Los buenos vientos entran y salen. La llegada de Marco Schwartz y la partida Oscar Montes son noticia en el principal medio impreso de la Región Caribe, El Heraldo.
El periodista barranquillero (nació en esta ciudad en 1956) Marco Schwartz Rodacki llegó a El Heraldo en calidad de Editor General, con autonomía plena. Sopla así un positivo aire de cambio en el tradicional diario costeño, que cumplirá 80 años el próximo 28 de octubre.
Con creación de este cargo con directrices claras y precisas, El Heraldo rompe el esquema tradicional del diarismo colombiano y latinoamericano en general, de contar con un Director. Que, por lo general, es una figura patriarcal, mejor si le cuelgan en la solapa títulos como expresidente de la República (o por lo menos Vice), exministro, exembajador y otros honores en el campo de la literatura (mejor si ha alcanzado un Premio Nobel, o por lo menos ha sido candidatizado al mismo).
El Editor en jefe es un cargo que se usa mucho en el periodismo norteamericano. Y el cargo allá pesa.
El nuevo Editor General en jefe de El Heraldo es hijo de Nachum Schwartz y Esther Rodacki, ambos de origen judío. Esther, de origen polaco, estuvo activamente vinculada en Barranquilla a agencias de viaje y al turismo en general. Nachum era químico farmaceuta egresado de la Universidad del Atlántico. Durante años mantuvo en El Heraldo su columna Farmaco QF, que era muy leída, porque ilustraba a sus incontables lectores acerca de cómo curar diversas enfermedades con elementos sencillos y simples, como el bicarbonato, las plantas, las raíces, las frutas.
Era tal la lecturabilidad de la columna de Nachum, que el entonces Director de El Heraldo, Juan B. Fernández Renowitzky, el día que por algún aspecto técnico no salía la columna, recibía numerosas llamadas telefónicas reclamando la ausencia de este escrito. Entonces el Director, cuando estaba reunido con los redactores, decía, “ombe’, ombe’, hay que evitar que se cuelgue la columna de Nachum, porque es el periodista más leído de El Heraldo y sin sueldo”.
[caption id="attachment_2584" align="alignright" width="300"] Por: Vanexa Romero[/caption]Marco Schwartz, a sus 57 años, regresa a la escuela en la cual se hizo periodista de la mano de Fernández Renowitzky y de Olguita Emiliani, al lado de condiscípulos como Mauricio Vargas Linares (ex ministro de Comunicaciones y escritor de varias novelas, la más reciente, ‘Ahí le dejo la gloria’, la presentó este viernes en La Cueva); Roberto Pombo Holguín (actual director de El Tiempo); el difunto Ernesto McCausland Sojo, Sigifredo Eusse, Pedro Lara Castiblanco y las muchachas y muchachos que se mantienen firmes al pie del cañón en la redacción del periódico barranquillero: Rosario Borrero, Alix López de Llanos, Martha Guarín, Leonor De la Cruz, José Granados Fernández y Roberto ‘El Bobby’ Llanos Rodado.
Después de ‘graduarse’ en la escuela de El Heraldo, Marco estuvo vinculado a Cambio 16, El Periódico de Cataluña y ha escrito tres novelas: ‘Vulgata Caribe’, ‘Los Amores en la Biblia’ y ‘El Salmo de Kaplan’.
Está casado con la periodista también barranquillera Albita Pérez, quien trabajó en El Heraldo, fue corresponsal de El Tiempo y en varios medios españoles.
Precisiones sobre la nota de Óscar Montes
Con respecto a la publicación que en su momento oportuno hizo la www.lachachara.co de la renuncia irrevocable del Editor General encargado, Óscar Montes, queda claro que lo que él le declaró al periodista es estrictamente lo que salió entre comillas.
“Me voy porque ya cumplí aquí mi ciclo”, dijo Montes. La nota fue ambientada con versiones de otros periodistas que han salido en meses recientes de la redacción del diario, y de uno de los que aún permanecen en la sala de redacción, quienes coinciden en su percepción de que hay discrepancias entre los miembros de la junta de socios. Y que esas discrepancias con frecuencia se trasladan al ambiente de la redacción. Queda entonces, muy preciso, que Montes en ningún momento tocó ese aspecto y, cuando se le preguntó al respecto, dijo que no deseaba hablar de esos temas pues quería irse en paz.
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