Editorial

¡Ojo con Petro, que es un gallito de pelea!

Es posible que para llenar la plaza de La Paz este jueves en Barranquilla haya llegado algún par de buses de Sincelejo, y hasta de Ciénaga de Oro, y de uno que otro pueblo y barrio del sur de la capital atlanticense. Es posible.

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Lo que nadie puede negar es que Gustavo Petro no necesitó atraer a esa multitud delirante con el señuelo del ron, la música de Silvestre Dangond, Peter Manjarres, Don Omar, Daddy Yankee, ni siquiera de un conjuntico soplamico de la esquina de la 72.

Esta realidad muestra que hay un descontento real por la actitud prepotente y dictatorial del Procurador. Y por la forma, “a lo Poncio Pilatos” –como dijo Petro durante la manifestación—en que Juan Manuel Santos, el candidato presidente, manejó el caso del destituido e inhabilitado Alcalde Mayor de Bogotá.

Petro, definitivamente, no es ningún pintado en la pared. Es un buen gallo de pelea, como los que criaba el difunto Navo Cogollo en Cereté, uno de cuyos pollos hizo famoso en unos de sus cantos el cantor-poeta sabanero Adolfo Pacheco, ‘El cordobés’. Y Petro también es, por coincidencia, cordobés. De Ciénaga de Oro, la tierra del difunto Pablito Flórez, autor de la inmortal ‘La aventurera’.

El todopoderoso Procurador lo destituye e inhabilita porque le cae gordo todo lo que huela a izquierda. Así acabó con la negra Piedad Córdoba. Con Petro la cosa es a otro precio. Petro es un guerrero, sin más armas que su inteligencia, su palabra y su connatural talento político. Es un ideólogo moderno, que no se quedó anclado en el discurso maoísta, marxista-leninista ni mamerto, prueba de lo cual es que se casó en terceras nupcias con la hija del clan más representativo del conservatismo sucreño, los Alcocer.

Petro sabe que, aún con las manos amarradas como lo quiso tener Ordóñez, es un peleador peligroso frente a cualquiera de las opciones presidenciales. Sabe que en Córdoba y Sucre los principales barones electorales de Santos están descontentos. Ya le contaron que en el Atlántico, en el principal presunto fortín santista, hay una inocultable inconformidad por culpa de la Mintransporte que se ha atravesado en más de un importante contrato, entre otros, el de la Vía de la Prosperidad.

Petro sabe que la Mintransporte es una excelente estratega para abandonar el barco cuando ve que se hunde. Y se sube en el que tiene buen viento y buena mar. Fue una de las consentidas de Uribe, pero debido a un lío por llevar a la Casa de Nariño a un personaje de las pirámides para que se le diera el visto bueno para “el apoyo logístico” con destino a recoger las miles de firmas para la segunda reelección, se ganó la campana neumática y tuvo una salida discreta, sin tanto tilín tilín y se fue a Miami, donde ya estaba instalada su amiga y protegida la actual directora nacional del Sena.

Aterrizó acá, cuando ya la campaña de Santos había prendido motores con notoria posibilidad de triunfo. Fue la abanderada de la campaña. Ahora, cuando escucha ruidos alrededor de la reelección, utiliza a su amigo y carnal Julito Sánchez Cristo para meterles el dedo en los ojos a los barones electorales costeños, con el fin de que Santos empiece a perder terreno. Ya se notó el efecto de ese trabajo silencioso. Durante el lanzamiento de la campaña reeleccionista en el estadio Tomás Arrieta de Barranquilla, fue notoria la ausencia de la casa Char. No fueron los Senadores Fuad Char, ni el electo Arturo Char, ni el exalcalde y niño pechichón de Santos, Alex Char.

Aunque la logística del evento contó con el aporte de las distintas casas políticas que en esta sección apoyan a Santos: Name, Ashton, Cepeda, Gerlein, y, en forma muy disimulada y discreta, de sectores allegados a las alcaldías de Barranquilla y Soledad.

Petro sabe que, a pesar del optimismo que le despierta el fallo del Consejo de Estado a favor del exalcalde de Medellín Alonso Salazar, por lo menos durante dos años estará fuera del ring. Pero en estos momentos, aún en esa desventaja, es una carta importante. Porque esos votos que le salen a las plazas son de carne y hueso. Son votos del Progresismo. Que podían sumársele en la primera vuelta a los Verdes, o al Polo, en todo caso a cualquiera, menos a Santos. Y es ahí en donde surge Petro como peligroso para la reelección. Y es ahí en donde la Mintransporte ve fortalecerse a Enrique Peñalosa, un protegido de Julito Sánchez Cristo, el alma gemela de la Mintransporte.

Es de suponer que, ante ese panorama político, ya Peñalosa le esté cantando al oído de la Mintransporte «acércate más, y más, y un poquito más». Porque ella no tiene votos. Pero sabe hacer ruido. En cambio Petro sí tiene cantidades enormes de votos de carne y hueso, pero no los puede utilizar en su favor, sino en contra de quien él considere que le ha traicionado o causado daño.

Desde luego, Santos no es ningún mocho y ha demostrado que es como esos boxeadores astutos y recursivos que, cuando menos lo espera el rival, lanza un gancho a la mandíbula y lo manda a la lona. Como decía López Michelsen, “después de la quema se verá el humo”.

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