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LOS BRAZOS DE LA CUMBIA

Por: Natalia Carolina H. Escobar

UNA TESTIGO DE LA ESENCIA TAMBÓ

(…) Había anhelado y aguardado tanto para poder vivir el aplauso apacible de quienes quieren estar al rededor del fuego avivado por una histórica tradición de la tierra en la que Dios me ha puesto desde la semilla, como si mi corazón dependiera de aquel retumbante y “similar” bombo…

Hacía un par de semanas, a mediados de febrero, para vivir lo que viví, tuve una duda inminente, si mi asistencia sería segura al espacio donde converge tanto talento, recordando que por dos años consecutivos pude mostrarme a la “Arenosa” casi que por completo, a través de tejer en unos minutos arriba de la rueda con mi voz, parte de esa tradición y lo más bello, ser portadora de este lindo arte. En ese momento, pensé muchísimo, porque tenía pendientes que requerían de mi atención, pero de alguna forma un llamado interno fue más grande que lo inseguro, quise palpar mi deseo de integrar a los tantos hacedores que hacen realidad aquellas fiestas de “mi vieja Barranquilla”. Tanto fue mi querer que hasta caí en competencia por la obtención de un lugar dentro, aunque reitero, ya hubiese estado ahí, el sentimiento ansioso puede que se desborde, pero la experiencia compañero, nunca es igual por evidencia.

En casi cuatro años, he tenido la oportunidad de hacer muchas amistades, rigurosamente, voy a ensayos y presentaciones de obras musicales, festivales, mil y una cosas con la música, avanzando en este camino que por años a mi alma ha atrapado, y no esperando tal vez que, por casualidades de la vida, haga algún lazo por allí (miento, siempre sucede). Y entre el compartir de muchas cosas, terminé integrando también al grupo institucional folclórico de mi “Alma Mater” (esto desde hace casi dos años), que, con su nombre, arma un significado hermoso que tiene que ver con el universo y su ancestralidad apegada a la energía de los instrumentos.

Entonces, “Fontalvo”, quien dirige el grupo nos comenta en uno de los tantos ensayos luego de 1:00 p.m.

  •  ¡Muchachos! nos ha llegado la invitación de Tambó, para montarnos por fin en ese escenario.

Un tanto esquiva recordé que tenía ensayos con ‘Warë’ un proyecto que está creciendo. Él notó en mi rostro un poco de incomodidad. Y aclaró en palabras más o menos que, se debían hacer dos videos que mostraran el trabajo llevado hasta el momento y cómo ‘Numbalé’ aportaría en una muestra de 20 minutos siendo seleccionados, el proceso formativo e institucional en educación superior que ayuda a la integralidad de cada profesional salido de allí.

Ha ocurrido algo extraño… Al parecer una de las otras dos universidades rebasó nuestros “likes” en la publicación posteada por Tambó una semana después de la conversación en la casita de “cultura” roja. No se supo cómo, porque se habían acordado horas de cierre de votaciones, incluso, mis muchachos no durmieron nada teniendo intacta la ilusión. Pero bueno, con la frente en alto, después de más de 20.000 visualizaciones y un “montononón” de me gusta, hicimos historia luego de muchos años, que la institución mostrara unión y generara un movimiento gracias a la posible participación. Al parecer por dignificar este grupo, no pudo ser la asistencia al evento, pero los organizadores concluyeron que había empate entre universidades.

Algo que me causó mucha risa, fue que, recuerdan lo que ya había mencionado que iba a estar ocupada, pero quise ir a Tambó aunque casi que no podía, que chistosa situación. Al final, quedé de espectadora, porque, intenté apuntar a “noche de orquestas” pero, al parecer, todos los elementos de la banda no podían este día. Es que, a ver, el 28 de febrero, había si mal no estoy, como cuatro o cinco eventos en la ciudad, entre estos, Noche de Orquestas como evento clasificatorio y “pase de oro” directo para festival de orquesta 2026 y que para “emergentes”, y por supuesto, Noche de Tambó, no es que, ya recordé, la coronación de la reina del carnaval ¡por Dios! Literalmente, todos “a la calle”.

Bailaba ya la calle de ese 28 de febrero, creo que, desde el día anterior, toda la gente expectante y estupefacta gracias a la mujer de las “Hips don’t lie”, esas caderas, se seguirían moviendo incluso, de hace exactamente 30 años atrás y no por ella precisamente. La noche de Tambó comenzó con de las que llaman por ahí “reunioncitas” de personas interesadas por reivindicar la cultura, y vamos a ver, que es en nuestro ADN que guardamos todo esto. Vengo viviendo Tambó gracias a mis padres, y en la galería de toda  casa, es decir, los viejos álbumes, traen  a colación hasta mis familiares, el derroche de mi mini energía artística y  ver  que una niña desde los 5 o 6 años, la lleven para nutrir su oído e impulsar su curiosidad, no tiene precio, sobre todo porque esa niña ha permanecido con su luz encendida, y pudo cumplir el sueño que papá y mamá tenían, ser parte importante del cielo de encantos envuelto en “Millo” que “atraviesa”, que llama y llama.

Bueno, no me quejo que este día me quedara “quieta”, no sabía qué iba a oler, a sentir, ni mucho menos de cómo iba a vibrar desde abajo.

Más que emocionada, he convidado a mi madre. – Vámonos para la Plaza de la Paz por favor, habrá luces, esperma derretido, faldas rastreras que encienden el corazón. En mi mente sonó así, porque entendí que ella escuchó que le invitaba a ir conmigo a la Noche de Tambó y armábamos el plan. (Risa tímida e indiscreta).

Dieron las 6:00 y me han dicho, como no salgamos a las siete, de verdad que no vamos a poder ir. Me he probado muchas cosas de mi closet y ese guarda ropa le hacía falta un poquito de color. Me fui de negro, pero sin el alma negra, con la piel pintada de negro, con mis crespos hechos e ingeniosamente, con mi “chavitos” de color fucsia y mi peineta dorada que luego me quitaría a los quince minutos para no llamar tanto la atención.

Salimos de casa luego de siete de la noche (¿y que no?), mi espalda un poco expuesta ya sentía el ruido, y a lo lejos por la “Calle Ancha” de la “20 de Julio” se armaban de esquina a esquina los cúmulos de gente “enmaicenada” y emparrandada con “pickups”.

Tomamos el transporte, y con la carita pelada, sacamos de nuestra mochila el botellón de agua que no falta por mi  reseca garganta cantante y el poquito e’ “colorete” como dice mi abuelita, pa´echarnos algo en el rostro y solo tal vez, combinar un poco con “el cielo estrellado” que nos abrazaba y no me equivoqué, porque hasta allá a lo lejos y por las nubes, los reflectores estallaban de emoción, y me he dado cuenta de esto precisamente cuando bajo del bus a las 9 y ‘pico’ y miro para arriba por culpa de la pestañina, curiosamente, escuchando al grupo universitario de la historia anterior en escena con “Pérez” el director de “Herencia Ancestral” con quien he tenido la dicha de trabajar por un tiempo.

La loma se baja y se sube, y he pisado el pasto reverdecido y humedecido para que el forastero lo viese más bonito esos días, y a unos cuantos pasitos las escaleras de piedrita de la catedral, ahora vestidas, de chorizo, de “chuzo” no radiactivo porque realmente me antojé a las dos horas y dos me comí, no pasó nada malo. Te comento que había unos cuantos cientos de gentes de otros “lares”, cumbiamberos, bulleros, bullerengueros, voltiao’ en mano y en fandango empolleraos’, aficionados, esta última palabra comprende al montón que estábamos allí, porque al final, siendo o no siendo parte de quienes hacen desde atrás las fiestas, nos interesa, y apoyamos con la insistencia de la asistencia.

Para no alargarles tanto el cuento, precisé la rueda más grande del mundo, y me sorprende que las “Barrancas” tiene de todo, me evocó al Jazzfest del pasado año al que fui. New Orleans, denota alegría, de esquina a esquina, pude cantar y nos vimos exóticos, esa debería ser la forma en que en esta tierra no tan “gringa” vea al que hace arte “ombe”. En fin, me tropecé con mi sangre, ya ellos con las gotas que caen de la frente producto del calor y el baile, se unieron a nuestros movimientos de porro de gaita y el “Wipiti” como mal escriben, de la sabana.

Cómo olvidar a esa mujer, que dijo: “No te me pongas bravo mi negro, ay no te me pongas bravo”. Mejor dicho, de Cartagena hasta acá ondeando en las brisas melodiosas hechas por su “Kuisi”, “Montero”, mujer valiente destacada con Vives y por cualquier apellido nacional e internacional (no lo pienso discutir con nadie), se ha puesto a tocar de la manera más noble con el Grupo Tambó, no se guardo su emoción, yo creo que las dos sentimos lo mismo. Y eso que aún no la he podido tratar. Me quedé deslumbrada, es que, uno siente cuando la persona ama lo que hace, y ese día no solo a ella le aprendí, fueron más personas iguales de talentosas. Yo rodé en la cuestión con mis “Kandé” por ejemplo, y desde atrás escuché a unos compañeros con una “Ceiba brava” pero tan brava que me convencieron con el “asunto” que tienen.

Continuando con el “frenesí” creado por “Montero”, la mujer fue una con su gaita, la gente gritaba para que los presentadores no se extendieran, si es que: – Vinimos fue a alegrarnos con nuestro folclor. En ese momento vuelve el, “Guepajé” y dele nuevamente a bailar. Comenzó a serenar, caía un bello “Rocío” que se iba a estrenar para esos días, y he mirado al cielo y di las gracias, la gente que estaba quieta como yo y mi madre, como que: ¿Por qué llueve?, qué extraño. Yo solo pensé, “Llora el cielo, cae la lluvia…” y les respondí: No es más que la gaita. Mi mamá a mi costado sonrió, ella sabe las razones por las cuales lo dije, ya iban siendo las 10:40.

Pasada esta ‘gozadera’ ya a las doce, entre bailes cantados y tan lumínicos como sus intérpretes, cierran algunos de los maestros que han hecho historias con sus peculiares actos en su música. Permanecía un olor a carbón y desafortunadamente a los baños que ponen, al parecer por una fuga, hubo agua, que no estoy segura que eso fuera…

“Ay vámonos, ¡que nos vamos!”, ¿Cuál?, si apenas esto tan grandioso fue la mitad de la noche.

Bueno, mis otros familiares se fueron, y, ahora el plan próximo era ver qué. Corroboré este año siendo espectadora que la música y las amistades llaman bastante, y yo creo que empezamos a quedarnos los mismos con las mismas, y que se va formando una rueda. Antes de eso me vi con “Herrera” y bien “Carnaval de las Artes” que lucía, dijo unas palabras que alegraron el corazón de mi madre, personitas que aparecen y revelan que tu trabajo está siendo visto y desean que crezcas.

Al lado de la plaza, pasando la zona verde, atravesando el semáforo del “de todito” Naranja al frente sobre la 45. Se paseaban ya, los gaiteros. “Jiménez” en sus cueros y “Molina” dándole al “Pájaro de la Montaña” que canta y canta y se posa eternamente en los oídos que no olvidan la huella de esta cultura. Me puse con los “Ojos de Luna Menguante”, a ver agente que, sin yo saber, habían hecho historia y media en los más importantes festivales de tradición del país. El hijo tocaba con su padre, y no había discusión de quién era mejor, porque todos allí eran importantes. Créate la escena de “Molina” solicitando a un machero que no lo cree, pero salido de “Pueblo Santo” embruja con tesón el macho con su maraca y así comparte con la misma sed de música a todo el mundo. Saludes por aquí, fotos por allá, brillaban los coros de la ola que la capa tectónica del folclor verdadero genera.

Tanta fue la cosa que mi madre bailó, hasta compró refuerzo para hidratarnos, ¿A dónde botella?; y también yo, arrastrando las cadenas todavía de miles de años, con los brazos en el aire ya liberados por fin, gracias a la riqueza de tanto que hemos forjado. Mis “batatas” se cansaron un poco, a lo que el bailador me dijo: “Mija, la gaita, la cumbia y todos estos ritmos, entrenan todo tu cuerpo, tus músculos”, ahí siendo mas de las 2:40 de la madrugada, entendí que sirve para todo. Estos espacios son un verdadero alivio, armonizan y canalizan nuestros sentimientos, y parece ser que intuitivamente, bailamos abrazados por la tradición. Mucho tiempo me costó tomar un taxi para llevar todo lo vivido hacia mi memoria y al descanso, pero, no me arrepiento de nada, además que casi vivo la tradición completa y hago una sola alborada… (5:00 a.m.).

  • Espero seguir siendo espectadora de la magia. Desde arriba que me envuelva en un escenario que empodera, hasta el apoyo a mis colegas desde la minuciosa vista y escucha a unos metros de la tarima a la que perteneceré luego.

DÉCIMA EN HOMENAJE A TAMBÓ

Como las reminiscencias

dicen los pelaos’ a las tradiciones

y que tiempo de tambores

mi crónica fue experiencia

Talentos que se presentan

a la orillita del río

Que he notado y me imagino

toda su preparación

Como la Noche de Tambó

Desde el 95’.

Sobre el autor

Colectivo de comunicaciones con catorce (14) años de experiencia y 1730 jóvenes impactados. Somos un puente para la participación juvenil y funcionamos como una incubadora de talentos que promueve la colaboración, creatividad, co-creación, inclusión y compromiso social. Usamos la comunicación como una herramienta transversal para conectar a los jóvenes con oportunidades de educación y empleo y empoderarlos como agentes de cambio en sus comunidades. Nuestra misión es transformar ideas en acciones que generen impacto social, construyendo una red de jóvenes líderes comprometidos con un futuro más inclusivo y sostenible.
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