En el árbol genealógico de los editores generales de El Heraldo aparece el hombre que vaticinó que el joven barranquillero Iván Bernal Marín sería el futuro del periodismo de la región Caribe: Ernesto McCausland Sojo.
Por Jorge Sarmiento Figueroa – Editor General
El 11 de noviembre de 2012, Gustavo Gómez, uno de los periodistas más reconocidos del país por su indoblegable espíritu e irreverencia, acudió a la autoridad de Ernesto McCausland Sojo para que este le dijera quiénes eran según calibre los «dos jóvenes con futuro, dos promesas del periodismo Caribe que usted crea se van a cumplir».
Iván Bernal. Tomada de La República
«Iván Bernal y Andrea Jiménez», respondió Ernesto McCausland, quien cumplía sus últimos días como Editor general de El Heraldo y como ser humano. A los once días de dicha publicación de la entrevista con Gustavo Gómez, Ernesto falleció.
Uno de esos jóvenes, apenas 214 días después de aquel vaticinio de su maestro en el periodismo, acaba de regresar a Barranquilla, a cumplir el llamado.
Iván Bernal nació en 1984. Todavía no cumple las treinta ruedas por el mundo, pero ya le da vueltas como al trompo con que jugaba hace poco en los patios del colegio Enrique Niessen del barrio Paraíso de Barranquilla. Ya se ha ganado varios premios de periodismo, como el de Semana-Petrobras al Periodismo Regional en 2010, ha sido galardonado en 2011 por la Society of News Designs con el premio a la excelencia por el trabajo «El Viacrucis de los Barranquilleros», y ha tenido el honor de ser Becario de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano. «Le van a tener que montar una estatua entre la paredilla del Enrique Niessen y la tienda de la esquina, donde todavía debe algunos panes», dice sobre él con sana admiración su amigo y colega Rainiero Patiño, otro de los trotamundos costeños que dan cátedra de sudor y letras en el frío del interior.
Estudió periodismo en la universidad Autónoma del Caribe y luego no corrió a especializarse en una de sus ramas, sino que se fue al árbol mayor del conocimiento humano: la filosofía. Su especialización es en Filosofía contemporánea, de la Universidad del Norte.
Iván Bernal. Tomada de La República.
El periplo periodístico de Iván Bernal coincidió en sus inicios con el nacimiento del diario Al Día, durante el auge en Barranquilla del periodismo popular. Al Día era hijo «bastardo» de El Heraldo, por su foco en la sangre y el sexo, pero se ha crecido más que su propio padre y hoy es el más leído entre los medios populares del país con presencia en casi todas las ciudades de la región Caribe. En dicha casa editorial Iván Bernal empezó bajo la batuta de José Castaño, quien por esos tiempos daba rienda suelta a su sesgo periodístico capaz de pintar de negro a la caperucita roja con tal de publicar noticias judiciales. El estilo de Al Día no ha cambiado mucho, siguen pintando de negro las mañanas, pero ahora se asoman también unas luces de talento que el ‘Bobby’ Roberto Llanos ha podido conjurar con su nuevo estilo, con un aire más ameno y venturoso para el lector Caribe.
Luego Bernal pasó a manos de Sergio Ocampo, ya en El Heraldo, donde los saltimbanquis de la Junta directiva tenían a todos con los pelos de punta. Ocampo no duró mucho, ni Fiorillo que también pasó por allí. La escuela poderosa del joven filósofo del periodismo vendría más tarde, con el semillero que floreció con la llegada de Ernesto McCausland.
Ernesto McCausland
Este hombre grande de la crónica, fiel a lo que él mismo vivió cuando daba sus primeros pasos en El Heraldo, puso un jardín infantil a funcionar en su sala de redacción, conservando a algunos «sabios de la tribu» como orientadores (entre ellos a Rafael Sarmiento Coley, quien fundó y dirige nuestro portal web Lachachara.co). Ernesto valoró la calidad de Iván Bernal, Andrea Jiménez, Jhon Better, Raisa Jiménez, Rainiero Patiño, entre otros, y les heredó lo suyo.
Tiempo después, cuando cursaba una Maestría en Periodismo de la Universidad del Rosario y revista Semana, a Iván Bernal lo descubrió el director del diario La República, Fernando Quijano, quien era profesor suyo. Se lo llevó a su redacción y lo primero que hizo Bernal fue cambiar el nombre de sección de Finanzas a NegOcio -cultura, ocio y tendencias-, donde marcó su estilo «poniendo rostros a los billetes» en cada uno de sus trabajos periodísticos.
Marco Schwartz. Foto por Jorge Sarmiento F.
Hace pocos días, con el almizcle de la tristeza y la gratitud, el diario La República trinó en su cuenta oficial de Twitter una despedida a Iván Bernal.
Ya es «vox populi», no es una «chiva» como le hubiera gustado tenerla a Ernesto McCausland. Es una realidad y no una promesa: Iván Bernal, apenas a punto de subir al tercer piso de vida, es el presente del periodismo costeño y ha sido llamado para conformar la plana mayor de la redacción de El Heraldo como Editor general, bajo la dirección de Marco Schwartz, quien además de ser un talentoso y experimentado periodista (no es su profesión, pero es su oficio) ha sabido darle presencia y peso al principal diario de la región Caribe, enfocando la agenda de sus periodistas a informar pero también a orientar y a asumir posturas, a que analicen y no solo escriban.
Marco Schwartz heredó de su mejor amigo, Ernesto McCausland, el «palito» para calibrar a los buenos, «a las aves de alto vuelo», como diría Ernesto con su ‘talento costeño’. Por eso llamó a Iván Bernal. Solo falta que lo firme.
