La dualidad en la imagen que se percibía del jefe de la llamada Revolución cubana ha sobrepasado su propia vida y va desde la lamentación de sus seguidores hasta la alegría de sus detractores. El denominador común es que para todos es un acontecimiento.
Lexander Loaiza Figueroa @Lexloaiza
Con voz temblorosa, el actual presidente de Cuba, Raúl Castro, anunció este viernes 25 de noviembre a su país y al mundo, el fallecimiento de quien por casi 60 años fuera el protagonista indiscutible de la realidad cotidiana de la más grande de las Antillas Mayores.
Como era de esperarse, la noticia generó un torbellino de reacciones que como un huracán categoría 5, muy frecuentes en el Caribe, en pocas horas no dejó un solo ser humano sin enterarse del acontecimiento. El tema abrió las portadas de todos los periódicos, independientemente de su línea editorial, los noticieros de radio y televisión han dejado a un lado su contenido habitual para dar cobertura al deceso del denominado ‘héroe de la Sierra Maestra’.
Todos lamentan su muerte. Unos en el buen sentido. Aquellos que consideraron a Castro como un verdadero ‘padre’ ideológico que les permitió, con su asistencia estratégica, doctrinaria y discursiva, alcanzar el poder en distintos países, sobre todo en la Latinoamérica de los últimos 20 años.
“Fidel y Cuba ingresando definitivamente a la historia grande. Junto a su pueblo, ejemplo de dignidad y soberanía”, escribió la ex presidenta de Argentina, Cristina Fernández en Twitter al expresar su solidaridad con la familia. El ex presidente de Uruguay, José Mujica, elevó a Castro y al pueblo cubano a la estatura del Quijote, por la posición que mantuvo toda su vida política al confrontar a Estados Unidos.
En Ecuador, el presidente Rafael Correa anunció homenaje a su mentor, y en Venezuela el mandatario Nicolás Maduro, quien solía frecuentar la isla en busca del ‘asesoramiento’ del nonagenario líder, admitió que la partida de Castro significaba un duro golpe para los dirigentes “revolucionarios” del mundo.
Evo Morales, también aliado de los Castro, escribió “duele la partida del comandante, del gigante de la historia de la humanidad”. El controversial exfutbolista argentino Diego Maradona dijo que Castro había sido como su segundo padre.
En Colombia, el comando mayor de las Farc, emitió un extenso comunicado, con contenido poético para endiosar la figura de quien fuera el anfitrión de las negociaciones de paz con el Gobierno. «Ha iniciado el comandante Fidel Castro su marcha hacia la eternidad y no nos causa congoja ni luto porque de ejemplo y acciones de amor por un mundo mejor nos deja repleta el alma», señala el texto leído por el jefe de la delegación de paz de la guerrilla, Iván Márquez.
«Fidel estará por siempre vivo en el corazón de Latinoamérica», señaló por su parte el Ejército de Liberación Nacional a través de Twitter.
Otros también han lamentado su muerte, pero por lo que consideran una partida impune ante la separación y el luto que significó Castro para miles de familias en su país y en aquellos donde ejerció su influencia.
El escritor cubano exiliado en España, Juan Abreu, escribió: “la muerte de Fidel Castro es sobre todo un acontecimiento higiénico que el mundo es hoy mucho más limpio y un mundo mejor desde que no está en él ese asesino”, lamentando no haber podido celebrar la noticia junto a su madre en La Habana, a quien dejó de ver desde la década de los 80.
El presidente electo de los Estados Unidos, Donald Trump, después de un lacónico tuit en el que solo dio la noticia del fallecimiento, emitió un comunicado en el que catalogó a Castro como un “brutal dictador” y anunció que dedicará su gobierno a lograr que el pueblo cubano “recupere las libertades”. Un claro mensaje con un destinatario también claramente definido: Raúl Castro.
Más diplomático, el aún residente en la Casa Blanca, Barack Obama, impulsor de la restauración de las relaciones diplomáticas entre Washington y La Habana tras más de cinco décadas de fricciones, dijo que «el pueblo cubano debe saber» que Estados Unidos es «su amigo y socio» y pronosticó que la historia «registrará y juzgará el inmenso impacto» de la «singular figura» que fue Fidel Castro.
En la ‘Pequeña Habana’, cientos de cubanoamericanos han juzgado y han sentenciado. Desde la misma noche del viernes, han tomado la emblemática Calle 8 de Miami, centro neurálgico del exilio cubano, para celebrar el fin de una era. Aunque nadie, y de verdad nadie…sabe lo que viene.