Durante las siete horas que permaneció en el quirófano, en la operación a corazón abierto, el alma del locutor radial Juan Molina Pomárico llegó al cielo y tocó la puerta.
Por Francisco Figueroa Turcios
Y San Pedro le dijo: «usted no puede entrar, le falta una misión en la tierra: predicar la palabra”.
El 6 de octubre del año 2010, Juan sintió una pequeña sensación gástrica y un leve dolor en el pecho, por lo que su esposa Adela Ojeda lo llevó a la clínica Bautista. Por la sintomatología le aplican una inyección de ranitidina y le calmó el dolor.
«Me dieron de alta en la clinica y, como se alivió el dolor, me fui almorzar al restaurante «La cueva de los fritos». Allí me comí un sancocho de costilla. Pero a las 2 de la madrugada del día siguiente, es decir, el 10 de octubre, se me volvió a repetir el dolor, esta vez más intenso, por lo que no hubo de otra que retornar a la clínica Bautista. Me practicaron exámenes y determinaron que era operación, por lo que me trasladaron a la clínica General del Norte, donde me hicieron cateterismo y me resultaron tres venas obstruidas, por lo que estaba a las puertas de un pre-infarto. Recibí la charla de la sicóloga y a poco rato llegó el médico que me entregó una carta con los riesgos que tenía una operación de corazón abierto. Eran diez puntos y el último, así con suspenso y todo, era la muerte. Cada vez sudaba más a medida que iba leyendo cada riesgo, pensé que hasta ahí llegaba, pero de inmediato reaccioné y saqué fuerza de voluntad, me puse en la presencia del señor Jesucristo, en voz alta dije ‘Señor, tu voluntad'», recuerda Juan Molina.
La operación duró más de lo previsto. El cálculo inicial eran cinco horas, comenzaron a las siete de la mañana y terminaron a la una de la tarde. Hubo complicación, pero hoy Juan está vivo y los médicos consideraron que fue un milagro. Estuvo a un paso de la muerte. «Dios tiene un propósito conmigo. Me dio una oportunidad para predicar su palabra», afirma con vehemencia.
Juan encarna historia de Saúl
Juan Molina tiene dos pasiones: la radio y la música. Las dos van de la mano. Soñaba con ser la voz líder de una gran orquesta, pero no se le dio. Cuando incursionó en la radio fue comentarista deportivo desde 1978. Sus primeros pasos en la radio fueron en Riomar de Todelar, luego estuvo en Radio Sutatenza, y donde permaneció más tiempo fue en RCN, al lado de Mike Fajardo. Como siempre, mostró su inclinación hacia el género musical.
En el año 1996 fue nombrado director de Rumba Stereo, emisora de RCN. Al poco tiempo creó el programa «La rumba del oyente”, que se difundía todas las tardes y se constituyó en todo un éxito. «La emisora Rumba Stereo ese año ocupa el primer lugar superando a radio Olímpica y mi programa «La rumba del oyente» que lo hacía de 3 a 5 de la tarde tenía los más altos índices de sintonía».
«Era un hombre feliz, lograba mi objetivo en corto tiempo. En diciembre el gerente Ruben Darío García el premio que me dio como estimulo al lograr tremendo éxito fue la carta de despido. Nunca me dio la cara para justificar mi salida, fue un duro golpe para mí, pensé que se me había acabado el mundo. Entre en estado depresivo, intenté buscar otra emisora para trabajar pero todas las puertas se me cerraron.
Acudí a buscar ayuda espiritual, fui donde el padre Holman, después donde el padre linero y le rezaba a todos los santos y el milagro no se me hacía. Hasta cuando una vecina me recomendó la iglesia Central de Boston y encarnó la historia de Saúl que está registrada en la biblia en Hechos:
‘Y Saulo respirando aún amenazas y muerte contra los discípulos del Señor, fue al sumo sacerdote. Y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, a fin de que si hallaba algunos hombres o mujeres en el camino, los trajese presos a Jerusalén. Pero yendo por el camino aconteció que, al llegar cerca de Damasco, súbitamente le rodeó un resplandor de luz del cielo; y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo ¿por qué me persigues?y él dijo: ¿Quién eres, Señor? y el Señor dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es dar contra el aguijón».
Así hice yo, como Saulo, cada vez que pasaba por la iglesia Central de Boston, cuando veía a las personas que congregaban allí, los miraba con desprecio, con odio, me escondía y les tiraba piedras, los perseguía. Y Jesús de Nazareth me puso una dura prueba, cuando vivía el momento más feliz de mi vida, cuando era director de Rumba stereo el gerente me despidió. Y luego no encontrar trabajo y luego ir a donde los padres Holman y Linero, un vecino me recomendó ir al pastor de la iglesia Central de Boston, esa misma que maldecía y me tocó doblar rodillas y pedir perdón para ser aceptado dentro de esa comunidad. Yo no los perseguía a ellos, sino al Señor Jesucristo.
Si Dios no tuviera un propósito conmigo, hoy ya tuviera cuatro años muerto. Ahora mi meta es ser pastor. Cuando antes me ponía a leer la biblia me quedaba dormido o me daba mucha pereza», relata Juan Molina.
Tiempo después Juan Molina conoció a Erick Bula, que hacía el programa en Radio Cultural Uniatónoma. «Al encontrarme con él me comentó que tenía los planes de irse a probar el mundo americano y que a la única persona que recomendaria para que se quedara en ese espacio era a mí. Pasaron los días y no tuve ninguna noticia. Después de seis meses un amigo me dijo que me estaban llamando de la emisora, me presenté y efectivamente me contrataron».
Desde entonces Juan Molina cuenta en la Tierra el llamado que le hicieron cuando él toco las puertas del Cielo.