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Adolfo Pacheco Anillo, el compositor vitalicio

El legendario cantautor sanjacintero, nacido el día 8 del mes 8 de hace 80 años,

Por Rafael Sarmiento Coley

Yo pinté ‘La hamaca grande’ /con magníficos colores/y dibujé la nostalgia/ haciendo ‘El Viejo Miguel’/la dulzura pincelé con ‘Mercedes’ y ‘El Mochuelo’/pero yo no se por qué/ dice que pintar no puedo/si yo como Adriano el ciego/ pinto lo que no se ve”.

Es una de las estrofas de una de las más hermosas creaciones de Adolfo Pacheco Anillo, un cantautor que se ha dado el lujo de pasar a la historia como uno de los mejores compositores de música sabanera (de las sabanas de Bolívar, siendo oriundo de San Jacinto), Sucre y Córdoba), y del vallenato clásico, aunque los celosos guardianes de la música del Magdalena Grande (que cubre La Guajira y el Cesar, tardaron años y dieron más vueltas que un barrilete sin cola para reconocer la grandeza de Adolfo.

Era tanto el desapego vallenato de la bella música sabanera, que en el tema ‘El Pintor’, con una de cuyas estrofas empieza esta nota, en la letra original el autor menciona a ‘Adriana el ciego’, refiriéndose al inmortal compositor de piezas antológicas como ’Caño lindo’ e ‘Islas canarias’, Adriano Salas, oriundo de Sincé, Sucre. Pues, de manera irrespetuosa los asesores musicales de Diomedes Díaz, al momento de grabar el disco, alegaron que “tal vez el maestro Adolfo sufrió un lapsus y, por referirse a Leandro Díaz, puso ‘Adriano’. Pues pongámosle Leandro”.

Adolfo Pacheco se presentó al Festival de la Leyenda Vallenata con una de las canciones clásicas de este folclor, ‘La hamaca grande’., con su compadre Ramón. La descalificaron dizque porque no se ajustaba a los cánones de ninguno de las categorías del concurso: paseo, merengue, puya y son.

Lo ocurrido con Adolfo fue el mismo tratamiento miope  que una elite vallenata aplicó a otros talentosos de la música sabanera como Andrés Landero, Lisandro Meza y hasta a Alfredo Gutiérrez trataron de aniquilarlo dde mil manera, pero ‘el caraé choque’ no se dejó. Para Adolfo aquello fue motivo de disgusto, y con sobrada razón, promovió una controversia vallenato-sabanera, que al final la ganó él, porque todos los grupos de primera línea de la música vallenata, tanto los de la vieja, como de la nueva y futura guardia, acogen su música con admiración y, sin duda, les sirve de enorme impulso para triunfar a nivel internacional.

Adolfo Pacheco Anillo, en uno de los múltiples homenajes que le han ofrecido en vida.

Artistas como Poncho y Emilianito Zuleta, Diomedes Díaz y el más valioso impulsor internacional de nuestro folclor, Carlos Vives, le dieron a Adolfo Pacheco el estatus que se merece, tanto así, que contra el  afecto de ciertos amos del Festival, en 2005 la Fundación de la Leyenda del Festival Vallenato creó el pomposo Premio a la Vida y Obra con el pomposo titulo de Compositor Vitalicio, siendo Adolfo Pacheco el primero en la lista, seguido de Tobías Enrique Pumarejo; Rafael Escalona; Leandro Díaz; Emiliano Zuleta Baquero (el viejo Mile) y Calixto Ocho.

Por esos designios indescifrables de Dios, de todos ellos el único que está vivo es Adolfo Pacheco Anillo, quien este 8 de agosto arriba a los 80 años, bien vividos y productivos. Porque además de compositor, fue un excelente cantante en su época de estudiante de bachillera y derecho y tuvo su propio conjunto, además de grabar con varios grupos.

Gallero profesional, tuvo su propia cuerda y gallera, y compuso uno de los mejores temas dedicado a esa afición, ‘El cordobés’.

Su herencia musical

En sus recuerdos de infancia, dice que a los 6 años compuso su primera canción, ‘Mazamorrita cruda’. “Debo contar que mi vena musical no la recogí del suelo. Mi abuelo paterno, Laureano Antonio Pacheco Estrada, era gaitero, tocaba el tambor llamador. Y mi mamá (mercedes Anillo, casada con Miguel Pacheco), era una mujer que le gustaba cantar pasillos, vals y boleros. Tenía una bonita voz”.

En Adolfo Pacheco Anillo se reúne de manera nítida la trietnia que rueda por las venas de Suramérica. Él lleva la sangre blanca, negra e indígena. Su bisabuelo paterno era un español radicado en Ocaña, que aterrizó en San Jacinto en plena época dorada del tabaco, y se casó con la negra Crucita Estrada, que hacía un año había sido liberada tras años de esclavitud. Crucita cantaba los aires de lamento de su raza afroamericana; mientras que sus hijos ya acogieron la música vernácula.

Pacheco Anillo, como abogado, se dedicó al derecho público y a la política. Se radicó en Barranquillera en donde fue secretaria de la Asamblea del Atlántico y Diputado, corporación de la cual salió pensionado.

 

 

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Sobre el autor

Director general de Lachachara.co y del programa radial La Cháchara. Con dos libros publicados, uno en producción, cuatro décadas de periodismo escrito, radial y televisivo, varios reconocimientos y distinciones a nivel nacional, regresa Rafael Sarmiento Coley para contarnos cómo observa nuestra actualidad. Email: rafaelsarmientocoley@gmail.com Móvil: 3156360238 Twitter: @BuhoColey
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