Opinión

Nueva identidad nacional

Por: Jorge Guebely

De nada sirve la hipocresía, no convierte en honesto al deshonesto. Oculta verdades incómodas, pero no modifica ninguna realidad. Endulza el agua podrida, pero no la purifica. 

Inútil ocultar la nueva identidad colombiana, su espíritu vandálico, la ejercida en la reciente Copa América. Estúpido justificarla con ridículas expresiones como: “son manzanas podridas”.

Corresponde a un espíritu vandálico, parte de la nueva identidad de muchos colombianos, originada en un capitalismo voraz tercermundista. Adoptada por nuestra nueva élite, adicta al dinero fácil sin importar el medio. 

Pócima para sentirse importante, con todos los derechos sobre la Tierra. Privilegio para infringir la ley, con inteligencia o fuerza bruta, hasta llegar al bandidaje. Verdaderos prehumanos con la ridícula bandera de “¿Usted no sabe quién soy yo?”

¿Acaso no vieron a Ramón Jesurum entre los vándalos? Gran ejemplar de la nueva élite colombiana, delincuente deportivo, coimero por reventa de boletas en Eliminatorias de futbol. ¿No lo vieron ejercer el vandalismo en Miami? Ejercer allá su práctica delincuencial de acá. Reventar el orden jurídico con tal de imponer su soberbio yo. 

¿Acaso no es él un excelente ejemplar de la nueva élite colombiana? Enjambre de cómplices, solidario en asuntos delincuenciales. Efusivos los apoyos firmados por todos los presidentes de la Federación Nacional de Fútbol. Adhesión entre bandidos, nueva identidad del modo de ser colombiano. 

¿Acaso alguna diferencia entre Jesurum el cartel de la Toga? Tan corrupto el primero como los otros. Altos miembros de la Corte Suprema negociando fallos por jugosas coimas. Campeones de la delincuencia jurídica, de cohechos y concusiones. Quizás por acto de solidaridad delincuencia, el doctor Leonidas Bustos sigue en Canadá, prófugo feliz con el poder de los dineros podridos.

¿No es el modo de ser de muchos políticos colombianos? De Alejandro Lyons, exgobernador de Córdoba, creador del cartel de la hemofilia con el apoyo del exsenador Musa Besaile.

Y ¿la misma personalidad de Pablo Escobar, primer narcotraficante visible, ejemplo para camuflarse los otros? Un criminal, un terrorista, un político. El ciudadano modelo de Colombia para el mundo.

Y ¿no es la misma personalidad de Olmedo López y Sneyder Pinilla? Delincuentes de élite, en connivencia con la élite: ministros y senadores, de derecha e izquierda. Identidad vandálica más allá de las ideologías.

Y ¿no es la misma personalidad del colombiano número uno, doctor Uribe Vélez?

Cunde la nueva identidad colombiana, de nada vale ocultarla con hipocresía. La mojigatería la promueven los vivos para protegerse de los bobos. Razón tenía Jaime Luciano Balmes: “El hombre emplea la hipocresía para engañarse a sí mismo”. No más hipocresía para ocultar el rostro de la verdad. 

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