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Desde el punto penal

Hace muchos años existió una frase que tenía como fin ironizar sobre la amplia favorabilidad que tenía el ejecutor en una acción que le autorizaba a disparar desde once metros (pena máxima), sin adversarios entre él y el arquero rival, que además no se podía mover, y que palabras más, palabras menos, rezaba: “el pénal lo puede cobrar hasta el presidente del equipo”.

Por Javier Castell 

Javier Castell López

Sin embargo, en los últimos años, las estadísticas enseñan datos que ya no favorecen tan abrumadoramente a los cobradores. Los porteros ya no son las inanes víctimas de antaño. Y hoy, el sistema nervioso de los pateadores se ve en aprietos con más frecuencia.

Ni siquiera los grandes genios del balón están libres del pecado: Maradona, Zico, Platiní, Baggio, Messi, entre otros, erraron penales trascendentales. Junior acaba de perder la gran oportunidad de coronarse campeón de la Copa sudamericana, por primera vez en su historia, al caer en la definición de los tiros desde el punto pénal ante Paranaense, después de ciento veinte minutos de superioridad futbolística, fidelidad a un estilo y varias opciones claras de gol, incluido un pénal dilapidado por Jarlan Barrera a escasos minutos del final del tiempo suplementario.

Rafael Pérez, falló  en cobro penal

También había fallado uno Rafael Pérez, en Barranquilla, en el partido de ida. Y en partidos de Copa, de los últimos ocho había desperdiciado siete. Hubiera sido algo paradójico que, a través de los penales, se hubiera coronado campeón, cuando ha sido su inri. Su perniciosa debilidad en medio de tantas fortalezas. Existen respetabilisimos estudios, de científicos, de estadigrafos, sobre cómo hay que ejecutar un pénal, hacia dónde enviarlo, con qué fuerza, pero hasta ahora nada puede recrear el escenario y la carga emocional que ese momento genera en el futbolista: miles de miradas puestas en su acto, cientos de personas dependiendo de su acierto, la ilusión de los hinchas en sus pies, la esperanza de sus compañeros en su puntería.

Y el libro de la historia del fútbol esperándolo a ver dónde inscribir su nombre, si en el de los triunfadores o los fracasados (ustedes saben, la exageración con la que se mira el fútbol). Por qué se pregunta el hincha juniorista. Por qué, si su equipo fue mucho más, si fue dueño de las mejores oportunidades de gol, si tuvo voluntad y calidad, y le han dicho – le hemos dicho– que con todo eso (casi) siempre alcanza para ganar, por qué está vez no. Bueno, quizá, porque a pesar de haber realizado bien todos esos aspectos colectivos y dinámicos del juego, del tramite del partido, estar desde el punto pénal es una particular y personal situación. Una situación límite. Individual. Determinante. Con sus propias leyes emocionales. Y estas, fuimos testigos oculares de eso, castigaron a los jugadores del Junior. Tal vez porque hace tiempo las vienen infringiendo. Mañana, ante el DIM, en la final de Liga, el fútbol le brinda otra gran oportunidad al equipo barranquillero de abrazarse con la gloria

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