
En los hogares debemos hacer uso de todos los métodos de bioseguridad y protección, especialmente los días de Nochebuena y Año Nuevo.
Por: José Consuegra Bolívar
Al llegar la noche buena, canto alegre para ti, que tu fiesta siga así y que me alumbre tu estrella. Niño Dios, Niño Dios, qué nos vas a regalar, ay, Niño Dios, ay, en esta navidad”, dice la escuchada y tarareada canción ‘Niño Dios’, de Joe Arroyo, que invita a la unión familiar y a promover los sentimientos de afecto y entrega que se expresan a través de la tradición del aguinaldo.
En efecto, a estas alturas de diciembre, todos estamos empeñados en hacer catarsis de los episodios negativos vividos durante este año y llenarnos de la alegría del espíritu navideño. Igualmente, en preparar la cena de Navidad y los regalos del Niño Dios para los niños, ponemos todo el empeño para que el festejo esté embebido de fraternidad, unión familiar y amor. Sin embargo, sabemos que este año nada será igual, nos corresponde adaptarnos a las nuevas circunstancias impuestas por la letal pandemia y gozar estos maravillosos momentos a través de la telepresencia.
La segunda ola del coronavirus marcha con fuerza por los países europeos y algunas ciudades y departamentos del país, dejando una estela de enfermedad y muerte. Alemania, por ejemplo, volvió a un confinamiento estricto con cierre del comercio no esencial, prohibición de reuniones o festejos en espacios públicos, restricción de los oficios religiosos y la recomendación de no viajar, entre otras medidas. Acciones similares han adoptado otros países para frenar los contagios. En Colombia se han extremado las medidas de aislamiento social; en ciudades como Cúcuta la situación es sumamente crítica, tanto que la ocupación de unidades de cuidados intensivos es del 91,8%.
En los hogares debemos hacer uso de todos los métodos de bioseguridad y protección, especialmente los días de Nochebuena y Año Nuevo: la mascarilla, el lavado permanente de manos y, ante todo, compartir únicamente con las personas con quienes convivimos en el mismo techo. Está claro que los festejos virtuales nunca reemplazarán el contacto personal con los seres queridos, pero son la opción ideal para mantener la cercanía en estos momentos de gran riesgo de infección.
Atención cercana y mucho cariño debemos brindarles a los niños, quienes siempre esperan ilusionados y ansiosos los regalos del Niño Dios y la época de vacaciones; como lo describe un artículo del New York Times que analiza los efectos a largo plazo de la pandemia, se trata de una “generación criada en cuarentena”. El amor y la comprensión que les transmitamos son vitales para sobrellevar la actual ‘normalidad’.
Esta Navidad agradezcamos que, en medio de un año tan difícil, tenemos la oportunidad de seguir disfrutando de los amigos, la familia, la salud y, especialmente, la vida. Desde marzo hemos desplegado la creatividad, el ingenio, el cuidado, la paciencia para adaptarnos a la cuarentena y evitar la Covid-19; la Navidad y el Año Nuevo no pueden ser la excepción. Por ello, hagamos un esfuerzo adicional y vivamos unas fiestas distintas, pero con el amor y la felicidad de siempre.
° José Consuegra Bolívar, rector Universidad Simón Bolívar