James Rodríguez, mediocampista estrella de la Selección Colombia, adquirió de su padre la genética del fútbol. Pero el destino los separó desde cuando James Jr. tenía 7 años.
Escrito Por: Francisco Figueroa Turcios Editor de Deportes
Ilustración: Turcios
Ese viejo refrán que dice que “de tal palo tal astilla”, cae como anillo al dedo en el caso de James Rodriguez Bedoya (padre) y James Rodríguez Rubio (hijo).
Los une solamente el fútbol, porque circunstancias del destino los separaron. Pilar Rubio, madre de James, fue su brújula por cuanto James padre se marchó del hogar cuando su hijo tenía solo siete años.
¿Qué pasó? Ninguno de los protagonistas quiere remover esas aguas turbias. Lo cierto es que sus padres se separaron. De todas maneras una fuerza superior quiso que sus parecidos no sean solo en lo físico (parecen dos gotas de agua), sino en lo futbolístico.
Lo extraño es que James hijo nunca vio jugar de cerca a su padre, ni mucho menos recibió de él la mínima enseñanza, instrucción o consejo.
James padre hizo parte de aquella mítica Selección Colombia que deslumbró al mundo inicialmente en el Torneo Suramericano Juvenil – en Asunción, Paraguay- , y más tarde en el Mundial de la ex Unión Soviética en el año 1985, donde estuvieron bajo la dirección técnica de Luis Alfonso Marroquín, encabezados por José René Higuita, John Edison Castaño, Álvaro Núñez, José Romeiro Hurtado, John Jairo Tréllez, entre otros.
Álvaro Núñez, quien tuvo la oportunidad de jugar con James padre en el seleccionado nacional y ahora tiene el privilegio de ver actuar a su hijo, asegura que «tienen las mismas características para jugar, la única diferencia es que el padre es diestro y su hijo es zurdo». La máquina genética se dio el lujo de hacer este desliz en los guayos.
¿Quién mejor para referenciar las características de James Rodríguez Bedoya que el técnico antioqueño Luis Alfonso Marroquín, que lo tuvo en la Selección Antioquia y después en la Selección Colombia?
«Excelente dominio de balón, que adquirió jugando microfútbol en el barrio La Cabaña en el municipio de Bello. Su sello personal fue el cobro de los libres. Tuvo el honor de ser el primer colombiano en anotarle un gol al portero paraguayo José Luis Chilavert desde una distancia de 35 metros. Excelente visión periférica. Un líder dentro y fuera del terreno de juego».
James Rodríguez, hijo, ha realizado el recorrido futbolístco más rápido que su padre: su primera Selección Colombia fue la que jugó el Suramericano Sub 17 en el año 2007 , mostrando su calidad y el mismo ADN que su progenitor. Dominio de balón, eximio cobrador de tiros libres y un líder.
Su aporte fue fundamental. Marcó tres goles, para que Colombia ganara el subtitulo en ese Suramericano y obtuviera el tiquete al Mundial de la categoría.
Al constituirse un alumno sobresaliente en el Suramericano y luego en el Mundial Sub 17, el técnico Eduardo Lara no dudó en convocarlo a la Selección Colombia que jugó el Mundial Sub 20 que se realizó en territorio colombiano, y gracias a su buena figuración Oporto de Portugal se hizo a sus servicios.
En territorio portugués, al lado de Falcao Garcia y Freddy Guarín, ratificó sus condiciones y con apenas 20 años de edad fue convocado a la Selección Colombia categoría mayores y constituirse en un referente en las eliminatorias al Mundial de Fútbol Brasil 2014.
James en su carrera profesional ha militado en los clubes: Envigado (Colombia), Banfield (Argentina), Porto (Portugal), y actualemnete en el As Monaco (Francia). Mientras que su padre jugó en el Tolima, Cúcuta, Cali y Envigado. Lo hizo al revés, terminó en Envigado.
James padre nació en Pijao, Quindio, mientras que James hijo lo hizo en Cúcuta. Los dos con lujos de detalles brillaron con luz propia y le han brindado muchas alegrías al pueblo colombiano a través del fútbol.
Ambos nacieron para jugar fútbol. Los colombianos esperan este viernes que James Rodríguez ratifique que es el actual conductor creativo de la Selección Nacional y vuelva a marcar en el Metropolitano, así como lo hizo ante Ecuador, para refrendar el tiquete al Mundial de Brasil 2014. Los genes no mienten. Son ciencia pura. No es hipótesis.