Opinión

Cantos de sirena

“Si escuchas los cantos de las sirenas, serás infeliz y nunca más volverás a casa”, advirtió Circe al astuto Ulises.

Por Jorge Guebely

La terrible y hechicera diosa, que convertía a los hombres en animales, agregó: “Pagarás caro el haberte dejado hechizar por sus tonadas”. Bello relato literario que se reinventa en cada periodo electoral, con cada programa político que porta el hechizo de un canto de sirena y el veneno de las seducciones múltiples.

Cantaba como sirena Uribe Vélez cuando entonaba la transformación del campo a través de Agro Ingreso Seguro. Sólo depositó enormes recursos públicos en familias pudientes a pesar de su aparente destino a pequeños productores del campo. Y cantaba como sirena cuando prometió reducir el número de congresistas, sus altos salarios y sus prebendas. Hoy, el Congreso se conserva igual, el uribismo lo usufructúa, con las mismas gangas, tan corrupto como antes, tan elitista como siempre. No importa el programa, Uribe siempre será un peón más de las élites económicas.

Cantos de sirenas nos entonó Santos en su periodo uribista y en el auti-uribista. La regulación del catastro rural, donde grandes terratenientes pagan impuestos ridículos, quedó en el aire. Y en el aire, la sanación de las Corporaciones Autónomas Regionales, pavorosos nidos de clientelismo político. Y también, la promesa de restablecer las horas nocturnas y extras para trabajadores políticamente no convenía arañar privilegios a los excluyentes para favorecer a los excluidos. “Las promesas sólo comprometen a quienes las creen”, afirmaba el súper-corrupto Chirac.

En elecciones, pululan candidatos entonando fascinantes hechizos. Es el momento del voto inteligente, el voto libertario. Momento de oír y no de escuchar. Cualquier programa electoral es otro canto de sirena. Se pierde poco si no se escucha y se arriesga mucho escuchándolo. Peor debacle, creyéndolo.

Nos salvan los hilos de Ariadna para no perdernos en ese enorme laberinto de promesas. Nos salva el voto clasista porque todo voto representa intereses económicos. Los ricos votan por sus candidatos, los pobres deberían hacerlo por los suyos. Votar inteligentemente como el terrateniente que vota Uribe o Vargas Lleras. Evitar el voto estúpido como el excluido que vota por un excluyente.

También nos salva el voto humanista, el que nos empuja al desarrollo humano social, al ascenso largamente estancado por el exceso de votos comprometidos, por la carencia de votos soberanos. Nos salva oír menos y ver más al promesero. Preciar sus antecedentes sociales, políticos, delictivos, amistosos y criminales. Un candidato no cambia su calidad humana por más cantos de sirena que tenga su programa.

jguebelyo@gmail.com

Noticias relacionadas
OpiniónReflexión

El anticristo

Opinión

Cadenas mentales

NacionalesOpiniónReflexión

Cantos de sirenas

Opinión

Vergüenza divina

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *