
Además de los destacados resultados, a nivel amateur y profesional, la práctica de este deporte en el país se convirtió en un medio para remediar la miseria e injusticias sociales al representar para muchos niños y jóvenes la única puerta de escape de la pobreza a punta de golpes.
Por: José Consuegra Bolívar

La pelea que le ganaron los jueces en Tokio al colombiano Yuberjén Martínez, en el combate que le abría paso a la consecución de una nueva presea, significó un duro golpe a su anhelo de repetir su triunfal gesta de medalla de plata en los olímpicos de Río de Janeiro. Este raponazo también atropelló al boxeo nacional, deporte que ha logrado medallas en olimpiadas anteriores, con Alfonso Pérez, Clemente Rojas, Ingrid Valencia y Jorge Julio con sendas preseas de bronce.
Según lo documentado por los historiadores, el pugilismo tuvo sus orígenes en África, hacia el año 6000 a. C; desde entonces, los competidores usaban vendajes en los brazos a manera de guantes; luego, fueron incluidos en los juegos olímpicos de la antigüedad, en Grecia. Su práctica se extendió por varios continentes, aunque sin las condiciones y métodos de la modernidad. En el siglo XVIII el luchador inglés a puño limpio John Broughton definió las primeras técnicas y reglas del boxeo contemporáneo, por ello se le reconoce como “padre del boxeo moderno”.
En Colombia, los primeros registros de su práctica aparecen en el departamento de Bolívar y se extienden al resto del Caribe colombiano, de donde son oriundos la mayoría de los 44 boxeadores que han logrado titularse como campeones mundiales. Cómo no recordar a Bernardo Caraballo, Rodrigo ‘Rocky’ Valdés, Antonio Cervantes ‘Kid Pambelé’, Fidel Bassa, Miguel ‘Happy’ Lora y los hermanos Cardona, entre otras glorias del boxeo.
Además de los destacados resultados, a nivel amateur y profesional, la práctica de este deporte en el país se convirtió en un medio para remediar la miseria e injusticias sociales al representar para muchos niños y jóvenes la única puerta de escape de la pobreza a punta de golpes. La necesidad los motiva a abrirse camino recibiendo y dando trompadas, exponiendo la integridad física y hasta la vida. El principal objetivo es noquear la indigencia y lograr la manutención de sus familias. La vida deportiva de Yuberjén no es la excepción de esta triste realidad. Él empeñaba sus esperanzas en Tokio, para mejorar sus condiciones socioeconómicas y comprarle una casa a su madre con sus fintas y puños.
Afortunadamente, el mal sabor que nos dejó a los colombianos el resultado injusto del combate de Yuberjén lo amainó la decisión llena de nobleza de nuestra muy querida triple medallista Mariana Pajón al liderar una campaña para recolectar una cuantía de dinero que fuera equivalente al premio de 90 millones que dejó de recibir el pugilista al despojarlo de su triunfo ante el japonés Tanaka. La cuantía de la colecta se acerca a los 398 millones, muy superior al premio anhelado. Además, de la gratitud expresada vehementemente por Yuberjén, nos da una bella enseñanza de solidaridad al solicitar que dicha colecta se reparta con el resto de los boxeadores olímpicos que representaron a nuestro país.
Es de resaltar esta ejemplarizante lección de pundonor deportivo y solidaridad infinita que le dan Mariana y Yuberjén a la juventud colombiana. Loa a nuestros campeones.
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