«Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo».
Por:Estela Monterrosa
Reza uno de los comienzos más recordados de la literatura latinoamericana, obra que se publicó por primera vez en Buenos Aires en 1967.
Y allí en Cartagena en la casa del marqués de Valdehoyos a la sombra de frondosos árboles, personas de distintas nacionalidades escucharon en Cartagena de Indias pasajes de ‘Cien años de soledad’, una lectura colectiva para conmemorar el medio siglo de publicación de la novela más universal del nobel colombiano Gabriel García Márquez.
El idioma no era importante, la edad tampoco, la nacionalidad mucho menos, y la condición física tampoco era impedimento. Fueron tres días de total gozo, leyendo allí reunidos y enlazados como amigos en conexión con la literatura.
Cuando la hora de la lectura llegaba, el patio era “Macondo” sentíamos caer las flores amarillas y la magia nos envolvía de tal manera que cuando iniciamos la lectura el tiempo no pasaba y solo queríamos leer y leer, arropados por la magia del sitio, de la obra y de todos los allí reunidos.
Jaime Abello Banfi director de la FNPI el 26 por la tarde dio por iniciado el homenaje a Gabo y su libro, y así empezamos a celebrar el gozo de leer Cien años de soledad y pasó Fernando Aramburu, Héctor Abad, y Daniel Mordzisnki, quien tantas veces retrató a Gabo en sus fotografías aquí estaba leyendo y admirando por siempre a Gabo, Brigitte Labbé lee las aventuras y desventuras de los Buendía en francés, luego el escritor Iacopo Barios las lee en italiano la historia de Macondo, las guerras y el amor.
Y el poeta Cristo García Tapia también leyó su fragmento favorito quien evocó el «diamante más grande del mundo» durante la lectura de Cien años de soledad, Alberto Abello, Ricardo Corredor se dejaron agarrar de la magia garciamarquiana y allí estaban leyendo su fragmento favorito, y le tocó el turno a Estela Monterrosa, que llegó de Barranquilla y explicó allí, que representaba a la Cháchara y explicó por supuesto que era la cháchara ante el interrogante de los allí presentes.
Y en braille, Amparo Buelvas leyó la obra maestra de Gabriel García Márquez, y hasta en árabe, porque Joumana Haddad leyó en árabe las dos últimas páginas de Cien años de soledad. Una muestra de la importancia universal de la obra de Gabo. Paso a paso, se fueron consumiendo los días y llegó el final de uno de los eventos más bonitos del Hay Festival 2017, donde con este homenaje a Cien años de soledad hemos podido ver que hay obras que traspasan lenguas, costumbres, tradiciones que unen a la diversidad.
Y descendieron las mariposas amarillas y remedios la bella subió al cielo y todos quedamos contagiados para siempre de los personajes de cien años de soledad, de Macondo y de la amistad lograda en este evento.
La lectura colectiva fue solo uno de los actos con los que la FNPI conmemora los 50 años de publicación de ‘Cien años de soledad’, pues a lo largo del 2017 celebrará en los países iberoamericanos diversas actividades para “dar a conocer el legado de su fundador” y al mismo tiempo, “promover el periodismo ético, creativo e innovador”, la otra pasión del periodista. Y allí en la colonial casa del Marqués de Valdehoyos, sede alterna de la Cancillería en Cartagena, en cuyo patio, bajo almendros, palmeras y árboles de mango, y acariciados por una fresca brisa caribeña, culminamos este hermoso homenaje.