Su legado incluye ‘La ópera del mondongo’, crítica mordaz a la Barranquilla de élite; ‘La subienda’, trabajó junto a Álvaro Cepeda Samudio.
Por Roberto Flores*

Roberto FLores Prieto, barranquillero, director de cine galardonado a nivel nacional e internacional. Tomada de ProImágenes
Luis Ernesto Arocha y yo jamás fuimos amigos, nunca compartimos un set, no tengo foto alguna que registre coincidencia en tiempo y espacio. Sin embargo, en una época, cuando algún joven deseoso de empezar a trasegar por el camino del audiovisual me buscaba en mi oficina y me pedía una oportunidad, yo siempre le preguntaba: ¿Sabes quién es Luis Ernesto Arocha? Puede haber pasado 4 ó 5 veces y nunca sabían.
Yo les decía, vive aquí mismo, baja a su apartamento y averigua qué ha hecho. Nunca subieron de vuelta, ya sea porque no les abrieron la puerta, porque no les dijeron nada o porque no se atrevieron. Siempre lo respeté en silencio y desde la distancia, a sabiendas, además, de que en nuestra limitada tradición audiovisual, él era el único eslabón vivo entre Alvaro Cepeda y los más jóvenes. Muchos le deben mucho.
En el Caribe, donde los referentes son pocos, Luis Ernesto demostró imaginación, pasión y amor por el oficio. Dirigió, fotografió, editó, escribió, enseñó. Demostró una agudeza y un humor inteligente, que solo el Grupo de Cali acuñó en Colombia.
Es fundamental que preservemos nuestra memoria y que apreciemos a todos aquellos que han ayudado en mayor o menor medida a construir un camino. Cuando hacíamos en Kymera la primera temporada de Travelling, en la que hicimos un esfuerzo tremendo por dejar testimonio de todas las iniciativas, productos y personas posibles, que hicieran parte de la historia audiovisual del Caribe colombiano, perseguimos literalmente a Luis Ernesto durante tres meses para que concediera una entrevista. Mi indicación siempre fue que esa temporada no podía culminar sin la presencia de Luis Ernesto. Hoy se fue, como nos iremos todos, pero espero que más jóvenes sepan quién fue Luis Ernesto Arocha, y que trabajen arduamente para ser mucho mejores. Porque de eso se trata una tradición, de recibir el legado para mejorarlo y pasarlo a las futuras generaciones. Hasta siempre, Luis Ernesto… y que sigas filmando, allá donde estés.