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Espejismo

“El embrujo del lenguaje político nada cambiará con el nuevo Congreso. Melcochudo verbo que no borra las desventuras de un pueblo”.

Por Jorge Guebely

Nada pasará después de las elecciones para Congreso. Fue sólo un sueño, una dosis de narcótico, una fantasía en vivo. Una certeza de que la democracia liberal cambia de políticos, pero no de políticas.

Elecciones que renuevan sin renovar. Alucinación que nos hace ver democracia popular donde sólo existen dictaduras de las élites. Un descarado ‘abuso de las estadísticas’, como lo veía el ciego Borges.

Los fantásticos programas políticos sólo se codean con la fantasía. Son atractivos novelones cortos para ser leídos y creídos por los estúpidos. –así lo pensaba un presidente francés-. Trampas de buenas intenciones para atrapar optimistas desubicados. Peligrosos caballos de Troya de ocultos y voraces enemigos.

El embrujo del lenguaje político nada cambiará con el nuevo congreso. Melcochudo verbo que no borra las desventuras de un pueblo. Ni con sus mentiras construidas con las tragedias populares. Ni con sus cantos de sirenas que envenenan incluso las esperanzas. Ni con sus intrincados subterfugios de culebreros públicos. En la democracia liberal, un político exitoso es un Cantinflas enfermo con ínfulas de estadista, un fracaso humano.

Todo fue repetición de un antiguo espejismo. El congreso será tan viejo como hace 100 años. Más conservador que hace 100 años. Tan indolente como hace 100 años. Tan elitista como siempre. Tan impopular como nunca. Parodiando a Hawking (q.e.p.d), roguemos que exista un Estado inteligente en la Tierra, porque el nuestro es un caos.

Superado los estragos de las esperanzas, el mismo viejo país seguirá su mismo viejo rumbo. Portaremos la bandera del segundo más desigual del mundo. El Dane, sobre desempleo, certificará la mejor trampa de las estadísticas estatales. La pobreza deambulará en los mercados y, la indigencia, en las calles. La clase media continuará su vertical descenso. La salud pública será el primer paso al cementerio. La inseguridad multiplicará su voracidad de atracos, asaltos y asesinatos. La distancia entre el salario mínimo y el de los congresistas medirá el enorme cinismo de nuestra dirigencia. La política será tan próspera como las más prósperas bandas de criminales.

Colombia amarga, Colombia expoliada, nada nuevo con el nuevo congreso, excepto su vieja política. Por tanta esperanza, nos obnubilamos con el artificio de una nueva Colombia a raíz del nuevo Congreso. Y creemos que hay un nuevo Congreso porque hubo unas nuevas elecciones. Y concluimos que hubo unas nuevas elecciones porque somos una de las democracias más antigua de América Latina. Y no advertimos que todo fue sólo un sueño alevoso, un narcótico político, una fantasía en vivo. Un espejismo.

jguebelyo@gmail.com

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