Por Jorge Guebely
En Colombia, los intentos de vida humana suelen reposar sobre las aceras de la ciudad, los de la muerte se gestan en pomposas oficinas. Sobre un andén, encontré un poeta feriando sus propios poemas. Les comparto algunas de sus estrofas:
De tanto soñar, deambulo somnoliento / amodorrado / con la consciencia entumecida.
Por querer volar, no aprendí a caminar / a saborear la tierra con mis pies / a oír las flores al andar.
El anhelo de permanencia me cegó / me borró el tránsito de mi rostro / de mis emociones, de mi alma. Me cegó el prodigio de transitar.
Por confiar en el lenguaje de los hombres / olvidé el trino de los pájaros / el murmullo del río / el susurro del viento.
Los dogmas religiosos me petrificaron lo divino / me pudrieron la trascendencia / me fosilizaron los dioses.
Soñé con políticos y estoy anestesiado / con banqueros y estoy pobre / con redentores y estoy perdido / con médicos y estoy enfermo.
Por el mercado / sucumbí en la mercancía / me derrotó el precio / me esclavizó la vitrina.
Enamorado de mi yo / me anulé el amor / me anulé a mí mismo.
Por la manía de ser alguien / me suprimí el privilegio de ser nadie / de ser sólo una gota de consciencia en un mundo maravilloso.
Ilusionado por ser el mejor / sólo creé enemigos / sólo destruí enemigos / sólo me destruí con mi prepotente ignorancia.
Ebrio por el dinero / malogré el amor / llené el mundo de tumbas humanas / encendí las guerras del mundo.
Soñé con trajes de marcas / y olvidé la grandeza de mi piel / la belleza de su color / el aroma de su olor.
Por tantas máscaras / perdí mi rostro / olvidé mi sonrisa / extravié mi mirada / malogré mi ser.
La cantidad me anuló el vacío / el silencio / la música universal / Me llenó de todo / la peor forma de la nada.
Mi deseo de ser único / suprimió mi diversidad / los otros en mí / la naturaleza en mí / el universo en mí.
De tanto huir de la enfermedad / olvidé mi salud / mi muerte / mi transitoriedad.
De tanto anhelo de eternidad / me perdí del ahora / del instante / de la eternidad en cada instante.
De tanta muerte / no he sentido “el asombro de estar vivo” / majestuoso verso de Octavio Paz.
De tanta muerte / no he podido exclamar con César Vallejo: “¡Señores! Hoy es la primera vez que me doy cuenta de la vida. ¡Señores! Ruego a ustedes dejarme libre un momento para saborear esta emoción formidable, espontánea y reciente de la vida, que hoy, por la primera vez, me extasía y me hace dichoso hasta las lágrimas”.