Las propuestas y el discurso de estos dos candidatos pasan de agache al momento de la generación de ideas y de visualizar un país moderno que tenga como norte el sendero de la justicia social.
Por Óscar Argüelles Díaz
Para muestra de esto es suficiente con analizar los cierres de campaña de Vargas Lleras y de Duque, en dichos eventos el discurso fue corto e insulso y solo se intentó animar a sus seguidores cuando tocaron temas como el castrochavismo, la crisis venezolana, la posibilidad de convertirse Colombia en otra Venezuela y la supuesta “expropiación de tierras” en un futuro gobierno de Petro. Esas temáticas son el arma de campaña política con la que pretenden ganar las elecciones estos dos candidatos, realmente son bastantes pobres en ideas de gobierno pero eso a la hora de contar los votos no cuenta para nada lo que interesa son las cifras para esos candidatos.
Lo que buscan los candidatos del antipetrismo es crear el caldo de cultivo a un miedo u odio visceral que permita la generación de un voto de castigo hacia la posible amenaza de un modelo de gobierno similar al de la hermana república. Esta estrategia no tiene nada de nuevo ni de novedosa y el ejemplo más reciente y similar fue en las elecciones para la Alcaldía de Bogotá, en donde el candidato Enrique Peñalosa fue impulsado por el voto de castigo y el de las tradicionales maquinarias.
Basta con el ejemplo de Bogotá para saber que esa decisión de las mayorías fue un completo fracaso, se desmontó inmediatamente lo conseguido en administraciones anteriores y no mejoró nada al contrario hoy en día todo ha empeorado en la administración distrital.
Siguiendo con los cierres de campaña de Vargas Lleras y Duque y a modo de evidenciar lo patético en estas dos campañas, cabe resaltar, los vídeos en donde demuestra lo grotesco y ramplón de los mercados que se entregaron en el Paseo Bolívar de Barranquilla, por el equipo de logística de Vargas Lleras, por otro lado el candidato Duque que en aras de mostrarse jovial y divertido estuvo cantando a dúo con el cantante de Vallenato Jorge Celedón en el cierre de su campaña en Bogotá, perdiendo la oportunidad de dirigirse por última vez a sus votantes y también de terminar de estructurar y darle vida propia a su discurso.
La otra cara de la moneda se vivió en la Plaza de la Paz en Barranquilla a donde más de cincuenta mil personas llegaron espontáneamente a colmar el evento de cierre de Campaña del candidato Gustavo Petro. El panorama era distinto no llegaban en buses ni en vehículos contratados, no había mercados, no se regalaba nada, el sector poblacional estaba conformado por estudiantes, obreros, sindicalistas, profesores y demás sectores de clase media que evidenciaban el potencial voto de opinión con gran entusiasmo, fervor y esperanza política que a pesar que el candidato Petro no llegó en la hora indicada al igual la gente se mantuvo firme y al momento de su discurso político lo hizo muy bien con un estilo impecable como un magnifico pedagogo de masas e historiador político, realizando una cronología de la historia contemporánea de Colombia en la cual se incluía como un sobreviviente de distintos procesos políticos y sociales pasando desde los tiempos del caudillo liberal Jorge Eliécer Gaitán, las guerrillas liberales, la violencia de los partidos, el régimen de Rojas Pinilla, el Frente Nacional, el fraude en las elecciones del 19 de abril de 1970, la conformación y actividad del M19 y los repetidos fracasos de intentos de acuerdos al conflicto armado en el país, etcétera… Puede decirse que el evento y discurso de Petro en Barranquilla fue apoteósico e ilustrador reluciendo la templanza y distintas tesis propositivas necesarias para ser Presidente de la República.
El antipetrismo en este orden de ideas consiste en la dependencia ideológica de las tesis y propuestas del candidato Gustavo Petro, no como antítesis sustentadas con argumentos racionales soportados con investigación, reflexión y análisis sino como falacias que conducen a un terror colectivo ante nuevas experiencias de cambios políticos, sociales y económicos.
Imaginemos un escenario en donde el candidato Petro no estuviera aspirando en estas elecciones a la presidencia de la república, lo más probable es que la propuesta de gobierno de cada uno de esos dos candidatos fueran aún más deshilvanadas de lo que son y los candidatos que estuvieran de líderes en las encuestas serían Fajardo y de la Calle que no han utilizado esa estrategia política y se han valido únicamente de propuestas y programas de gobierno sensatos e interesantes.
La premisa del antipetrismo es el ataque a un hipotético gobierno que nunca ha estado en el poder y la defensa de un estado de cosas en las que los candidatos y partidos antipetristas siempre han participado y auspiciado con diferentes roles de protagonistas en la escena política nacional. Teniendo en cuenta esto podemos decir que el antipetrismo está basado en suposiciones, generación de temor colectivo y el aferrarse al poder.
Para finalizar, Petro resume su programa económico en lo siguiente: el impulso serio a un proceso de industrialización reformando el agro, incentivar el cooperativismo y la asociatividad, fortalecer la banca pública, disminuir las rentas, hacer una reforma tributaria pro producción, hacer saltar sustancialmente el presupuesto de la educación pública, reformar el sistema pensional, y fortalecer el mercado interno y latinoamericano. Esas son las propuestas que causan miedo a la clase dirigente de Colombia y que han servido para crear el Frankenstein del antipetrismo que ha venido a reemplazar al “Coco” tradicional de esas corrientes políticas que eran las FARC y que a causa de su poca popularidad y último lugar en las encuestas no tendría sentido hacer campaña en contra de ellas ya que poco o nada representaría esa estrategia en las urnas.