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Abandonaron el campo como si perdieran la Fe

En las ciudades la gente piensa más en Brasil 2014, ya perdió interés por el pan que peleaban desde hace días millones de colombianos que aún viven del campo.

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Escrito por: Jorge Mario Sarmiento Figueroa – jorgemariosarfi@gmail.com

Editor General

El ser humano en las ciudades ya no trabaja por el pan diario. Eso, como la salud, vivienda o la seguridad, quedó en los primeros escalones de la pirámide de Maslow. Hoy aspiramos a que el trabajo nos proporcione otras cosas más trascendentales, como la autorrealización, el reconocimiento, el éxito e inclusive el derecho al ocio. Hay para quienes un buen trabajo representa la oportunidad de conseguir el mejor partido del género opuesto.

campesinos_colombia_y_policiaPor eso, a la inmensa mayoría de colombianos que ya tenemos asegurado el pan diario, nos sobrecogió el ímpetu de los millones de campesinos del país que salieron a bloquear las carreteras y pelear contra el Esmad, porque físicamente los está acosando el hambre, pero se nos olvidó la importancia de lo que ellos clamaban en cuanto llegaron los partidos de la Selección Colombia.

¿Qué reclamaban los campesinos?

Más allá de los años de abandono, que dieron orígen a las guerrillas, o de la expoliación de los empresarios en favor de sus intereses nacionales o internacionales, como «la rebelión de las ratas» o la «matanza de las bananeras» hace 85 años, lo que los campesinos reclaman hoy no es la reivindicación de sus derechos como fuerza motora del país (25% de la población del país es campesina). Ni siquiera la tierra piden.

campesinosLo que reclaman es que producir su propia comida hoy es prácticamente prohibido por cuenta de una resolución legal que impide que se siembre con semillas nativas de los campos locales, sino que se debe sembrar con semillas certificadas, que hay que comprar a laboratorios multinacionales como Monsanto, entre otros.

campesino1Lo que reclaman es que al tener esos nuevos cultivos sofisticados, es necesario usar pesticidas y fertilizantes hechos con nuevas tecnologías por los mismos laboratorios multinacionales, a quienes deben comprar al precio que les impongan.

Lo que reclaman es que luego de tener lista la cosecha, tengan que someterse a la cadena de intermediarios que pueden vender un bulto de papa al 20 mil por ciento de lo que lo compraron al campesino.

En síntesis, lo que reclaman hoy más de 10 millones de colombianos es que para ellos no hay escalón en la pirámide de Maslow porque sencillamente se están quedando sin la base primaria: sin comida.

Lo que el Paro agrario logró

Después de 19 días de bloqueos en el Eje cafetero, Boyacá, Cundinamarca, Nariño, Santander, Norte de Santander, Huila, Cauca, Valle del Cauca, Caquetá y Putumayo, el Gobierno Nacional tuvo que crear salvaguardias para productos, actualizar medidas sanitarias y fitosanitarias a la importación, compensaciones económicas y la derogación de la resolución 970 de 2012, relacionada con la producción de semillas.

Además de estas medidas, el Paro agrario logró que el país vea que no está exento de las rebeliones de indignados que están sucediendo en diversas latitudes del planeta, desde nuestros vecinos de Brasil hasta Egipto, pasando por Nueva York y España.

papa campesinoNo se trata ya de un problema de lucha de clases, según la doctrina marxista, como suele estigmatizarse a los que enarbolan este tipo de argumentos. Se trata de un grave problema de hambre y recursos, cada vez más escasos y privatizados, que tienen a más de la mitad de la población y al planeta mismo sin una manera de sobrevivir, lo que nos hunde a todos.

Los campesinos lograron mostrar con el Paro que la clase dirigente, los políticos, empresarios, industriales, religiosos, periodistas, intelectuales, ejército, guerrilleros, paramilitares, incluso nosotros los ciudadanos de clase media del país, dejamos de pensar en ellos.

Francisco Cano, pintor antioqueño, representó al campesino que buscaba nueva tierra dónde llevar a su familia. (Horizonte, 193)

Francisco Cano, pintor antioqueño, representó al campesino que buscaba nueva tierra donde llevar a su familia. (Horizonte, 1913)

El resto dejó de pensar en el campo porque ahora prima la consecución de cosas «más valiosas», como un buen computador, un buen carro. Para los colombianos de las ciudades, con el problema de la comida resuelto, es innecesario pensar de dónde traen los supermercados la papa, el pollo, la leche.

Lo que se nos olvida es que nuestra seguridad alimentaria, la que pone la base de nuestra pirámide y nos permite ver felices el triunfo de la Selección Colombia, está amenazada por nuestro propio olvido. La falta de comida es lo que ya está sucediendo en Venezuela y lo que sucedería en Colombia si los campesinos abandonaran el campo para comprar hamburguesas en McDonalds.

 «Se queda solo el platanal y las fruticas de Mamey, abandonaron el campo como si perdieran la Fe», pregonaba el mítico Joe Arroyo.

Mientras tanto, la miseria seguirá existiendo en el campo y solo la notaremos cuando sea noticia porque se vuelve violenta. Mientras tanto, ante la llegada de un Paro, que por favor gane la Selección Colombia.

Notas finales

1. En el documental 9.70 de Victoria Solano se muestra a campesinos arroceros del Huila perdiendo sus cosechas nativas enteras porque funcionarios del Estado (que los representa) encontraron que no cumplían con la resolución 970 de 2012 según la cual tenían que sembrar semillas certificadas, producidas por los laboratorios multinacionales Monsanto, entre otros. Al no ser certificadas, trituradoras protegidas por la Policía colombiana se encargaron de destruir las semillas nativas, ante los ojos desesperados de los campesinos. «¡¿Cómo destruyen la comida de la gente!?», se preguntaba una alcaldesa huilense confundida en contra del propio Gobierno.

Ver links de documentales e informes que muestran el peligro de esto, ya que estas empresas multinacionales crean semillas que no puedan volver a reproducirse o que tienen un determinado gen que ellos activan, después del campesino pagarles, para que vuelva a germinar.

Carlos Urrutia, ex embajador de Colombia en Estados Unidos

Carlos Urrutia, ex embajador de Colombia en Estados Unidos

2. Todavía está fresca la renuncia del Embajador de Colombia en Estados Unidos, Carlos Urrutia, a quien se le señala como interesado en el caso de la firma de abogados Brigard-Urrutia, acusados por «asesorar a empresas para apropiarse mediante artilugios jurídicos de inmensas extensiones de tierras baldías que debían ser propiedad exclusiva de campesinos». Según Urrutia, en el país se avecina “un debate eminentemente político” entre sectores que aún viven en un modelo de desarrollo “arcaico” que impondrá restricciones al desarrollo agropecuario y los que buscan generar la seguridad jurídica que permitirá el desarrollo de estas remotas regiones.

Amylkar Acosta, antes acérrimo crítico de Santos, ahora ministro. Así dirigió por décadas a La Guajira

Amylkar Acosta, antes acérrimo crítico de Santos, ahora ministro. Así dirigió por décadas a La Guajira

3. En una jugada clásica del Presidente para enviar a la opinión pública un mensaje de «frescura» de su Gobierno, le aceptó la renuncia al embajador y esta semana cambió el gabinete ministerial. Quizás los campesinos del Huila, ni los mismos de La Guajira, no identifican bien a un nuevo Ministro de nombre Amylkar Acosta, un inteligente político y economista riohachero que brilló en los años 80 por un discurso que defendía los intereses de su Departamento y de la Región Caribe.

Resulta que La Guajira quedó peor en obras y déficit de agricultura y economía, exceptuando la industria minera que terminó beneficiando solo a las empresas extranjeras y a los políticos de turno, como él.

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Practicante del periodismo desde niño, comunicador de profesión, artista por vocación. Email: jorgemariosarfi@gmail.com Móvil: 3185062634
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