La mayoría de sus integrantes ya son ancianos y esta gira por Europa es la antesala de su despedida, pero la Buenavista Social Club sigue siendo una joya de la música popular que Cuba tiene para compartir al mundo.
Escrito por: Jorge Mario Sarmiento Figueroa – Editor general
Cubrimiento especial desde Sevilla, España
«Al cuarto de Tula/ le cogió candela/ se quedó dormida y no/ apagó la vela».
Han empezado a despedirse. Ya anunciaron que entre el verano de 2014 y el otoño de 2015 harán su última gira mundial, el ‘Adiós Tour’.
Era entonces de esperarse que en esa antesala estén teniendo llenos totales en los principales escenarios de su actual gira por Europa, recibiendo elogios y admiración en Milán, Londres, Bucarest, Zurich, Paris, Atenas, entre otras… y Amsterdam, donde todo comenzó.
En el teatro de La Maestranza, en Sevilla (España), el pasado 16 de noviembre, les hicieron el «pasillo» de ovación para pedirles que no dejasen de «tocar». Allí también estuvo Lachachara.co
Sus presentaciones siguen teniendo el raigambre que los hizo famosos, con el certificado musical de origen de sus míticos «Barbarito» López, en el laud; el «Guajiro» Mirabal, en la trompeta; el «Papi» Oviedo, en el tres; y la voz, siempre esa voz de ensueño, de Omara Portuondo. Aunque sus cuerpos parecen no querer responder con el brío de antaño, de muchas décadas atrás, cuando deslumbraban al mundo en el Tropicana o en el Buenavista Social Club, su virtuosismo y su sabor de estirpe cubana siguen intactos, como el vino fino. La trompeta de Mirabal sigue siendo ‘La trompeta de Cuba’, sin discusión. A Omara, la gran invitada de esta gira, le pasan los años al caminar, pero no al cantar; ella sigue haciendo con inocencia pícara que su voz desborde en el público sonrisas de júbilo y lágrimas de bolero.
No esa una despedida, sigue quemando la candela
El saludo a la tradición no es una despedida en la Buenavista Social Club. Cuando Ry Cooders dio con ellos en 1996, en rincones perdidos de La Habana, por esa chispa azarosa e indescifrable con la que se provocan paradojas y cambios en la historia, y que suele denominarse ‘coincidencia’, los que serían miembros de la orquesta estaban desperdigados a su suerte desde hacía casi 50 años, desahuciados por el cierre de clubes sociales, bares y cabarets a manos del gobierno luego de la Revolución cubana.
Pero ellos guardaban su propia historia. Aquel viejo cimarrón de sombrero y tabaco, el otro hombre de boina y voz de madera, todos ellos solo tuvieron que desempolvar los recuerdos de sus años mozos para que las cámaras, micrófonos, escenarios e instrumentos relucientes hicieran el resto.
Desde aquel primer estruendoso éxito de Amsterdam en 1998, grabado para la posteridad por Win Wenders, hasta la fecha, la Buenavista Social Club se ha convertido en un canto con baile vibrante que los montes de Cuba desparramaron por La Habana para los oídos del mundo. Que ni el silencio obligado pudo detener. El tiempo tampoco.
Y para que la muerte no los calle, han decidido reinventarse con sendos virtuosos de la nueva generación. Su director, el trombonista Jesús ‘Aguaje’ Ramos, lleva ahora la rienda de los talentosos Pedro Pablo, en el contrabajo; Idania Valdés y Carlos Calunga, cantantes; el «Guajirito» Mirabal, hijo privilegiado en la trompeta; y las manos portentosas de Rolando Luna, en el piano. Ellos, entre otros, son los jóvenes llamados a preservar y difundir la auténtica herencia cubana de los sones, del danzón y las guarachas que habían sido postergadas en la «edad de oro» para que vinieran ahora a brillar por siempre, con su propia candela….
«Ay Candela, Candela, Candela me quemo ae
Ay Candela, Candela, Candela me quemo ae
Ay Candela, Candela, Candela me quemo ae
Ay Candela, Candela, Candela me quemo ae»