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La sed del adolescente: una entrevista con Arturo Clariá

Cada palabra suya contiene la autenticidad necesaria para llegarle a los adolescentes. Este psicólogo argentino dicta conferencias para invitar a los jóvenes (de edades intermedias) a que dejen una huella.

Por Jairo Castañeda

Los alienta creativamente a que sepan decir «No» a lo que no conviene y «Sí» a los valores vivos. En Colombia tenemos mucho para aprender de su trayectoria y estilo. Sus 4 hijos han sido una escuela para saber qué hay en la cabeza y el corazón de los jóvenes de hoy en día. Es evidente su capacidad para encontrar novedades a los temas de los que se cree que ya está todo dicho.

Lo conocí por el video en youtube con más de 580.000 reproducciones, una obra maestra <Proyecto de vida: las 10 elecciones para adolescentes>, con frases como: “Bienvenida la locura de cambiar al mundo” o “¿Quieres ser uno más o ser alguien especial?”. En 5 minutos resumió todo lo que cualquiera desearía saber del tema. Conversando con él, hicimos zoom en diferentes premisas que van “tras la esencia los vínculos”, como indica su slogan.

¿Cómo fue la idea de ese maravilloso video (VER LINK) que tanto impacto tuvo en youtube?

Arturo Clariá en acción.

Tuve mucha ayuda porque no soy yo el que dibuja (Lucas Scala elaboró la ilustración). Está basado en una charla que tuvo buena repercusión. Como no fue filmada, guardaron el audio y lo sintetizaron con esa animación. Es un extracto con 3 partes distintas de la sesión.

Con tanta distracción actual, ¿cómo un adolescente puede priorizar esto de “dejar huella en la humanidad”?

Reunimos adolescentes de distintas partes del mundo en un congreso al que me invitaron para hablar de estos temas. Eran 500 representando a distintos continentes, con traducción en simultánea, el desafío era intentar transmitir un mensaje que calara en los chicos de diferentes culturas. Cuando terminó la presentación, se me acercaron algunos a hablarme, sobre todo me impactó un grupo de Korea, de Nueva Zelanda, de Australia. A partir ahí tomé consciencia que hay un mensaje universal porque “hay una sed”. Y es algo que tienen en común todos, no importa su procedencia, idioma o cultura. Quienes los acompañamos, tenemos que comprender esta sed y colaborar para que ellos puedan saciarla.

Hay dos posturas:

a) una es la de los antivalores (el mundo se los ofrece de una forma muy creativa)

b) aquella que en verdad te sacia. 

Cada vez los consumos arrancan con mucha más fuerza, concretamente drogas y alcohol. En Argentina inicia desde los 12 años, porque esa misma sed no encuentra un lugar saludable por donde saciarse; y aprovecha el mundo con sus negocios (y sus mensajes) para intentar atrapar a los chicos. La primera huella que un chico puede buscar en su interior es la de ser auténtico, con todo el desafío que eso supone en estos tiempos. Ser auténtico frente a tus pares, eso deja una huella en el otro porque el entorno empieza a decir: «mira, me llama la atención cómo este amigo no dice a todo que ‘sí’, no se deja empujar por la misma corriente que lo lleva aguas abajo». Muchos ni saben hacia donde va ese río.

A veces, esa necesidad de identificación con los pares puede ser muy negativa. En cambio aquel que se distingue de sus pares es aquel que sabe decir que “No” a lo que no le resuena en su voz interior. Con ese principio dejo huella: “saber decir que no”.

La esclavitud de algunos jóvenes suele ser la banalidad, hay un afán por demostrar que cada uno es valioso. ¿Cómo hacer para no llegar a ese punto de “morirme por demostrarle al otro que soy auténtico”?

Está bueno aclararlo en tiempos en donde todo es una vidriera al mundo, hace unos años empezó a cobrar relevancia los programas de TV en donde un grupo se reúne en una casa y eran filmadas por muchas cámaras, proyectando en vivo lo que hacían, acá se llamó “Gran Hermano”. 

Hacían un casting para poder entrar, largas filas, muchos querían entrar a esta casa. Los que entraban eran privilegiados y cuando salían se producía el “milagro existencial” por haber entrado. Ante las cámara se lavaban los dientes, comían, limpiaban el piso, habían pasado a ser famosos y exitosos. La gente los paraba en la calle y todos se querían tomar fotos con ellos, no han hecho nada más que salir en las pantallas y ese fenómeno es muy paradigmático. En otro momento si uno alcanzaba las pantallas era por un logro intelectual, deportivo; en cambio, ahora es acceder a ellas sin importar qué hago, lo que importa es que tenga rápida repercusión. 

Sí, acá en Colombia también lo hubo…

Todo se multiplicó con las redes sociales, entonces hoy lo importante es la cantidad de seguidores, cuántos likes, comentarios, y se ha tornado una invitación al camino de la banalidad, “lo que hago tiene que ser validado por los demás”. Las redes fueron mutando porque los jóvenes cada vez menos usan facebook y cada vez más instagram. Por facebook se puede debatir más, compartir más ideas, videos de mayor duración, en cambio instagram es más inmediato, se apuesta más a la estética, una foto y ya está. A juzgar por esa tendencia, hay necesidad de antivalores, consumo para el placer inmediato sin mejor esfuerzo: ponerse frente a pantallas sin una idea en particular, no hace falta sentir ni pensar (el hedonismo). Por lo tanto el desafío de la autenticidad es buscar una fidelidad conmigo mismo, esa no tiene otra red que la mía y el vínculo conmigo. Esa red no necesita ser expuesta ni mostrarse a los demás, la primera fidelidad es uno para con uno, puertas adentro. La coherencia entre el pensar, decir y hacer. Hoy hay que construir ese camino para que les facilite relaciones fieles con el mundo. Lo mismo pasa con el efecto pasajero del alcohol que me da retribución fugaz, si no tomo alcohol no soy capaz de hablarle a otro, no sé divertirme si no tomo, lo mismo con las redes, empiezo a depender, la falta de likes atenta contra mi estado de ánimo, mi autoestima: otra palabra clave en el camino a dejar una huella. No hace falta gritar a los cuatro vientos lo valioso que soy, lo virtual nunca puede reemplazar a lo real. No hay vínculo mayor del que se desprende del calor de los afectos, la tecnología no ha podido reemplazar al abrazo y eso es algo que tenemos que profesar. 

¿Desde tu adolescencia te motivaste a emprender este proyecto? ¿cómo fue?

Como todas las otras, con incertidumbres, sentimientos encontrados y, a la vez, muy linda. Tuve como una especie de privilegio por la “contención afectiva” que me permitió sostenerme, y a partir de ahí empezar a encontrar un afecto personal, reconvalidar la autoestima, la autoconfianza, con las personas que me rodeaban: amigos y familia. Lo cual me protegió del bullying que ya había desde esa época, como en todo grupo de pares, los descubrimientos, las salidas, primeros vínculos con las mujeres y en mi caso, que era colegio de sólo varones, encontrarse con mujeres era todo un “hecho histórico”; tampoco sabíamos cómo dirigirnos a esos seres fascinantes y de un día para otro nos sentimos motivados. Todo empezó a cobrar sentido, todas las dudas y debilidades me acompañaron mucho para ir construyendo mi personalidad.

¿Cómo es el mundo de los antivalores?

La idea del “todo ya” o “cuanto antes mejor”: tu primer celular, la primera fiesta, probar un cigarro, tener relaciones sexuales. La clave está en que al adolescente se le puedan ofrecer distintos caminos y que sepa que puede elegir. A las cosas, si se les da tiempo, se van acomodando mejor, entendiendo mejor, procesando mejor. 

La adolescencia es un segundo nacimiento, uno vuelve a sentirse tan vulnerable como un bebito; sólo que ahora tiene más recursos que el solo llanto, ante la misma necesidad. El bebito lo que necesita es un abrazo, como se ve más grande necesita disfrazar esa necesidad, en vez de llorar va a portarse mal en el colegio, traerá malas notas a casa o se encerrará en el cuarto, el autoboicot; dejar de comer, cortarse los brazos, simplemente porque se sienten mal. Los auto-ataques, el auto-bullying: “No sirvo para nada, me miro al espejo y me enfoco solo en los defectos”. Si se le acompaña puede encausarse de manera sana, de lo contrario puede terminar en eventualidades pocos felices. 

Amplía más tu visión del bullying

El bullying es la proyección de mi propia inseguridad hacia otro que veo más vulnerable que yo. A mi terapia viene un adolescente, víctima de bullying y luego asiste el que comete el bullying, porque en ambos hay algo que no funciona. En la víctima fortalecemos su capacidad defensiva, su autoestima, mecanismos para afrontar; y en el victimario, identificar cuál es la necesidad de andar hiriendo a otro. ¿En qué momento de tu crecimiento encuentras placer en hacer daño? Él piensa: “yo me siento frágil, los demás se van a dar cuenta de mi debilidad; por lo tanto yo tengo que atacar antes, no vaya a ser que se enteren. Antes de ser atacado, ataco”. Ambos están sujetos a la misma inseguridad afectiva producto del crecimiento. Otro rol corresponde a los que estamos alrededor: o avalando el bullying o diciendo que no hagan eso. El testigo dice “por suerte no me atacaron a mí” o “voy a atacar a este tercero para que no les vaya a dar por enfocarse en mí”, o me hago como si no pasara nada y es una manera de defenderme. El bullying se enfrenta con la máxima de oro: “no hacer al otro lo que no te gustaría que te hicieran a ti”, conviene pasar de espectador a protagonista y evitar situación de maltrato, el día de mañana me lo pueden hacer a mí.

¿Cómo podrían hacer los padres para no llevar los problemas de la calle (trabajo a la casa) y de esta manera no llenar de inseguridad a los chicos?

La función de los padres es vital, en todas las familias pasa. Somos parte del problema y de la solución, nuestro trabajo no sólo es la clínica. Podemos hacer 100 talleres semanales, pero si llegan a casa y se encuentran con un clima hostil, se cayó todo el avance, por más que haya influencia positiva de otros referentes que quieren comunicarte un gran mensaje, la influencia mayor es la de papá y mamá. Conviene ceñirse a herramientas sólidas. Uno no sale indemne de esas situaciones y, con el tiempo, sale algún síntoma a relucir ¡y bienvenido el síntoma también! porque me permite crecer y sacármelo de encima. Los padres estamos desorientados, es el momento de reforzar la escuela para padres, son los primeros en conectar a los chicos con las pantallas, demasiado temprano, comprarles el celular demasiado temprano o el alcohol, con todos los riesgos que supone. Entrenarnos un poco más y ser conscientes del rol indelegable y maravilloso que tenemos de ser la influencia número para tus hijos.

Si hay violencia y discusión, entonces depende de la habilidad del adolescente para salir y encontrar referencias valiosas. Ojalá la encontrara en entrenadores, adultos sabios, profesores para desarrollar la fe. Hay una conferencia que dicto: “Padres sólidos en una sociedad líquida”, metáfora de lo líquido como “antivalores” y lo sólido “valores”. 

He llegado a la conclusión que no se toma en serio las campañas de elevar el autoestima del adolescente (pocos colegios le invierten a esto). Hay un mensaje subliminal como de “prepárate que la vida real va a ser así de destructiva, en el trabajo te van a moler, vuélvete un guerrero”. El Estado tiene que apoyar porque, sino, quedaría como un hipócrita: alejarlos de los antivalores.

Aunque suene ingenuo no puedo validar que alguien que esté a cargo de un grupo de personas (director de escuela o presidente) no esté a favor de estas ideas, de promover el bien común y la salud emocional. Como ellos no pueden estar en contra de esto, debemos aprovechar la oportunidad que nos dan. Si para los que detentan el poder, hacer un programa de promoción de valores les va a otorgar un beneficio secundario (ejemplo, más votos para elecciones), allá ellos, yo voy a intentar generar la huella por los carriles que pueda encontrar. Si el Estado no pone manos en el asunto, nosotros no podemos quedarnos de brazos cruzados. Están nuestros hijos en juego, no puedo esperar a que otros se pongan manos a la obra.

¿Cuáles son las 3 cosas que decepcionan al adolescente de sus padres?

Primero, la incomprensión. Segundo: la carencia afectiva, no le decimos lo maravilloso que son para nosotros, no somos cariñosos y al contrario, somos más fríos distantes. Resulta más fácil darle pantallas que los distraigan, más que sostener una charla o invitarlos a salir juntos a compartir. También nosotros nos disfrazamos detrás de distractores tecnológicos para perdernos la relación con ellos, y ellos lo sienten; se hacen los que no, pero sienten la carencia afectiva y ese es el motor que lleva a síntomas afectivos que hablamos antes. Y el tercero, que los padres hayan claudicado en su intención de dejar una huella: renunciado a sus propios sueños y propios proyectos: “sería imperdonable ver a mis padres declinar en su deseo de dejar huella”, piensa el joven. Por las propias crisis económicas, familiares, personales.

¿Cómo salir del cliché para recuperar la esencia de los chicos?

Es difícil hablar de estos temas sin caer en el “lugar común”, sin parecer aburrido a los chicos. De por sí cuando me invitan a una escuela y los chicos no me conocen, se predisponen pensando que puede ser aburrido: “viene un señor serio a decirnos cómo tenemos que vivir la vida. ¡otra vez!”. En cambio, el desafío es atraparlos con dos maneras que intento usar:

1. el humor, para que se distiendan y vean que el que les habla es el ser humano, no una especie de oráculo (fundamental para romper el hielo)

2. vivimos en una cultura de show constante y eso tienen mis charlas.

Después de atrapados, busco conmoverlos. Si logramos tocar una fibra íntima, siendo empático tenemos más chances.

Algunos clips de la entrevista:

 

Perfil:

Arturo Clariá es Psicólogo clínico y educacional. Orador, especialista en adolescencia y familia. Master Unesco en Cultura de Paz, Ética y Valores Universales. Lleva 15 años dictando charlas, conferencias y talleres a nivel nacional e internacional. Ha recorrido más de 200 localidades en Argentina y dictado más de 1500 conferencias. Ha disertado en Uruguay, Brasil, Colombia, España e Italia. En el 2018 las conferencias de Arturo fueron declaradas de interés municipal en la localidad de Lincoln, provincia de Buenos Aires y de interés educativo en las provincias de Chacho y Corrientes, Argentina. Es convocado por gobiernos, escuelas, universidades, instituciones educativas, ONGs y empresas, en ámbitos públicos y privados. Publica artículos en diarios, revistas y sitios de internet y es consultado por diversos medios de comunicación.

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