El exministro, fallecido este fin de semana en Barranquilla, fue el más elocuente defensor de la obra de López Michelsen.
Por Chachareros

Humberto Salcedo Collante, exministro e ingeniero civil, deja un legado al sector de la construcción.
Humberto Salcedo Collante, quien se desempeñó como ministro de Obras (1974-1978) del gobierno del presidente Alfonso López Michelsen, era un Marco Tulio Cicerón de estos tiempos por las firmes posiciones que asumía en defensa de una causa y por su verbo candente que hubiera puesto a temblar al mismísimo Lucio Sergio Catilina.
Salcedo Collante murió a sus 90 años en la madrugada de este domingo en la clínica del Caribe en Barranquilla a causa de un cáncer de riñón que padecía desde hace varios años.
Para ubicarlo en los dos tiempos (el de Catilina y Cicerón) y en el de López y sus enemigos, un breve vistazo a la historia del imperio romano, año 63 antes de Cristo. Catilina asumió una conjuración contra el Senado romano y su figura central Julio Cesar, el emperador. Ante lo cual salió al ruedo Cicerón y, en cuatro demoledoras intervenciones de cinco horas cada una (intervenciones profundas, certeras, hirientes, irónicas, que por su calidad y efectos fueron denominadas ‘catilinarias’), desplumó al enemigo y lo dejó como un simple mentiroso.
En el cuatrienio de López Michelsen, su ministro de Obras (lo que ahora es Ministerio de Transporte), defendió con entereza y un verbo fluido más hiriente y directo que su contendor, el periodista Daniel Samper Pizano, en ese entonces al servicio de El Tiempo, diario del cual era socio minoritario.
Todo se debió al proyecto denominado Carretera de Los Llanos, que tenía todas las justificaciones del momento. Desembotellaba la zona más rica en agricultura y ganadería. La senda del progreso. Con densos valles para la ganadería intensiva y vastas tierras para el arroz, la caña de azúcar, el maíz y todo tipo de cultivo mecanizado y a nivel semi-industrial.
La famosa Carretera de los Llanos conectaba medio país, con el otro medio país, y facilitaba que la tierra llanera se convirtiera en la envidiable despensa alimentaria del centro de Colombia, incluida su capital.
La carretera de ‘La Libertad’
El punto flaco de la carretera es que a uno de los hijos de López Michelsen, Felipe López Caballero (el dueño de la revista Semana), se le dio por comprar una ‘finquita’ llamada ‘La Libertad’ por allá por los Llanos, justo a la orilla de la famosa carretera.
Desde entonces Samper Pizano y demás enemigos del Gobierno de López Michelsen le cayeron a palo y machete al estadista liberal, con el apoyo de columnistas de la talla de Lucas Caballero (Klim) y Enrique Santos Calderón.
Una de las defensas en cartas, columnas y en su libro ‘Intimidades de una calumnia’, de Salcedo Collante, era que, cuando se pensó en el gigantesco proyecto de la Carretera de los Llanos, no estaba entre los planes la idea inane de ‘hacerle una carretera para una finquita de un hijo de López’, sino un proyecto macro de enorme beneficio para todo el país, como en efecto se demostró después. Y sigue siendo vigente esa prueba ‘catilinaria’.
Para colmo de males, nuestro Cicerón criollo tuvo que enfrentarse a unos detractores locales por el proyecto de canalización del arroyo de Rebolo que en cada invierno causaba más de un ahogado y arrastraba uno que otro carro.
Como durante 30 años hubo mucha discusión acerca de cómo quedaría canalizado el arroyo, finalmente Salcedo Collante, ingeniero civil connotado, hizo su diseño y empezaron las obras. Lo que enfureció a los críticos. Pero Salcedo Collante se salió con la suya. A la larga era el Ministro consentido de López.
Pero la vida les cambia a los grandes hombres en medio de dolorosas paradojas. Salcedo Collante al final de sus años, como contratista de un Estado al cual él sirvió con denuedo y pulcritud, tuvo que soportar la quiebra de su firma constructora por la excesiva tardanza en los pagos. Tanto así que en una ocasión, la demora en los pagos llegó a exasperarlo tanto que no encontró otro camino que las vías de hecho y una mañana bien temprano se encadenó con respetables candados en la puerta principal de la Alcaldía. Por donde entraba el Alcalde. Solo así pudo ver el pago de sus deudas. Y eso, a cuenta gotas.
Enfrentó los retos con decisión
Salcedo Collante fue un ilustre militante del Partido Conservador, y pudo haber sido un respetable candidato presidencial de no haber estado de por medio una jauría de detractores gratuitos en la capital de la República, por el hecho de asumir la defensa enhiesta del Gobierno de López.
A nivel local, en Barranquilla y el Atlántico acompañó al sector conservador que orienta el senador Roberto Gerlein Echeverría, quien dijo de él que “siempre enfrentó los retos personales, familiares y, sobre todo, los administrativos y políticos con decisión y éxito. Era un hombre profundamente inteligente y analista de los problemas”.
Salcedo Collante además se destacó por ser el representante del desarrollo a nivel de carreteras en la región Caribe. Entre una de sus grandes obras se resalta el inicio de la Vía al Mar que conduce a Cartagena y la canalización del temido arroyo de la 21 entre otras obras.
Actualmente se dedicaba a asesorar en materia política a los miembros de partido conservador. Salcedo fue estudiante del colegio Biffi La Salle y sus estudios universitarios los hizo en la Escuela de Minas de Medellín.
Sus amigos lo recuerdan como un hombre inteligente, de recio carácter, luchador y sagaz.
El sepelio del exministro, ingeniero civil de profesión, se llevó a cabo ayer a las 5 de la tarde en el cementerio Jardines de la Eternidad.
Primero sus principios
Salcedo Collante, quien el 15 de diciembre cumplía sus 90 años, se destacó por defender sus principios a “capa y espada”. Entre las obras que impulsó Salcedo la dirigencia política y empresarial resalta el inicio de la Vía al Mar, que conduce a Cartagena, que hoy es una importante carretera inmersa en proceso de ampliación a doble calzada.
“Fue un gran visionario, fue el primero en el país que habló de la necesidad de la doble calzada. Recibió injustas críticas desde el interior país y hoy los colombianos nos damos cuenta de que tenía la razón. El país y el Partido Conservador pierden un gran hombre”, expresó el congresista Efraín Cepeda.
El también senador conservador dijo que tuvo la “fortuna de ser su discípulo”.
“Más que su amigo fui su aprendiz y admirador de sus obras. Él tenía un carácter muy firme, una concepción clara de la vida, de la familia, de la transparencia, de la seguridad y de la lealtad”, subrayó Cepeda.
Amigos cercanos y familiares lo recuerdan como un hombre dedicado a la lectura, en especial la que estaba relacionada con la historia y la política del país, y contaron que jugar ajedrez era la forma como ejercitaba la mente. “Manejaba la sátira de una forma brillante y sagaz. Era un apasionado a la lectura y al ajedrez”, comentó su amigo el optómetra Teodoro Tarud Jaar. Era amante del fútbol y del tenis, deporte que practicó.
Salcedo Collante estudió en el Colegio Biffi y luego en la Escuela de Minas de Medellín. Su nombre lo lleva uno de los salones de la casona del Prado, una iniciativa de la Sociedad de Ingenieros del Atlántico, en homenaje a sus aportes a Barranquilla como servidor público.