El atleta cordobés corre la competencia más importante de su vida: derrotar a la soledad.
Por: Francisco Figueroa Turcios
Julio Hernández Jaraba es uno de los mejores atletas que ha tenido la Costa Atlántica. Ganó la Corrida internacional Lebrón Leme, Río de Janeiro. Primero en la Media maratón internacional La Prensa, Honduras. Tercero en la media maratón internacional San Blas de illesca, Puerto Rico. Segundo en la media maratón de San Cristóbal (Venezuela). Undécimo en la corrida internacional San Silvestre (Brasil). Mejor actuación en 6 participaciones. Tercero en la Maratón de los Ángeles. (E.U.) . Puesto 39° Maratón juegos olímpicos Atlanta 96. Puesto 49° campeonato mundial cross country (Bélgica) . Puesto 48° campeonato mundial media maratón (Oslo-Noruega) y cuarto en la media maratón de Guatemala.
A nivel nacional: Ganó la carrera Radio Guadalajara (Buga). Cuatro veces primero en carrera de Girardot. Seis ocasiones primero en carrera barrio Chiquinquirá de Barranquilla. Primero en la carrera San José de Pare (Boyacá).
Julio Hernández nació el 20 agosto de 1957 en Sahagún, Córdoba. Escogió el atletismo más por necesidad que por convicción: En 1973 debutó como atleta para no perder educación física en el Colegio Andrés Rodríguez en Sahagún.
Cuando Julio cumplió 10 años, sus padres José Isabel Hernández Díaz y Ana Josefa Jaraba se separaron. Fue un golpe letal para este joven cordobés. Su padre se hizo cargo de de él y sus dos hermanos: Roque, Ubandi y Julio. José Isabel no tenía la fuerza económica para sostener a sus tres hijos, por lo que decidió viajar a Montería para regalarlos. A Julio su papá se lo regaló a Telma Martínez, una barranquillera que vivía en la Capital de Códoba. Para ella fue una bendición: no había podido tener hijos.
El 19 de Julio de 1979 falleció José Isabel, por lo que Ana Josefa un año después comienza la expedición de rescatar a sus hijos, Julio recuerda esa faceta porque no guarda recuerdos agradables. «Mi mamá nos rescató, pero ella no tenía la solvencia económica, por lo que pasamos muchas dificultades. Apenas terminé el bachillerato, tomé la decisión de salir de Sahagún y sin conocer a nadie viaje a Barranquilla a buscar mejores horizontes», recuerda Julio Hernández.
Barranquilla, tierra prometida
Julio Hernández Jaraba encontró en Barranquilla la tierra prometida. En la Capital del Atlántico se convirtió en uno de los mejores atleta del país y en un profesional en economía.
Los logros fueron producto del esfuerzo y sacrificio. «Arribé a Barranquilla a los 19 años de edad. Yo llegué todo corroncho, no sabía la ruta de buses. Me daba miedo montarme en los buses. Vivía en la finca ‘El retiro’ en las afueras de Barranquilla, en la carretera que comunica con Baranoa. Mi primer trabajo fue de mensajero en el taller Bucaramanga. Como no sabía tomar el bus y me daba pánico subirlo, para cumplir con mis labores me iba a hacer la mensajería corriendo», reconoce Julio Hernández.
El recorrer diariamente las calles de Barranquilla para distribuir la mensajería, sin proponérselo le servía de preparación física. Gracias a la práctica del atletismo consiguió una beca para estudiar economía en la Universidad Simón Bolívar y trabajar en casa Clavería y más tarde en El Cid, ambas empresas de la familia Díaz Peris.
«Eugenio Díaz me apoyó para que El Cid fuera mi patrocinador y de paso tuviera la facilidad de horario para poder practicar en el atletismo. En Casa Calveria comencé como ayudante de bodega. Cuando culminé mis estudios profesionales en economía pasé a El Cid como asistente de gerencia», reseña Julio Hernández.
Lucha contra la soledad
Julio Hernández tiene cuatro hijos, producto de tres hogares: Julio Cesar Hernández Díaz, hijo con Ruby Esther Díaz; Jolieth del Rosario Hernández González, con Iglandine González Pardo (atleta); Juan Diego Hernández Quintero y Santiago Hernández Quintero, hijos con Martha Lucia Quintero.
Mientras Julio Hernández maneja su camioneta para terminar la jornada laboral, se escucha en la radio la canción ‘Señora tristeza’, interpretada por Diomedes Díaz.
«He decidido hacerle un canto a mi tristeza
porque tristeza fue quien se quedó conmigo
desde ese día que tu te fuiste y no regresas
sólo tristeza es la que me ha correspondido».
«Julio Cesar trabaja en Riohacha en negocio independiente, Jolieth estudia trabajo social en la Universidad Minuto de Dios, Juan terminó bachillerato en el Nicolás Esquerra y está haciendo gestión para ingresar a la Fuerza Armada, y Santiago va para cuarto de bachillerato en Iberoamericano de Bosa», resalta Julio Hernández.
Lleva 36 años viviendo en Bogotá. Tiene una camioneta panel de reparto inscrita en Quick Help. Él mismo maneja y distribuye mercancía a los clientes.
Luego de compartir con tres mujeres, Julio vive en un apartamento, acompañado de la soledad. ¿Cómo hace para sortear la soledad? «La soledad la sorteo trabajando, leyendo un libro, jugando ajedrez y viendo televisión. Así lo ha querido Dios que las cosas ocurran. Soy un hombre feliz. Tengo mi casa que tengo arrendada y con eso me permite darle los estudios a mis hijos. La vida es de sacrificio», reconoce Julio Hernández.
Actualmente, Julio está leyendo el libro ‘El vencedor está solo’, del escritor y novelista brasilero Paulo Coelho.
«La soledad, cuando es aceptada, se convierte en un regalo que nos lleva a encontrar nuestro propósito en la vida» es la frase que tiene subrayada por Julio Hernández en el citado libro.
La soledad parece que fuera la amiga fiel de Julio Hernández, porque desde que que tuvo diez años de edad ha convivido con ella. Hoy los hijos son la razón de vivir para Julio Hernández.
Mis felicitaciones amigo periodista Francisco Figueroa,tus notas,s on muy humanas.
Fuerte abrazo prof Jairo Holguin