Opinión

El aborto

Este es mi punto de vista basado en experiencias propias.

Por: José SerranoPeriodismo con altura.

El lunes 3 marzo 2020, la Sala Plena de la corte Suprema de Justicia decidió sobre la despenalización del aborto; pero también se analizaba en la Corte Constitucional la demanda de la abogada Natalia Bernal que pide la penalización del aborto y tumbar las tres causales por la que está permitido.

Entiendo que algunas personas no estén de acuerdo con esta nota marginal; comprendo también que algunas mujeres sobre todo las más apegadas a conceptos y dogmas religiosos tampoco, pero este es mi punto de vista basado en experiencias propias.

En Colombia existen 17 leyes relacionadas con la terminación del embarazo, leyes que pretenden legislar sobre el cuerpo de la mujer, sobre su libertad sexual y reproductiva; leyes que con seguridad fueron promulgadas por hombres siempre bajo la mirada inquisitiva de la iglesia católica y algunos partidos políticos.

Hasta hace poco tiempo abortar era ilegal y daba para cárcel, aun hoy lo es, según la ley 599 del código penal el aborto se castiga con prisión de 16 a 54 meses.

El aborto tiene un componente moral muy apegado a la tradición católica, pero que senadores del partido Centro Democrático, entre esos su jefe, el mejor colombiano, el creador de las convivir, el de los falsos positivos, al que la declaración de renta le aparece en cero, pidan la despenalización del aborto a mí sí me parece un chiste… fariseos.

Ellos ahora han avivado la discusión sobre la penalización del aborto, siempre con la lamentable mirada de la moral, que es por donde evaden lo realmente importante del asunto, el aborto inseguro, que es lo que hoy se practican miles de mujeres en Colombia es un problema de salud pública y un problema de clases sociales.

El aborto siempre ha existido, con la diferencia que las mujeres de clase alta, las que tienen dinero lo pagan en buenas clínicas con médicos particulares e incluso viajan a otro país donde el aborto fuera legal. Pero las mujeres pobres que son la gran mayoría van a clínicas de garaje con precarias condiciones higiénicas, con médicos inescrupulosos; un mercado sin ninguna vigilancia y control, peligrosísimo para mis pobres mujeres pobres.

Según la Organización Mundial de la Salud entre los años 2010 y 2014, el 97% de los abortos peligrosos se practicaron en países pobres o en vías de desarrollo como Colombia, elevando el riesgo de complicaciones y muertes de mujeres.

La prohibición del aborto solo mata a las mujeres más pobres y no disminuye el problema; por el contrario la inversión en educación sexual, sumada al acceso a métodos anticonceptivos eso sí disminuye significativamente el número de abortos.

Ya para terminar hay una canción de Rubén Blades que me recrea un poco esta situación y dice “la ex-señorita en su clase de geografía, la maestra habla de Turquía mientras que la susodicha solo piensa en su desdicha y en su dilema …”

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