El escritor Jorge Guebely, columnista de varios medios de Colombia, tomó como referencia el juego de las elecciones de animales en el Zoológico de Barranquilla, para analizar las elecciones por la Presidencia de Colombia.
Por Jorge Guebely
El acontecimiento significativo en la pasada jornada electoral sucedió en el zoológico de Barranquilla: los niños eligieron el animal presidente 2014-2018.
Juego de menores con sabiduría mayor. Juego que funciona como espejo para ver con claridad lo que oculta la realidad.
Los aprendizajes superiores abundaron durante la jornada. Los jefes de campaña desplegaron propuestas esenciales. La apariencia, prima hermana de la farsa, fue desechada: ‘no hay que votar por un candidato por su apariencia’, explicó un niño en pleno debate. Tampoco las palabras son importantes, son engañosas, especialmente en discursos políticos. Con los animales, las elecciones son más auténticas; no hablan, ni hacen promesas y, todavía mucho mejor, no incitan al odio ni a la guerra. Entonces, ‘hay que votar por lo que representan’, dijo el mismo niño.
La jornada tomó ribetes de paradigma. Hubo afluencia total con relación al número de votantes. El contacto con los candidatos se hizo en la mejor cordialidad y en profunda compasión supra-humana. No hubo el veneno de la mermelada, ni los escándalos de hackers, nadie vendió o compró votos, tampoco se oyeron voces proselitistas tan ofensivas a la dignidad humana. Los ciudadanos del zoológico se entregaron con pasión al juego electoral que, como en Borges, el juego es imagen fractal donde se lee el corazón del universo.
La virtud de los candidatos contenía valores del mundo original, tan normal para los niños. Los seguidores del Tucán ondeaban la bandera de sus colores vivos, de intensos contrastes y, sin embargo, armoniosos. La sigilosa agilidad de la Pantera fue enarbolada por sus seguidores. El voto por la Cebra debía darse por ser la única mujer en contienda, capaz de poner orden en el pequeño cosmos del zoológico.
Pero ganó la sensatez de los votantes. La Tortuga de río obtuvo la mayor votación gracias a la sabiduría de su tranquilidad, al prestigio de su calma y al peligro de su extinción definitiva. ‘… es el más colombiano de los animales’, concluyó su jefe de campaña.
Quedaron por fuera las serpientes. Las eliminaron por el peligro de su astucia y el riego de caer en el sortilegio de sus encantos demoledores. En nada querían parecerse los niños a las elecciones de los adultos desarrolladas, al mismo tiempo,en las calles vacías de Barranquilla. Tal vez querían decirnos que el voto se da por la sobrevivencia de la especie sobre la tierra y no para favorecer al más pudiente. Hoy nos toca parodiar a Rousseau: ‘El hombre nace bueno pero la política lo corrompe’.