñas zonas francas y zonas portuarias.
Fue algo absurdo
Los sucesos que rodearon el triste caso de Viviana María son insólitos. Era sábado. Ella, su marido, hermanos, y demás familiares estaban, alegres y eufóricos, viéndose el partido de Colombia. Todos querían seguir tomando para celebrar el valioso y enloquecedor triunfo de Colombia. Pero Viviana decidió quedarse sentada en la puerta de la casa. “Yo le notaba un aire de tristeza en su rostro, pero no lo podía descifrar, ni me atreví a preguntarle”, dice una de sus tías.
En los alrededores de la Iglesia San Judas Tadeo, en Siape, se respira la zozobra.
Viviana María se paró del sofá y fue a la nevera a tomarse un vaso de agua fría. Tenía el rostro adusto, a pesar de que minutos antes saltaba y gritaba por el histórico paso de Colombia a los cuartos de final en el Mundial de Brasil.
Quiso respirar el aire fresco de las tardes de Siape, un sector que, a pesar de todas sus desventuras y pobrezas, tiene la bendición de contar con las bondades del río Magdalena, que lo tienen ahí en las narices, con esas brisas vespertinas que inspiran felicidad.
Precisamente por ese ambiente, desde hace años funcionaban prósperos negocios por el sector, como uno de venta de comida rápida en la 85 con Vía 40 a cuyo dueño lo mataron para atracarlo. Y “El dominó de Pablo”, que se llenaba de gente “incluso carros que venían del Country Club a jugar dominó aquí y tomarse cervezas heladas,a buen precio y con música salsa selecta”, dice uno de los habitantes del sector. Ya el negocio se ha quedado solo. Los jugadores tienen miedo.
Los pandilleros de la muerte
Naguth Davian Jordán Noriega, alias «Nagú».
En las escenas previas a la inesperada muerte de Viviana María, ella sacó una mecedora y se sentó en la puerta de su casa. Cuando de repente, bajando por la 84, venían los pandilleros liderados por alias ‘El Negu’ (cuya identidad, al ser capturado por el CTI, Sijin la Policía, es Naguth Davian Jordán Noriega, de 23 años de edad), haciendo disparos al aire.
Viviana María en lo primero que pensó fue en sus hijitos. Salió corriendo hacia el cuarto donde seguían frente al televisor, pero no pudo llegar hasta donde estaban ellos porque una bala presuntamente disparada en forma miserable y cobarde por el asesino alias ‘El Negu’, la alcanzó por la espalda.
Uno de sus familiares narra que quedó paralizado al oír el grito desgarrador de Viviana María: “¡Ay mi madre, me mataron, me mataron!”. Su cuerpo se desplomó en la sala de su casa, ubicada en la calle 84 con carrera 83B, de Siape. Viviana María no murió enseguida. Fue llevada con vida a una clínica, en donde murió este domingo a las tres de la madrugada.
La gente en el barrio dice que siempre que hay partidos y la gente celebra, estos pandilleros salen a las calles a hacer tiros al aire supuestamente eufóricos por el triunfo de Colombia o por la fiesta de la Virgen del Carmen. Dice una señora de la esquina: “¡Mentiras!, esos sinvergüenzas salen es a atemorizar al barrio para que no digamos nada a la Policía de que ellos son vendedores de drogas al menudeo y viciosos. Ellos se están peleando son los territorios para vender su droga sin competidores”.
El futuro de Siape será como sector de zonas francas y bodegas.
Según testigos presentes que entregaron toda la información al CTI y a la Sijín, “lo que ocurre es que Siape se ha vuelto invivible desde cuando se ha multiplicado el microtráfico de marihuana, basuco, batraco, pepas, coca».
Los propios vecinos, que viven con temor pero hacen comentarios alrededor de la seguridad, dicen que por su sector atracan para conseguir plata para mantener el vicio.
Andan con chopos hechizos
“Las pandillitas andan con viejos chopos hechizos. Se han especializado en atracar los buses que vienen por la Vía 40 y frenan en la 84 a dejar pasajeros, entre ellos Transmetro, se embarcan y cuando pasan la iglesia de San Judas, sacan la pistola y les quitan todo a los pasajeros. La otra modalidad es esperar que bajen los pasajeros y seleccionan a su víctima, sobre todo a mujeres que van hablando por celular, a muchachos que llevan guitarras o estudiantes que con morrales en los que se suelen llevar portátiles”.
Según los testigos que entregaron valiosa información al CTI y Sijin, el homicida de Viviana María, Naguth Davian Jordán Noriega (alias “El Negu”), a sus 23 años de edad tiene entre pecho y espaldas cinco entradas a la cárcel por fabricar, traficar, transportar y vender estupefacientes, porte ilegal de armas privativas de las Fuerzas Militares e intento de homicidio contra un agente de la Policía en un operativo para capturarlo porque estaba en posesión de drogas y armas.
Siape lloró a Viviana María. A pesar del ambiente tenso, porque una de las pandillitas del sector por donde ella vivía se paseaban en motos armados hasta los dientes, acudió mucha gente a acompañarla hasta su última morada. Fueron numerosos medios de comunicación a cubrir esa triste despedida de Viviana María, con sus tres hijitos pegados al lustroso cajón de madera en cuyo interior iba el cuerpo de una madre que no volverán a ver jamás. Y los del grupo responsable de su muerte, metidos debajo de la cama como ratas asustadas, mientras su jefe está tras las rejas a la espera de ser conducido a juicio.
