No es cualquier cosa que el soberbio Álvaro Uribe haya aceptado reunirse ya en dos ocasiones con el no menos petulante Germán Vargas Lleras. Roy Barrera asegura que reforma política está lista.
Por Rafael Sarmiento Coley
rafaelsarmientocoley@gmail.com
Siempre se ha dicho que del odio nace el amor. Para algunos ha resultado felizmente cierto. Para otros, todo un drama sentimental.
Cuántos insultos de grueso calibre no se lanzaron desde antes, durante y en plena campaña de recta final para primera vuelta el expresidente y senador Álvaro Uribe Vélez y el exsenador, exvicepresidente y exaspirante presidencial por Cambio Radical, Germán Vargas Lleras.
No hubo trapito sucio que no se sacaran al sol en un espectáculo penoso para dos hombres públicos de reconocida influencia en la sociedad colombiana. Lo de ellos fue una ‘suciedad’. Muy mal ejemplo para la sociedad.
No bien terminada la primera vuelta con sus sorprendentes resultados de un Petro relegado a pesar de una altísima votación de un candidato de izquierda, Álvarito Uribe Vélez y el cascarrabias de los coscorrones Vargas Lleras (en una pésima imitación de la personalidad agria de su abuelo materno y expresidente de la República Carlos Lleras Restrepo), se reunieron a manteles a acordar la repartija del Gobierno de Duque, como si el nuevo Presidente fuera un ‘títere’, con el sofisma de que esos acercamientos eran para lograr puntos de encuentro para las inmortales reformas tributaria, política y judicial que Uribe quiere imponer como presidente en cuerpo ajeno.
Sociedad civil amenazada
Las alianzas políticas estratégicas que ya tienen todo cocinado pueden hacer lo que les venga en gana. Para ello se ha registrado una extraña y absurda matanza de líderes sociales con fuerza para organizar a las clases populares para protestar por reformas que harán que los pobres cada día sean más pobres y los ricos, en cambio, engorden sus panzas con la sangre de los miserables que tienen que vender su sangre para comer.
No hay un solo detenido por el asesinado de un defensor de los Derechos Humanos en las distintas regiones del país. Las investigaciones están en el último rincón de los mamotréticos archivos de Fiscalía y Juzgados.
En esas condiciones la sociedad civil está indefensa ante lo que quiere imponer la clase política unida para gobernar y algo más, en beneficio de una oligarquía cada vez más rancia. No hay, por desgracia, dentro de las reformas anunciadas, una lucha clara, contundente, contra la corrupción.
El mejor ejemplo es el Minhacienda Alberto Carrasquilla, bien atornillado a la silla a pesar de todas las denuncias en su contra, diáfanas como el agua que baja de las altas montañas.
La reforma política

Las redes sociales no han dejado tranquilo a Carrasquilla un solo día desde cuando se posesionó, tanto así, que ya se le ve un asomo de vergüenza. Y a lo mejor renuncia.
Por lo pronto lo primero que se abre paso es la reforma política. Claro, es lo que más interesa a los políticos.
“Trae temas interesantes, concluyentes, y de mucho beneficio para el elector, como son las listas cerradas, no preponderantes, para aplicar desde marzo de 2019 para la elección de gobernadores, diputados, alcaldes y concejales”, dice el Congresista del Partido de la U, Roy Barreras.
Habla del voto de paridad de genero real para la mujer. Se comienza con las terceras partes de las listas tendrán que ser femeninas, después será mitad y mitad.
La financiación será casi total por parte del Estado para que no se repita lo de ‘Casa Blanca’ ni haya más Teja, Ladrido y Cemento (TLC), para lo cual se crea una entidad electoral autónoma que no tendría que pasar por el diabólico Congreso que todo lo manipula a su favor y legisla a su medida. Se crea el Tribual Electoral elegido por el Consejo de Estado.
Para mala suerte de los Roberto Gerlein, se reducen los períodos de senadores y representantes a la Cámara a solo 3. Doce años en el Capitolio. No como sucede desde los tiempos del General Mascachocha que congresistas de 90 años iban al “Sagrado Recinto del Pulmón de la Democracia” a responder el llamado a lista y a roncar y botar gases estomacales durante el resto de las sesiones.
En busca de ahorro electoral se unificarán las elecciones de Congreso con la Primera Vuelta Presidencial.
¿Se acaba la podredumbre?
Eufórico y envalentonado el congresista valluno Roy Barrera afirma que con esta reforma se acaba con la podredumbre del pantano de la compra y venta de votos, que es el origen de la corrupción.
Contradictores políticos del polémico político valluno aseguran que está haciendo la micción fuera del tiesto. Que se ha ido por las ramas como astuto malabarista de la politiquería.
La corrupción está en la mermelada que repartirán Duque y Uribe para que aprueben unas reformas que garanticen el poder político uribista más allá de lo imposible.
La corrupción está en la falta de control, efectivo y real, de las multinacionales de este país y de todos, que mandan legiones de abogados, tinterillos y hasta mercenarios a hacer aprobar leyes favorables a ellas.
La corrupción, apreciado y cándido congresista Barrera, está en mantenerles las infames gabelas a la banca colombiana para que le chupen hasta la última gota de sangre a los colombianos de clase baja, media, y media-media. Colombia es el único país del mundo en donde la sufrida familia de la clase media termina pagando quince veces una casa comprada con el dinero que le presta una firma estatal. Un robo absurdo. Un atraco de lo más reprochable. ¿Por qué Barrera y compañía no revisan ese absurdo?
Ya es hora de que le quiten tantas enormes ventajas al sector financiero-bancario. Que la banca sirve para fomentar el emprendimiento, no para arruinar al pobre emprender que apenas comienza.
Luis Carlos Sarmiento Angulo y el Grupo Colpatria en cada trimestre dicen con el mayor desparpajo que se ganaron $25 billones. ¿Se los ganaron? O se los esquilmaron a los indefensos cuentahabientes, tarjetahabientes y a todos los usuarios del sistema bancario que, hasta para retirar la platica de la pensión tienen que pagar el 4 X 1.000 ¿Y ahora qué rumbo oscuro toma esa multimillonaria mina? ¿Por qué, respetable y honorable señor Presidente Duque, no le puya el ojo a la corrupción y con esa plata bien puede eliminar el desgraciado cuatro por mil, que sumado al IVA, a todos los impuestos que hay que pagar a la Dian con sus perros dálmatas persiguiendo al pobre contribuyente, los pontazgos, los peajes, los gravámenes locales y departamentales, el impuesto por el alumbrado público que no se sabe quién se lo roba, el impuesto por derrame de valorización y demás arandelas que envilecen sin misericordia la economía de las clases bajas?
Y eso no es todo
Como estamos en un país en donde hay que hablar sin eufemismos, de políticos que no piensan más que en su bienestar y muchas cuentas en los paraísos fiscales, sería bueno que, en un acto de contrición, le devolvieran lo que le han robado a las clases trabajadoras. Robo descarado. A plena luz del día como cualquier Pablo Escobar.
Una reforma laboral sacada de las mangas de Uribe y Carrasquilla, con la asesoría del sanedrín de José Obdulio Gaviria, eliminó las horas extras, el recargo nocturno, el pago triple de dominicales y festivos, el doble pago de pensiones. Y como para terminar de pisotear los derechos laborales de los colombianos, determinaron eliminar las dos mesadas extras de los pensionados, que en su mayoría son ancianas y ancianos que viven como ‘El Coronel no tiene quien le escriba’, esperando su pensión para pagar el vale de la tienda.
Y, para el colmo de sus desgracias, a los trabajadores les aumentaron al 100% el aporte de cada pensionado a su seguridad social, en particular al gasto de salud, cuando, por el contrario, a congresistas y altos funcionarios del Estado como Minhacienda Carrasquilla, los sueldos se le quintuplican, tiene médico, clínica y medicina gratuita para ellos y hasta para sus parientes de la quinta generación.
Así jamás habrá equidad en un país. Así jamás se acabará el justo descontento social. Así la clase dirigente de Colombia seguirá sentada en una bomba de tiempo y están tan absortos en sus logros, que no sienten el calor que les quema el fundillo.
¡Porque como están felices gozando de las mieles del poder, ajá, les importa un carajo el sufrimiento de los de abajo!