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Chisguete de pus

Gracias a la corrupción, ya tenemos pavor de cruzar un puente o de caer en manos del Estado.

Por Jorge Guebely

También con el puente de Chirajara miente la Cámara Colombiana de la Infraestructura porque no es el único puente que se ha caído. Miente por ser una institución gremial con enormes tentáculos políticos en el Estado. Porque comparte un Estado corrupto y la mentira es el alimento de la corrupción. Y si no mintiera, pocos le creerían porque sería la versión posmoderna del pastorcito mentiroso.

Miente porque los proyectos del Estado se diseñan primero, no para construir país, sino para negociar favores políticos. Para empoderar una clase política nula, de mezquinas aspiraciones económicas y sin ideales humanos. Porque los dineros asignados a un proyecto, sólo el 25% ó 30% se utiliza en la ejecución de la obra. El resto se distribuye entre impuestos, utilidad y coimas. En la perversidad de las coimas, tan grande e inmoral como grande e inmoral es la corrupción en Colombia. Esa larga cadena de exigencias extorsivas para oficializar un proyecto, desde el encumbrado y corrupto político hasta el más humilde pagador. Por donde transita el cheque, deja una estela de coimas, un espeso olor fétido.

Gracias a la corrupción, ya tenemos pavor de cruzar un puente o de caer en manos del Estado. Nos sentimos permanentemente asaltados por los funcionarios públicos.

Ni siquiera Pablo Escobar le hizo tanto daño al país. Al lado de los sofisticados delincuentes estatales, el capo antioqueño no era más que un burdo delincuente de barrio.

Corrupción estatal que genera la decadencia nacional. Por ella, también colapsó un puente militar en Bogotá y otro en Cartagena, el estadio de Neiva y los juegos nacionales en Ibagué, el edificio Blas de Lezo en Cartagena y el Space de Medellín. Escombros de puentes, estadios y edificios, visibilizan la ruina del país. ¡Pavorosa metáfora!

Corrupción que pone sordinas al desastre de Chirajara. ¡Como si nada grave hubiese sucedido! Sólo justificaciones y vagas promesas de investigación escucho al momento de escribir estas líneas. Ningún debate serio contra del doctor Luis Carlos Sarmiento. No importa si Coviandes, la encargada de ejecutar la obra, es filial del grupo Aval y Corficolombiana. Ni si Corficolombiana está comprometida con actos de corrupción en Odebrecht. Seguramente el exceso de sordina se emparente con el exceso de poder. Poder capaz de manejar presidentes, imponer fiscales, maquillar candidatos presidenciales y comprar políticos baratos. Verdadero foco de la infección nacional.

Por más que la clase dirigente disfrace la podredumbre criolla, basta el derrumbe de un puente para sentir el chisguete de pus en la cara.

jguebelyo@gmail.com

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