Mi nombre es Diego Alejandro Vargas Aguilar, y lo reconozco: fui un devoto católico y magufo.
Por Andrés Ibáñez – El Satírico
En el 2003 cursaba undécimo grado, año que debía estudiar para recibir el diploma de bachiller académico. Antes de terminar, debía presentar las pruebas del Icfes. Cuando enfrenté ese momento noté algo sospechoso, que me gustaba y a la vez no me importaba, me hacía sentir muy bien y me permitía presumir un logro con mi familia y compañeros del colegio. Resulta que esas pruebas tenían un margen de error tan alto que yo, sin saber un mínimo grado de inglés, logré cerca del cincuenta por ciento del puntaje, lo cual suponía que “tenía un alto conocimiento del idioma extranjero”, cuando en realidad no sabía hablarlo, entenderlo ni mucho menos escribirlo.
¿Quién no se siente bien mostrando un certificado a sus compañeros donde acreditas que eres mejor que muchos otros de tu clase?
El puntaje era similar o superior en otras áreas como biología, química o matemáticas; un puntaje considerado alto y que me permitía presumir algo que no sabía. Me gradué siendo un devoto católico con pésima ortografía, y reconozco que el decreto de promoción automática que rigió durante varios años en Colombia, y que impedía que más del cinco por ciento de los estudiantes que cursaban un año lectivo perdieran el año, fue mi mejor amigo durante varios años en los que no era el mejor estudiante de la clase, y al final del año siempre me salvaba de reprobar el año lectivo, debido a que había compañeros que presentaban un peor rendimiento académico.
Cuando digo que ese decreto era mi mejor amigo, lo digo de manera literal, porque también era pésimo en relaciones sociales, y aún lo soy; y al estudiar en un colegio que no me otorgaba educación especializada, debía sortear todos los problemas que me llegaban a la hora de realizar trabajos donde debía interactuar personalmente con mis compañeros. Es fácil creer que sabes algo que en realidad no sabes, o creer que eres un incapaz cuando en realidad tienes un gran potencial para servir a la sociedad; y la educación ofrecida en Colombia te puede hacer creer las dos cosas a la vez.
Estuve cerca de no tener ceremonia de grado debido a que reprobé varias materias, lo cual no era suficiente para reprobar el año lectivo debido al amigo que ya mencioné (el decreto de promoción automática), pero una norma del colegio pretendía dejar a los malos estudiantes sin ceremonia de grado a manera de castigo por no haber cumplido con todos los logros académicos, pero dicha norma fue tumbada por una acción legal promovida por mis compañeros, y a última hora todos los estudiantes que no habían perdido el año escolar nos pudimos graduar con ceremonia.
No fui aceptado en la Universidad Nacional de Colombia, ya que el puntaje obtenido en el examen de admisión no fue suficiente para los pregrados solicitados que tenían poca oferta y mucha demanda, y no insistí en presentarme nuevamente; seguí como un devoto activista en la comunidad católica a la que pertenecía, asegurando mi camino al cielo mientras trabajaba gratis para la iglesia.
Me gustaban los programas sobre ciencia de Dicovery Channel, y a la vez me creía las historias de “el día menos pensado” del canal infinito, que relataba historias donde los fenómenos paranormales eran la regla, donde los muertos volvían desde el más allá a proteger a los vivos y el futuro se podía ver en las cartas del Tarot. Sentía envidia de los videntes, los hipnotistas y las personas que tenían “poderes” para curar enfermedades, anhelaba tener las mismas capacidades que ellos; me preguntaba si no era lo suficientemente bueno como para que la Virgen María se me apareciera como se les ha aparecido a otras personas.
La comunidad católica me permitió relacionarme mejor con las personas, ya que interactuaba con un grupo de gente mayor que yo, con las que coincidía en gustos tan básicos como la música, la forma de vestir o los intereses culturales que no compartía con los jóvenes de mi edad. En un grupo conocido como proceso integral de nueva evangelización (PROINE) también aprendí que lo peor de la coacción es cuando debes creer que estás haciendo un trabajo voluntario, y en realidad estás presionado por la sociedad y el temor a un supuesto dios que te ama, pero que te pedirá cuentas algún día por tus acciones, acciones que ese mismo dios te permite hacer y que además ya sabía que yo las haría. ¿Notan algo absurdo? A pesar de que aprecio la comunidad religiosa a la que pertenecía, no deja de ser una secta que te convierte en empleado sin sueldo y donde la obediencia es una virtud, no es fácil comprender que trabajas para una institución con un prontuario criminal más grande que el del Partido nacionalsocialista alemán, enemiga de las libertades individuales.
Irónicamente, en la comunidad religiosa nació mi rechazo a la superstición, pero no por razones científicas, sino por motivos dogmáticos; y fue mi búsqueda de argumentos contra supersticiones populares como la adivinación o la brujería la que me llevó a cuestionar los dogmas católicos que quería defender. ¡Y es que yo no quería atacar la superstición con la simple idea de que era pecado, y que la Biblia lo prohibía! Quería razones más fuertes que las que aprendí en la comunidad religiosa.
A la edad en que los niños sólo piensan en sus amigos y en sus novias, yo ahorraba dinero de lo que mis padres me daban para el refrigerio en el colegio, ese dinero me servía para darlo en préstamo a mis propios padres y familiares con una tasa de interés algo más alta que la permitida legalmente, con el tiempo tuve la oportunidad de disponer de un pequeño apartamento de la casa de mi padre, el cual terminé de construir para darlo en alquiler, hasta ahora me permite tener renta fija mientras vivo en la casa familiar.
Mi facilidad para ahorrar dinero y no gastarlo (¿gastarle a quién?), me permitió obtener mi primer computador en el año 2006, y luego una conexión a internet mediante módem de 56 kb/s, fue cuestión de tiempo para que mi deseo de instruirme para atacar la superstición en defensa del dogma católico me hiciera llegar a los foros de internet. De repente podía relacionarme con muchas personas que compartían mis ideas, y tenía a mi alcance toneladas de información y desinformación para disponer de manera sesgada y en beneficio de mis intereses personales; y por primera vez entendí que usar el horóscopo no sólo era pecado ¡también era un fraude basado en la ambigüedad! Y que la adivinación y el contacto con los muertos no sólo era pecado ¡Era algo imposible, basado en técnicas de lectura en frío y en el deseo de las personas de escuchar mentiras consoladoras en vez de verdades incomodas! ¿Y para qué deseaba el amor de un dios protector, cuando sabía que la brujería no funcionaba? Fue una pregunta que aún no me había hecho. El dogma católico en el que había sido adoctrinado era incuestionable, y lo defendía en los foros de internet donde participaba; y recuerdo especialmente el foro del canal Dicovery Channel, un buen canal de televisión que se empezó a llenar de basura, con programas como “clarividentes” o “psíquicos forenses”, que reemplazaban programas donde era la pericia científica y no la magia de los forenses la que resolvía los crímenes.
Estaba cuestionando todo, y pronto conocí series de televisión de mejor calidad como “revelaciones” de National Gegraphic Channel, donde podía observar la forma como muchos mitos, leyendas y afirmaciones sobrenaturales eran sometidos a prueba y descartados. Pronto aprendí que afirmaciones extraordinarias requerían de pruebas extraordinarias, y que las explicaciones más simples a un fenómeno extraño tienden a ser las más acertadas. Tenía una poderosa herramienta para combatir la superstición, que inevitablemente empezaba a chocar con los dogmas de la iglesia católica que quería preservar. Empecé a promover el escepticismo mediante las herramientas que Internet me facilitaba, pero mi falta de escepticismo era obvia, debido a que no cuestionaba mi religión y defendía al gobierno que imperó en mi país durante ocho años, y que causó daños que sólo ahora comprendo; creía en el mesías que me daría la vida eterna, y en el mesías que derrotaría el terrorismo en Colombia. ¡Poco a poco me uní a foros escépticos donde obtenía explicaciones racionales para enfrentar la superstición, y fue cuestión de tiempo para que me hicieran reclamos por escribir todo en mayúsculas y con mala ortografía…! ¡Algo andaba mal! Noté que los dogmas de la iglesia católica estaban tildados como superstición, y que existían muchas otras religiones con diferentes dogmas, dioses y rituales, y que dichas religiones también manifestaban tener la verdad revelada, contenida en libros sagrados y predicada por profetas considerados sagrados por los creyentes.
Casi sin darme cuenta, me encontré criticando las ideas del catolicismo cada vez que salía de misa, sentí asco de la homofobia predicada por el sacerdote de mi parroquia, que luego supe que era una directriz general de la iglesia y no un caso aislado de un cura homofóbico. Luego noté la forma como el sacerdote, que se mostraba como defensor de los campesinos, los explotaba obteniendo sus productos en donación para la fiesta patronal, para que luego ellos mismos los compraran, generando una ganancia económica enorme para el sacerdote, mientras que los campesinos obtenían bendiciones de la Virgen María; y la Virgen ¡tan equitativa ella! Le socorre al sacerdote en cada fiesta patronal, unas ganancias netas que bordean los cuarenta mil dólares, mientras que los campesinos y los hermanitos de la comunidad que trabajan para la fiesta deben conformarse con las bendiciones de dios. No miento ni exagero, porque he estado en misa cuando el sacerdote presenta el informe de gestión. Y que no se olviden que trabajar para la fiesta patronal no te exime de cumplirle con el diezmo a dios para obtener sus bendiciones, ¡El capitalismo en su expresión más salvaje, cuando se obtiene dinero real a cambio de productos imaginarios! Después de todo tu premio llega cuando te mueras, mientras el pastor o sacerdote recibe el capital durante su única vida en la tierra; y cuando un hermanito de la comunidad muere el sacerdote dirá con seguridad que su alma ha llegado al cielo, ¿cómo lo sabe? No sé… lo único cierto es que al muerto ya no lo puede amenazar con el infierno; esa amenaza seguirá siendo para los vivos que escuchan el sermón.
No sé en qué momento me volví ateo, sólo recuerdo que a finales del año 2009 decidí retirarme de la comunidad católica a la que pertenecí por casi diez años, desde entonces me sentí apto para poder criticar sin temor las aberraciones de las que soy testigo día a día. Ya tengo la ciencia para combatir la superstición, una herramienta valiosa y al alcance de los niños; y la ciencia resultó ser una vacuna tan excelente que también me hizo inmune ante el virus de la fe. El conocimiento elimina la ignorancia, sin ignorancia no hay miedo, sin miedo no hay fe, y sin fe no hay dios ni religión. Cuando dejas de creer en el dios de la lluvia desearás saber la verdadera razón por la cual cae agua del cielo con frecuencia; y cuando dejas de creer que las casualidades de la vida, buenas o malas, son causadas por un dios, desearás saber la verdadera razón por la que ocurren, y te adentrarás en el maravilloso mundo de la estadística y la probabilidad. Si conoces la verdadera razón por la que llueve con frecuencia, notarás que rezar no sirve para hacer llover o para detener la lluvia; y si tienes un conocimiento básico de estadística, entenderás que tu esposa o esposo no fueron regalos de dios, sino una simple casualidad determinada por tu época y lugar de nacimiento, entre otras variables que no están bajo tu control, el control divino, el control de los planetas como lo aseguran los astrólogos, o el control de cualquier charlatán que se cree brujo.
Esta fue mi historia, aún no termina. El escepticismo no es una meta a la que debes llegar, sino una herramienta para transitar en el camino de la vida, lleno de engaños, supersticiones y ofertas fraudulentas que van desde productos para adelgazar hasta promesas de vida eterna después de la muerte, o felicidad eterna en esta vida que generalmente terminan en decepciones y sufrimiento, a causa de las promesas falsas que siempre te hicieron pero nunca te cumplieron.
Soy ateo, decidí serlo por convicción propia y no porque alguien me lo dijo. Nadie me obligó. No me creo más que nadie por serlo, tampoco quiero impresionar a las personas que me rodean. No soy un resentido social, por el contrario, conservo una paz en mi ser que sé que ninguna religión me va a brindar.
Soy ateo, me gusta el debate, el uso del pensamiento crítico, y con sinceridad expreso lo que pienso, en una sociedad en su mayoría enferma de hipocresía y doble moral.
Cuando dudo busco respuestas, cuando sé algo me gusta compartirlo, no para parecer superior o intelectual, sino para aportar a la construcción de un mundo mejor, porque realmente me interesa generar un cambio positivo en la forma que tiene la mayoría de personas de concebir la <<causa de cada cosa>>.
Soy ateo, y no es algo de lo que deba avergonzarme. Si soy bueno con alguien es porque me nace, y no porque estoy esperando algo a cambio, o porque supongo que hay un ser que me está observando en todo momento.
Soy ateo, y considero que cada imposición religiosa se basa en la ubicación geográfica que tengas. Si hubieras nacido en otro continente, seguramente tendrías otras creencias.
Soy ateo, me va bien y pienso libre, no me creo perfecto.