Este 6 de abril de 2017, la potencia norteamericana atacó con decenas de misiles Tomahawk bases aéreas en el centro de Siria. Exactamente 100 años antes, EE.UU. entró en la Primera Guerra Mundial, lo que le dio al conflicto bélico, escala global.
Lexander Loaiza Figueroa @Lexloaiza
“Yo no soy Obama”, habría dicho el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, sobre las motivaciones que tuvo para ordenar el ataque con misiles Tamahawk (de alta precisión y alto poder destructivo) a bases aéreas militares en Siria, de donde se supone salieron los aviones que días antes, realizaron un ataque con armas químicas en la región de Jan Shiejun (Idlib), al norte de este país.
Según Washington, el gobierno de Bashar Al Asad había cruzado una “línea roja” sobre el uso de armas químicas contra una población civil. El ataque, perpetrado el martes por fuerzas leales al presidente sirio, acabó con la vida de al menos 84 civiles, entre ellos “decenas de niños inocentes”, según se justificó el propio Trump, al respaldar la acción.
El ataque se ejecutó el día que se cumplían 100 años de la entrada de EE.UU. a la Primera Guerra Mundial, lo que convirtió a aquel conflicto en una guerra de escala global, cuando hasta ese momento solo había involucrado a naciones de Europa.
En aquella oportunidad, la decisión del entonces presidente Woodrow Wilson, quien había logrado de manera ajustada su reelección promoviendo como consigna política que su país no había entrado en el conflicto europeo, se vio presionada por la decisión de los alemanes de reanudar su política de ataques contra objetivos navales que transitaran por las aguas costeras de las islas británicas.
Dos años antes, el hundimiento del RMS Lusitania por parte de un submarino alemán, y que causó la muerte de al menos 1.200 personas incluyendo 130 norteamericanos, había incrementado la presión de la opinión pública local para que la Casa Blanca, tomara acciones contra los alemanes.
Antes de entrar en conflicto, la neutralidad norteamericana había pasado primero por el rompimiento de relaciones con Alemania y luego con la llamada “neutralidad armada”. Tras comprobarse las intenciones de Berlín de involucrar a México en la guerra, ofreciéndole apoyo económico y asistencia militar para ayudarle a recuperar los territorios de Texas, Nuevo México y Arizona, en poder de los gringos desde el siglo XIX; Wilson cambió de opinión.
«No tenemos nada en contra del pueblo alemán. Nuestros únicos sentimientos hacia ellos son de simpatía y amistad (…) el mundo debe ser un lugar seguro para que exista la democracia», dijo Wilson al solicitar la aprobación del Congreso de su país para entrar en la I Guerra Mundial.
100 años después
Muy parecido a la posición de Wilson en 1917, fue la de Barack Obama en los últimos años sobre un ataque directo a Siria, donde un conflicto ha ocasionado una catástrofe humanitaria que ha cobrado la vida de al menos 300 mil civiles y el desplazamiento forzado de otros cuatro millones.
En 2013, el presidente Barack Obama tuvo el mismo dilema, pero decidió dar marcha atrás a una intervención militar para no entorpecer el trabajo diplomático que se estaba llevando a cabo con Rusia y China, para no convertir el conflicto civil sirio en un problema bélico mundial.
Y es éste el principal temor que tienen expertos en política internacional a nivel mundial. Las reacciones de los líderes de varios países parecen confirmarlo. La primera reacción obviamente fue la del presidente Sirio, quien calificó la acción militar como “idiota e irresponsable” y demuestra la visión a corto plazo que tiene la administración Trump en los planos político y militar.
Rusia suspendió un acuerdo de protección aérea que venía ejecutando con Washington desde hace al menos dos años. Moscú calificó la acción como una “agresión a una nación soberana”. Según comentó Dmitry Peskov, vocero del presidente ruso Vladimir Putin, la acción de EE.UU. fue «un intento para distraer al mundo de las bajas civiles que está causando la intervención militar de EE.UU. en Irak», otro de los frentes donde EE.UU. tiene acciones militares.
Siria es considerada clave para los intereses estratégicos de Rusia: es precisamente en ese país donde Moscú tiene su mayor base militar fuera de sus fronteras.
El ataque se produjo sólo días antes de la reunión entre el Secretario de Estado de Estados Unidos, Rex W. Tillerson, y el presidente ruso Vladimir Putin, el primer encuentro cara a cara entre un miembro del gobierno de Trump y el líder ruso. La reunión se pronostica tensa.
La coalición de 60 países que encabeza Estados Unidos contra el terrorismo, y que incluye países como Francia, Alemania, Australia e Italia; ha mostrado su respaldo a la decisión de Trump. El escenario internacional parece revivir la época de la llamada Guerra Fría, que mantuvo a la humanidad en vilo durante la segunda mitad del siglo XX.
Y ante una mayor división en la diplomacia internacional, el mayor ganador parece ser el grupo terrorista Estado Islámico, paradójicamente, el principal objetivo militar de Rusia y Estados Unidos al incursionar en Siria.