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«Yo sabía que Dios le daría su garrotazo al Covid»

Néstor Landero pudo haber sido el heredero del legado de su tío Andrés. La pandemia lo sorprendió vendiendo aguacates por las calles barranquilleras. «Lo malo es que ya la gente se descuidó».

Por Rafael Sarmiento Coley

Néstor Landeros, sanjacintero, amante de la música de acordeón como su tío Andrés, le cuenta al director de este portal, Rafael Sarmiento Coley, su rutina de vendedor de frutas por media Barranquilla todos los santos días de la semana.

“Yo sabía que ese Covid-19 podía ser más malo que el diablo, pero que cuando se propasara, Dios le daría su garrotazo, y ahí lo tiene ya arrinconado, con la mirada ‘estraviá’ como chivo cuando va pa’l matadero”.

Néstor Landero es un campesino puro, nacido en San Jacinto, Bolívar, y criado en las hermosas estribaciones de los Montes de María. Vive con su mujer y dos de sus hijos (Yeini y Osnaider), porque a Janer se lo mataron los paramilitares para robarse unas parcelas.

Sandra Barrios, la dinámica y emprendedora gerente de Susshi Koto, restaurante de comida oriental que presta servicio a domicilio, se toma el trabajo de visitar a sus vecinos, casa por casa, para que prueben la nueva especialidad de su excelente muestra de emprendimiento familiar en medio de la plena pandemia. Un ejemplo de tenacidad y esperanzas.

Vive en una modesta casa de la urbanización Villa San Pablo, en un sector bien ubicado y seguro en el suroccidente de Barranquilla. Su jornada empieza a las tres de la madrugada los siete días de la semana. Un taxi viejo de un antiguo amigo lo recoge y lleva al mercado de las frutas, y de allí lo traslada a un patio abandonado en la Vía 40, donde un amigo le guarda la carretilla en donde coloca sus aguacates sanjanciteros, ñame, yuca, caimitos, guamas, nísperos, melones, y sale empujando su mercancía a recorrer los barrios del norte de Barranquilla, ofreciendo a grito herido sus productos a los habitantes de Paraíso, San Pachito, San Salvador, La Floresta, Las 3 Avemarías, Villa Andalucía, El Limoncito, Villas del Limoncito, Villa Carolina (sus tres etapas), y, ya de regreso, le trae la mercancía a su paisana sabanera Sandra Barrios, que tiene un servicio a domicilio de restaurante con la especialidad de Susshi Koto: 30 aguacates, 10 papayas, tres melones y 5 ahuyamas diarias.

“Me preocupa la gente confiada”

Néstor recuerda que su padre, del mismo nombre, Néstor Landero, era hermano de Rosa Landero, la mamá de Andrés Landero (porque él prefirió quedarse con el apellido materno, y no con el paterno, un músico hermano del acordeonista y compositor vallenato Chiche Guerra).

“Mire, yo pude haber sido un buen músico. Yo era bueno para la décima cuando me iba con mi papá a las parrandas que organizaba su sobrino en el patio de su casa. Ahí compuso ‘La pava congona’. A mí no se me dio por estudiar ni por la música. Y aquí estoy, viendo que la gente se alborota con cualquier cosita que cambie. Está bien que ya empezaron a vacunar, y las informaciones dicen que ya se ha reducido el número de los contagiados en un 50 por ciento, pero eso no es para que la gente aquí en Barranquilla ya se tire a la bartola, sin tapabocas, sin los distanciamientos, lo único que ha faltado es que saquen a Joselito Carnaval a ‘llorarlo’ por las calles, como todos los años. En el primer Carnaval que salí a ver cómo era esa vaina me metí disfrazado de ‘Pájaro de los Montes de María’, es bonito, tiene varios colores en el plumaje, como este sombrero que me quedó de recuerdo”. Néstor, como buen sabanero, paisano de Alfonso Hamburge, habla hasta por los codos.

La preocupación por el ‘desmadre’ de la gente no solo es de Néstor Landero. También Katya Acosta, comerciante (un pequeño supermercado ‘El Encanto’), considera que “es cierto que el pánico ha mermado, pero todavía hay mucha incertidumbre y miedo, porque la gente se hace preguntas obvias: ¿Sirve o no la vacuna?, ¿Cuáles serán los efectos secundarios?”.

Y mientras a su alrededor la numerosa clientela de la tienda de Juan Pablo no habla de otra cosa distinta de la vacuna, la administradora Luz Elena está concentrada partiendo en mil pedazos un cerdo gordo.

«Lo que hay es que tener paciencia. Dios sabe como hace sus cosas, y hay que confiar en él», dice Luz Elena la incansable administradora de tienda ‘Las Brisas 2’. Habla con el periodista mientras que con un aparato medianamente parecido a una motosierra, descuartiza medio cerdo que le acaba de traer su coequipero Juan Pablo.

¡Que se cuiden, carajo!

Aunque las calles en el norte de Barranquilla se mantienen con pocos peatones y el tráfico automotor particular ha mermado, los centros comerciales de grandes superficie se mantienen llenos.

En uno de estos escenarios un guarda de seguridad, tal vez ya cansado de tanto repetirlo, le grita a un par de muchachos que entran riendo a carcajadas y sin tapabocas: “Por favor, el tapabocas”. Y uno de los jóvenes le responde con desdén: “Ay no, ya eso pa’qué”. Entonces el uniformado le grita: “¡Que se cuiden, carajo, tercos de mierda!”. Terminaron por sacarle la “piedra”.

¿El dueño de este precioso pequeño carro sabrá que ese pedacito de cemento donde lo tiene parqueado es zona peatonal? Tiene garaje propio y ancho, pero por la flojera de no abrirlo y cerrarlo, expone al pobre ciudadano de a pie a que se tire por el medio de la vía por donde ronronean a cada minutos los buses y busetas de tres y hasta cinco rutas, las motos de los mensajeros, los taxis y vehículos particulares.

Y, así mismo, muchos habitantes de los barrios altos abusan del espacio público parqueando sus carros en el andén disponible para el ciudadano de a pie.

Carlos Gutiérrez, administrador de una droguería en Villa Carolina se sorprende que, apenas se anunció que este jueves empezaría la vacunación en Barranquilla, “ya uno ve un relajamiento, mucha gente sin el tapabocas. Y eso es muy grave. Es muy bueno que esta panorámica optimista en el mundo para ganarle la batalla a la pandemia nos llegue también a nosotros como un bálsamo bendito. Pero ahora es cuando más nos tenemos que cuidar, para que los contagios sigan disminuyendo en picada, y la vacunación marche a buen ritmo para lograr lo que los científicos denominan ‘inmunología de rebaño’. Cuando lleguemos a ese nivel, ahí sí podremos cantar victoria”.

El administrador de una de las farmacias de Villa Carolina, Carlos Gutiérrez, dice que él no se cansa de incitar a la clientela que llega sin tapaboca, que no usa el dispensario de alcohol y glicerina que está a la entrada de dicho establecimiento a respetar las medidas de bioseguridad y respetar la salud y la vida de los demás.

“La ciencia médica está ganando esta batalla”

Juan Isaac Llanos, barranquillero, médico general con especializaciones en psiquiatría, internista y medicina legal, es todo un personaje en el gremio de la salud y de los periodistas, porque es un ‘periodista frustrado’. A cualquier hora del día o de la noche está disponible para aclarar una ‘duda metódica’.

Después de haber sido durante 25 años director nacional de Medicina Legal, hay que respetarle esas charreteras. Y, claro que se las respetan. En todos estos meses ha sido invitado a centros de estudios médico-científicos para analizar los posibles efectos secundarios de la vacuna contra el Covid-19.

 Se estudiaron los pro y los contras de las cinco o seis propuestas de vacuna que estaban en el tapete. “A la larga, todas son producto de estudios concienzudos, muy profundos y con enorme responsabilidad frente a un reto tan grande para la humanidad”.

Cuando ya los estudios estuvieron bastante avanzados, los directores científicos de uno de los laboratorios invitaron a varios colegas del cuerpo médico que había participado ‘tanques de pensamiento’ sobre la materia a dar ejemplo de la confianza que se tenía en ese biológico. Y, el médico Juan Isaac Llanas fue el primero que dijo: “¡presente!”. Lo único malo fue que tuvo que quedarse dos meses más ‘por si acaso alguna vaina’.

Ya en Barranquilla, Juan Isaac Llanos declaró este miércoles que “la ciudadanía puede estar absolutamente confiada en las bondades de la vacuna. Desde luego que hay excepciones. Gente con algunos antecedentes clínicos. Hipertensos. Diabéticos. O que hayan sido sometido a intervenciones quirúrgicas complicadas, lo mismo que a mujeres en estado de embarazo. Para esa población las autoridades colombianas de la salud tendrán un plan especial de prevención”.

¿Dudas?

Neyer Obregón, uno de los encargados de llevar los domicilios en una tienda de barrio, sostiene que “hay demasiadas cosas por aclarar. A mí me gustaría saber si en verdad el Coronavirus surgió de la nada; o fue, como se asegura, producto de una trama diabólica. Sí. Tego muchas dudas”.

Neyer Obregón, repartidor de domicilios de una tienda de barrio de mucho movimiento, dice que tiene muchas dudas sobre lo que está pasando en el mundo con el coronavirus, la vacuna, sus daños colaterales, sus consecuencias a futuro.

Claro que las hay! Y por montones. Porque el ser humano se aculilla ante lo desconocido. Si se supiera que después de la muerte –si el cristiano se ha portado bien- hay un paraíso, nadie le tendría miedo a la muerte. Y ocurriría como en el final de ‘Las intermitencias de la muerte’ (José Saramago).

Ella, la muerte, fue a entregar la notificación al postulado para marcharse de este mundo, un refinado y bien plantado violinista que animaba las noches alicoradas en un exclusivo club social. Para la ocasión, Ella, la señora muerte, se puso las mejores galas. Hermosa. Esbelta.

Se sentó en la mesa semioculta en un rincón, el propio jefe de meseros la atendió, al ver a semejante estampa de mujer ‘terrenal’. “Vengo a dialogar con el violinista”, dijo. Cuando el violinista terminó su jornada, el maître lo condujo hasta donde la dama. Ella lo invitó a que tomara asiento. “Es tan guapo, tan buenmozo, que tenía la piel de durazno y la voz como la prolongación de la música de su violín”, pensó Ella.  Bailaron con la música del establecimiento. Se tomaron muchas copas. Y Ella, que nunca había dejado de cumplir la misión de ir por todos los rincones del mundo a repetir las notificaciones del difunto de turno, esa noche perdió el control de su tiempo. Hicieron el amor y durmieron como dos angelitos. Al día siguiente nadie murió.

Sobre el autor

Director general de Lachachara.co y del programa radial La Cháchara. Con dos libros publicados, uno en producción, cuatro décadas de periodismo escrito, radial y televisivo, varios reconocimientos y distinciones a nivel nacional, regresa Rafael Sarmiento Coley para contarnos cómo observa nuestra actualidad. Email: rafaelsarmientocoley@gmail.com Móvil: 3156360238 Twitter: @BuhoColey
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