La construcción inmobiliaria es uno de los indicios más palpables del vértigo económico que vive Barranquilla.
Por Jorge Sarmiento Figueroa – Editor general
Informe publicado en la revista En Contacto, de la Universidad del Norte
Como lo señala el ingeniero civil Víctor Cantillo, PHD y magister en ingeniería, el fenómeno de la construcción refleja la confianza actual en la economía porque “finalmente los bienes inmuebles son a largo plazo, que en la mayoría de los casos implican un compromiso de años por parte del comprador. Si este ve expectativas de generar ingresos para cubrir el compromiso financiero, asume el negocio”.
Así mismo la lectura que el gremio constructor está haciendo del mercado local motiva las inversiones, lo que se traduce en un aumento en las unidades de oferta inmobiliaria disponibles. Según la Cámara Colombiana de la Construcción, Camacol, para la Región Caribe, Camacol Caribe, se ha pasado en Barranquilla de 2 mil unidades en enero de 2011 a 4.917 en julio de 2013.
El factor Gobierno
Por otra parte, en el último año la construcción tuvo una fuerte señal positiva por parte del gobierno (Nacional y Distrital), con la ejecución de 100 mil nuevas viviendas subsidiadas y el llamado del Presidente de la República a los bancos para que bajasen las tasas de intereses para préstamos de vivienda.
No obstante, como lo indica el ingeniero Cantillo, quien además de ser profesor universitario ha ejercido múltiples cargos en los sectores público y privado, “la mayor parte de la construcción privada en la ciudad se ha centrado en las viviendas de alto ingreso, dejándole la tarea al Gobierno de incentivar el mercado para estratos bajos”.
Si se analiza el suroccidente de la ciudad, se observan viviendas en precarias condiciones, incluso en zonas de alto riesgo, “por lo cual es fundamental desarrollar planes masivos de vivienda para reubicar a estas personas. También en estos sectores es notable ver viviendas de una o dos habitaciones donde conviven más de dos o tres familias”, señala el ingeniero.
Sigue creciendo
Aunque el ritmo de construcciones en los estratos altos de Barranquilla puede impresionar, lo cierto es que el precio de la vivienda en la ciudad aún está muy por debajo del promedio de las principales urbes del país. El valor promedio del metro cuadrado para construcción en estrato seis es inferior a 4 millones de pesos, mientras que en Bogotá, Cartagena, Cali, Medellín, Bucaramanga o incluso en ciudades como Pereira o Tunja, ese valor en el mismo estrato es muy superior.
Esto ha generado la sensación en el mercado de que todavía hay un margen de crecimiento y oportunidad. De hecho, la mayoría de las personas que están comprando vivienda, sobretodo en estratos altos, lo hacen por la expectativa de la valorización. Además, los inventarios en el mercado de vivienda barranquillero han bajado del 10% a solo el 3% en un lapso de año y medio, algo muy positivo para el gremio constructor.
Los retos del crecimiento
Uno de los grandes retos que atraviesa Barranquilla es modelar su futuro de una manera sostenible, en momentos en que su crecimiento se mueve a ritmos acelerados. En el campo de la construcción es clave administrar variables como la diversificación de la oferta, para que no se sature tan pronto en un solo sector de la ciudad.
En un análisis al Plan de Ordenamiento Territorial, POT, propuesto por el gobierno distrital, la Cámara de Constructores, Camacol Caribe, sostiene que “el crecimiento que se busca va orientado hacia la ribera del río y hacia las áreas metropolitanas que siguen al mar. Esto en compensación de bajas densidades en zonas de estratos medios y bajos. Lo importante es que haya sostenibilidad en toda la ciudad”.
Una de las alternativas para los estratos medios y bajos es la renovación urbana, ya que hay sectores que tienen todos los servicios y son de baja densidad, con una mayoría de construcción residencial. Sin embargo, lo que visiona el gobierno distrital en estas zonas es mantener la movilidad y otros indicadores de calidad de vida que han empezado a tensionarse por causa del auge inmobiliario, ya que este genera aumento en el parque automotor y el comercio en general, provocando más contaminación.
Por otro lado, el riesgo económico que se corre con el crecimiento de la construcción es que si hay una sobreoferta los precios se deprimen. “Esta situación de desenfreno la hemos visto en otras partes, como ocurrió en hace poco en Estados Unidos, España, o aquí en Colombia a principios de 2000”, recuerda el ingeniero Cantillo.
En ese sentido la política estatal y la planificación comercial del gremio constructor y bancario son clave. Porque el desarrollo de la ciudad es inminente, pero lograr un equilibrio entre nivel de vida y calidad es un reto de gobierno, economía y sociedad.
Link de revista En Contacto: http://guayacan.uninorte.edu.co/publicaciones/ebook/encontactoenero_2014/