Se cumplieron 100 años del natalicio de Stanley María Matutis, padre lituano considerado como un apóstol de los pobres que dejó una huella imborrable en el suroriente de Barranquilla.
Cada 13 de febrero era especial para el Padre Matutis. Ese era el Día del periodista y el Padre se había convertido en un guía para todos los que ejercemos el oficio.
Sagradamente nos ofrecía una misa anual en la iglesia San Roque. Era una cita donde no se podía fallar. Con su carisma nos fue atrapando; sin darnos cuenta, esa misa era un encuentro de amigos.
Siempre me recibí con la frase: «Figueroa Turcios, sólo en el día del periodista es que me visitas, el resto del año no existo para ti». Era una frase de cajón, por molestarme, porque nuestra comunicación era permanente.
Yo trabajaba en el Diario del Caribe y cuando menos pensaba me llamaba para que lo apoyara en sus campañas ya fuera para restablecer la iglesia San Roque o para lograr apoyo para el proyecto Centro Social Don Bosco (allí recibían estudios los jóvenes de los barrios Rebolo, Las Nieves, Montes, Boliche, San Roque y de Barranquillita).
Recuerdo que el Padre Matutis me decía «ya que no me visitas, lo que puedes hacer por mí es apoyar la campaña para recuperar la iglesia San Roque, esa es la iglesia de ustedes. No olvides mandarme a Jairo Buitrago (fotógrafo)».
Detrás de su aparente imagen de un Padre rígido, al estilo de europa oriental, se ocultaba un hombre bondadoso, su rostro inspiraba tranquilidad y amor.
Biografía de un Padre
Nació el 13 de julio de 1930, en Kunzaiciai, una pequeña población del municipio de Kúliai. Sus padres fueron Antonio Matutis y Susana Cyzauskaité. Su patria, Lituanía, era un pequeña República en la Costa del mar Báltico. Estudió primaria y bachillerato en su tierra natal en el Gimnasio Nacional.
Stanley matutis decidió viajar a Italia, para cumplir su sueño de sacerdocio. Irónicamente Julio fue un mes que estaba enclavado en su historia, porque el 3 de Julio de 1947, de regreso de Estados Unidos, le tocó hacer una escala obligada en Barranquilla.
Fue huésped del padre Carlos Rivas, quien era rector del Seminario Diocesano. El clima de Barranquilla, así al rompe, le pareció que era el del » infierno»; para sus adentros,dijo Stanley, «aquí en esta ciudad no duro ni un minuto más». Pero dos días después de llegar a Medellín, recibió de cumpleaños la noticia que jamás pasó por su mente: fue nombrado Vicario Cooperador de la parroquia de San Roque, en Barranquilla.
No le tocó otra que aceptar los designios de la vida. Tomó sus maletas y cuando llegó a Barranquilla se encontró con la procesión en honor a la virgen Del Carmen. Le fue tomando el gusto a la capital atlanticense, en donde dejó huellas imborrables en materia social.