Por Jorge Guebely
Muy caro pagamos la expulsión del paraíso terrenal. El error de abandonar la Naturaleza para caer en la cultura, en el artificio, en el imperio de la mentira. Sólo la mentira se ha vuelto realidad.
Mentiras que abundan en redes sociales y desnaturalizan al ciudadano. Clásico ya el desbarajuste ocasionado por Orson Welles al dramatizar una ficción en la radio: “La guerra de los mundos”. Neoyorkinos que huían desesperados para protegerse de la invasión extraterrestre. Igual la noche bogotana del 21 de septiembre de 2019. El uribismo difundió por redes la invasión de vándalos venezolanos a los condominios de la capital. Terror para neutralizar el inesperado cacerolazo contra Duque. Terror de la mentira, terror en la red.
Mentiras en el mercado capitalista para fomentar la utilidad sin importar el detrimento del ser humano. El producto Postobón, “Jugos Hit”, no contiene el 100% de frutas. Tampoco Revertrex borra de un plumazo quince años de envejecimiento. Nadie tendrá alas consumiendo Red Bull. El tamaño de las hamburguesas publicitadas de Burger King no es coherente con la realidad. No resulta fácil quemar las calorías de una Coca-Cola. Tampoco los productos Kelloggs frenan la obesidad infantil. Sólo publicidad, actos de prestidigitación comercial, de ilusión capitalista.
Peor las mentiras del mercado contra la Naturaleza. El glifosato sí contamina las aguas, contribuye con la deforestación y afecta la fauna. Ninguna minería es amable con el medio ambiente: destruye la corteza terrestre, contamina las aguas, afecta flora y fauna de su entorno. Tampoco las aletas de tiburón levantan los penes caídos de japoneses y chinos. Los aerosoles sí destruyen las capas de ozono. Mentiras de multinacionales en contra de la vida en el planeta.
Mentiras infames de la política. Miente el presidente Duque: los niños en el conflicto no son máquinas de guerra, son víctimas múltiples de un Estado inhumano e inservible. Miente la senadora Sandra Ramírez: ninguna comodidad tenían los secuestrados de las FARC, fueron vejados en su dignidad humana. Miente la senadora María Fernanda Cabal: contrario a su afirmación, siempre habrá que esperar sus mentiras porque esa es su fortaleza.
Incluso, el ser humano, urgido por el dinero, se ha convertido en mentira, en mercancía de carne y hueso, a veces exitosa; otras, frustrada. “En el capitalismo, ganar dinero es lo único que importa”, afirmaba Jean-Pierre Jeunet, cineasta francés.
Hasta el amor humano se tiñe de mentiras. Lo evidencia la canción del viejo Víctor Yturbide: “Y que mas da, la vida es una mentira / miénteme más/ que me hace tu maldad feliz”.