Obama ya está finalizando su período y no ha logrado disminuir un ápice la animosidad racial. Los detonadores siempre son los mismos: un policía blanco y un hombre de raza negra.
Lexander Loaiza Figueroa @Lexloaiza
Contrariamente a lo muchos pensaban y a la luz de los hechos, la entrada (y salida) de Barack Obama en la Casa Blanca como el primer presidente negro de Estados Unidos no significó la disminución de la tensión racial en esta atribulada nación. Nada más lejos de eso…los disturbios raciales en estos últimos años se han vuelto noticias tan comunes como los tiroteos con saldos de muertos y heridos en un innegable aumento de los episodios de violencia.
En el primero de los casos, el incremento de las protestas raciales responde fundamentalmente a una escalofriante estadística. Entre los años 2015 y 2016, aproximadamente medio millar de personas de color han caído muertas bajo las balas de la policía.
No se trata de un plan de exterminio racial. En realidad, las cifras de muertos en ‘enfrentamientos’ con uniformados ronda el millar y los negros sólo forman parte de la estadística. Eso sí, más que cualquier otra minoría en ese país. Investigaciones periodísticas de rotativos como The Washington Post y The Guardian así lo confirman.
El primero habla de 990 y el segundo de 1.146. De ellos eran ciudadanos negros 258, según el diario estadounidense, y 306, según el británico. En lo que va de 2016, The Washington Post reporta 706 muertes en total, con 173 víctimas afroamericanas. Los datos de The Guardian recogen 790 asesinatos, con 194 negros. Así pues, desde inicios de 2015 se han registrado entre 431 y 500 muertes de negros a manos de la Policía estadounidense.
Con una generación que ha nacido, crecido, prosperado y hasta llegado a la presidencia en la era post lucha por los derechos civiles de la década del 60, todos daban por descontado que la animosidad había perdido terreno. Sin embargo, desde 2014, la constante parece recordarnos que el problema sigue allí, pese a Obama.
El asesinato del joven Michael Brown ese año generó protestas entre agosto y diciembre de ese año en al menos 170 ciudades del país. Otro casos de ciudadanos negros muertos a manos de la policía, han protestas raciales en Misuri, Arizona, Nueva York, Texas, Illinois, Ohio, Louisiana, entre otros estados.
Esta semana el afroamericano, Keith Lamont Scott, es abatido por policías en el aparcamiento de un edificio de apartamentos de Charlotte, ya que según ellos iba armado y «suponía una amenaza de muerte inminente». Los agentes habían acudido al inmueble para ejecutar una orden de detención contra otro hombre, al que no encontraron. Familiares de Scott niegan que estuviese armado y aseguran que lo que sí llevaba era un libro que estaba leyendo mientras esperaba que un hijo suyo regresase de la escuela para recogerlo.
La situación en la ciudad ha sido de violencia debido a las protestas raciales que se han generado en la ciudad. Hasta ahora van 44 detenidos y al menos un manifestante herido por la policía y cuyo estado es crítico, lo que amenaza con recrudecer las protestas.
A raíz de estos enfrentamientos el gobernador de Carolina del Norte declaró en la noche del miércoles el estado de emergencia tras registrarse la segunda jornada de enfrentamientos en Charlotte.
«He declarado el estado de emergencia e iniciado esfuerzos para desplegar la Guardia Nacional y la Patrulla de Caminos para asistir a la policía local en Charlotte», escribió el gobernador Pat McCrory en Twitter.