Un brillante análisis sobre los nuevos retos a los que se enfrenta un jugador de la talla de Falcao, uno de los que lleva la antorcha colombiana en el deporte más popular del planeta, y que es un ejemplo a seguir como personaje público.
Por Juan Pablo Osman Flores
Hace poco más de un año explotó una bomba mediática: Radamel Falcao García era traspasado al AC Mónaco y se convertía en uno de los cinco futbolistas mejor pagos del mundo. 14 millones de euros al año. ¡100 millones de pesos colombianos DIARIOS! (Hablando en lenguaje económico patrio).
En una sociedad mundial acostumbrada a asociar directamente el poder adquisitivo con la felicidad, la cuenta bancaria con la satisfacción y la realización personal, la noticia se volvió orgullo nacional por la mera cantidad de ceros que implicaba el nuevo hábitat del Tigre.
Pronto nos dimos cuenta de que el proyecto del magnate ruso con el Mónaco tenía más de quimera que de realidad. La presencia de Claudio Ranieri, uno de los entrenadores más mezquinos futbolísticamente hablando que hemos visto quienes seguimos a diario el planeta fútbol, generaba dudas desde el comienzo. «¿Falcao entrenado por Ranieri?» nos preguntamos algunos. Luego los súper fichajes prometidos se quedaron a medias y pronto el entrenador italiano empezó a hacerle vivir al Tigre de Santa Marta una pesadilla. A Ranieri no le convencía Falcao y en uno de esos actos de soberbia y falsa genialidad que a veces atacan a los seudo-entrenadores de fútbol, Ranieri «banqueó» al Tigre. Como compensación, en una desafortunada noche, Ranieri puso a jugar al goleador colombiano en un partido de la Copa de Francia, contra un equipo de cuarta división que contaba con muchos jugadores no profesionales en su alineación, en un partido que en condiciones normales no debía jugar Falcao. «Que haga cuatro goles y se quede contento»- debió pensar el italiano. Esa noche la rodilla del goleador crujió por una entrada torpe, sin mala intención, pero torpe, de un jugador amateur profesor de Geografía. Falcao nunca debió estar en esa cancha.
A partir de aquí la historia es conocida: rezos, hashtags, tweets, cadenas de oraciones y Falcao no llegó al Mundial. Una vez recuperado, El Tigre se dio cuenta de que el proyecto del Mónaco era una casa en el aire fabricada solamente para que viviera él, sin compañeros que pudieran complementar el talento del colombiano. El poderoso Jorge Mendes, uno de los hombres más influyentes del mundo del fútbol actualmente y representante del «9» colombiano, se puso traje a la obra y movió sus numerosos tentáculos para lograr que Falcao jugara en un equipo realmente competitivo. Sonaron Real Madrid, Juventus, Manchester City pero finalmente los vecinos de los citizens, los Red Devils, fueron quienes dieron el paso más en firme para concretar la operación.
En el último día permitido para fichajes, Falcao viajó a Inglaterra para someterse a los exámenes médicos de rutina con el club británico. Pasaron las horas y la confirmación oficial del traspaso no llegaba, el negocio también incluía la salida de Danny Welbeck, delantero del Manchester United hasta ayer, al Arsenal londinense para liberar el cupo al goleador colombiano. Tanto Arsenal como Manchester United, en una acción bastante sui generis, pidieron un plazo de una hora más a la Federación de Fútbol inglesa después del cierre oficial del mercado.

Falcao ha sido recibido con entusiasmo en Manchester United. En la foto junto a Ryan Giggs, leyenda viva de los «Red devils».
Muchos medios afirmaron que el club dirigido por Louis van Gaal quería comprar a Falcao, otros afirmaban que se trataba de un préstamo. Hay rumores que afirman que el staff médico del ManU no dio el visto bueno para la compra por tener dudas frente a la rodilla de Radamel. Esto nunca se confirmará pero lo cierto es que Falcao fue simplemente cedido por el Mónaco y ahora solo dispondrá de una temporada para adaptarse a un nuevo equipo, una nueva cultura, un nuevo estilo de juego, un nuevo entrenador -uno de los más exigentes y autoritarios del mundo, por cierto-, tan solo diez meses para convencer y demostrar que tiene con qué quedarse en Old Trafford. ¡Qué presión!
El Tigre nos ha demostrado varias veces que no se amilana ante los grandes retos y siempre responde, pero queda una reflexión ante toda esta situación. Falcao García nos ha dado muchas lecciones de disciplina, humildad, sacrificio, entrega al trabajo, esfuerzo, valores escasos en la sociedad colombiana pero en su paso al Mónaco queda la sensación que se dejó llevar por el brillo de algo que al final no fue oro. El Tigre aún paga las consecuencias de su decisión y se encuentra frente a la que quizás será la temporada más difícil de su carrera: competir con los megacracks Van Persie y Rooney por un sitio en el equipo y enamorar en solo un año al exigente «Teatro de los Sueños», como le llaman al templo de los Diablos. En la vida no siempre lo más importante es la cantidad de ceros en un cheque, no siempre lo que brilla es oro, no siempre la plata es la felicidad y a veces ni siquiera ayuda a alcanzarla.