A pocos días de la visita del Papa Francisco, sacerdotes y laicos católicos congregaron a familiares de víctimas de la violencia en Bogotá para enarbolar un ‘Mea culpa’ por acciones y omisiones cometidas por la institución durante seis décadas de violencia armada en Colombia.
Lexander Loaiza Figueroa @Lexloaiza
A principios de la década de los 50’, el obispo de Santa Rosa de Osos (Medellín), Miguel Ángel Builes, encendía a su púlpito con el pronunciamiento de la frase “matar liberales no es pecado” durante una de sus homilías; tomando partido entonces de la sangrienta lucha que conservadores estaban desarrollando en todo el territorio colombiano para impedir a toda costa, que los liberales llegasen al poder. Esa lucha había tenido, poco años antes, su episodio más sangriento con el asesinato del dirigente Jorge Eliécer Gaitán (abril, 1948), el posterior ‘Bogotazo’ y la lucha armada que siguió y que casi 20 años después dio paso a los movimientos guerrilleros que tuvieron al país como campo de batalla hasta el segundo decenio del siglo 21.

Sacerdotes católicos pidieron perdón a grupos específicos de víctimas. No hubo directivos de la Conferencia Episcopal Colombiana.
Fuera de contexto o no, lo dicho por este sacerdote hoy candidato a canonización por parte de la Iglesia Católica, fue uno de los hechos más recordados este domingo 3 de septiembre en la plaza Los Mártires en Bogotá; donde representantes sacerdotales, laicos y feligreses, se reunieron para pedir perdón a las víctimas de la violencia.
El evento fue la resulta del proyecto ‘1000 firmas por el perdón’ con el que principalmente laicos buscan expiar las culpas que acumuló la institución católica colombiana, por las muchas veces que accionó o miró hacia otro lado, mientras se cometían crímenes de lesa humanidad contra la población.
El acto litúrgico fue encabezado por uno de sus principales organizadores, el sacerdote Alberto Franco. Su discurso tuvo muchas frases conmovedoras para los asistentes, principalmente familiares descendientes de los miles de asesinados no solo por los paramilitares, sino también por los miembros del Ejército colombiano. Pidió perdón a las víctimas, a sus familias y a la sociedad colombiana por el daño causado por el comportamiento de la iglesia católica. Pidió por la transformación de la conciencia de todos los miembros de la iglesia para que este error continuo e histórico no se repita.

La dirigente Marcia Mejía habló en representación de los pueblos indígenas asolados por la guerra y los intereses empresariales.
Diversos sacerdotes representando a los distintos tiempos de la iglesia católica pidieron perdón a cada uno de los grupos de víctimas representados en el acto que comenzó a partir de las 2:00 de la tarde. Hubo representantes de los pueblos indígenas, de los liberales, grupos de izquierda y pueblos afrocolombianos, entre otros.
En este ejercicio de mea culpa, donde todos los convocados expusieron las cosas que no se debieron hacer y las que por desgracia se hicieron, estuvo presente el obispo mexicano Raúl Vera, quien en el marco de su discurso, hizo votos por que la iglesia católica en general, y en este caso la colombiana, deje las prácticas excluyentes. Criticó que la labor social de la iglesia se haya reducido a la limosna y a la ayuda ocasional, dejando de lado las prácticas para acabar de raíz con los temas de desigualdad e injusticia social. “Todo lo reducimos a los cultos”, se lamentó. Alertó que en la actualidad, muchas de las causas de esos errores históricos de la iglesia católica no se han exorcizado. “Hoy en día la iglesia sigue siendo partícipe de los sistemas de exclusión que han diseñado los sistemas políticos”, sentenció.
Henry Ramírez, misionero claretiano, dijo a Lachachara.co explicó que la idea es aprovechar la próxima visita papal y el ambiente de paz que se ha dado en el país para que se dé el perdón por parte de las víctimas. “La iglesia hizo mucho daño”, admitió.
El estudio que avaló este acto litúrgico sin precedentes en Colombia así lo revela. El informe Casos de Implicación de Miembros de la Iglesia Católica en la Violencia en Colombia: insumos para La Comisión de la Verdad, describe desde declaraciones pontificias y declaraciones de la Conferencia Episcopal Colombiana que justificaban el uso de la violencia para someter al contrario, hasta omisiones y silencios por parte de miembros de mediano y bajo rango de la iglesia católica sobre crímenes como los secuestros, las torturas, la persecución y los falsos positivos que asediaron y diezmaron a comunidades enteras colombianas durante décadas.
Héctor Alfonso Torres, un laico que tuvo una frenética actividad editorial y religiosa vinculada al catolicismo hasta la década de los 90’ estuvo presente en el acto. “Desde hace muchísimo tiempo se venía buscando esto, que la iglesia pidiera perdón por lo que hizo o dejó de hacer”, dijo a Lachachara.co. Torres coordinó desde los años 70’ un movimiento para recaudar apoyos para esta iniciativa. “Había poco apoyo y mucho miedo por parte de sacerdotes y monjas para que la cúpula eclesiástica colombiana se pronunciase con respecto a este tema”, aseguró. Según su opinión, la firma de la paz, más que la visita papal, allanó el camino para este perdón público solicitado por los sacerdotes católicos.
Abilio Peña Buendía, uno de los que suscribieron la solicitud de perdón por parte de la iglesia católica, señaló a Lachachara.co que el acto es muy significativo pero es apenas el primer paso. “Hay mucho por hacer para redimir a la iglesia católica colombiana”, aseveró, enumerando principalmente los problemas de exclusión de género, estrato social, religión y raza que siguen minando a la institución en este país.
Aunque ninguno de los jerarcas de la Conferencia Episcopal Colombiana estuvo en el acto, los presentes no dejaron de instarlos para seguir con el ejercicio del perdón.
Para ello, los convocaron a promover en cada una de las parroquias de Colombia la lectura de un texto de petición de perdón, acompañado de un acto simbólico de carácter nacional.

Los organizadores del acto quieren que se pida perdón en cada una de las parroquias de todo el país, en el marco de un acto nacional.
También invitarán a la Arquidiócesis de Bogotá a sacar del recinto de la Catedral Primada (donde estará esta semana el Papa Francisco), los restos mortales del conquistador Gonzalo Jiménez de Quesada, autor de miles de muertes entre miembros de las comunidades indígenas que se encontraban en la sabana de Bogotá para el momento de la llegada de los españoles.
La otra petición, que esta vez formularán directamente a Su Santidad Francisco, es el cierre de la Diócesis Castrense en Colombia, a la que consideran cómplice por omisión de miles de violaciones de los derechos humanos durante las décadas de violencia.