En su obra ‘La Novia’ el autor narra algo más que la historia de amor imposible de Manuel Deluque. Describe una ciudad a través de sus paisajes y personajes, sus creencias y temores.
Lexander Loaiza Figueroa @Lexloaiza
Juan Carlos Herrera es un joven escritor de origen guajiro (Riohacha 1979), quien según su blog comenzó a escribir desde los 15 años “en la vieja máquina de escribir de su padre”. A pesar de su corta edad, en su haber figuran títulos como ‘La bella mujer del narco’ y ‘Lo que hizo un colombiano por una visa’.
En su blog se autodenomina ‘El escritor del muelle’, como un personaje de la historia universal que se pasa las tardes contemplando el Mar Caribe para buscar inspiración en sus obras. En realidad el autor, salió de la capital de La Guajira y se mudó temprano a Ciénaga (Magdalena) donde comenzó a escribir.
Poco después Barranquilla sería la ciudad que lo nutriría culturalmente, según reza la presentación del libro ‘La Novia’ editado por Editorial Galaxia. En el texto se lee “Barranquilla sería la ciudad que lo nutriría de cultura, de buen ambiente, de una visión literaria mundial”.
Y es esta ciudad la que le sirvió de escenario para la novela estilo reportaje narrativo de ‘La Novia’, donde conjuga la ficción con hechos reales, situaciones ilógicas con entornos verdaderos, en lo que algunos aventurados se atreverían a comparar con el realismo mágico de Gabriel García Márquez, cuya influencia parece estar muy presente en la obra.
Pero los lectores de ‘La Novia’ pueden encontrar mucho más que la historia de amor imposible del joven profesional Manuel Deluque con una hermosísima barranquillera.
A lo largo de sus 228 páginas, Juan Carlos Herrera utiliza escenarios reales de la ciudad de Barranquilla y sus alrededores para describir los escenarios que narran la historia de los protagonistas, su entorno familiar, los momentos clave de sus vidas y los antecedentes de la propia capital del Atlántico.
En ‘La Novia’, Juan Carlos Herrera describe una primera escena en el barrio Boston, como uno de los más tradicionales de Barranquilla. Pero no solo menciona el lugar, sino que narra sus costumbres (como la de escuchar música a todo volumen hasta altas horas de la noche).
A lo largo de la narración, el autor menciona escenarios donde ocurren vivencias importantes de los protagonistas, pero además se permite la narración de acontecimientos históricos reales vinculados con estos lugares. Esto permite no solo conocer la iconografía, el presente y el pasado de Barranquilla, sino que le otorga mayor realismo a la novela.

De Puerto Colombia narran su pujante pasado que luego dio paso a una lenta muerte como atracadero de barcos mercantes.
Para los que no han nacido en Barranquilla, la descripción de los lugares, caminos, costumbres y tradiciones luce tan real, que al mencionarlos la gente inmediatamente se traslada a ellos (como el estadio de fútbol, la vía hacia el aeropuerto, o la que conduce a Puerto Colombia) y hace que uno se pregunte si todo lo narrado ocurrió en la vida real.
La caseta La Tremenda, ubicada en la carrera 43 con calle 50, descrita como “uno de los grandes templos durante estas fiestas”, refiriéndose al Carnaval; la música de Rafael Orozco, Jerry Rivera, Héctor Lavoe y Rubén Blades ubican al lector directamente a principios de los años 80; aunque son dos tiempos en los que se desarrolla la narración, porque el enamoramiento de Manuel Deluque ocurre en la época actual.
Esa circunstancia es la que define el hilo narrativo de la historia, y dibujar a Barraquilla y los barranquilleros permite darle un cariz real que cuando se adelanta en la lectura, se pierde la noción de lo imaginario, de lo literario y pareciera uno estar ante un reportaje periodístico, quizá un poco extenso para los parámetros actuales.
Pero sin duda, ‘La Novia’ es una de las mejores expresiones de la nueva literatura colombiana, la de la posguerra, la de una generación más despreocupada aunque todavía con heridas abiertas. Es la expresión de la Costa y el talento de sus nuevas generaciones.