Crónica sobre Eliécer Oquendo: un campeón del deporte y de la vida.
Por Juan José Jiménez
Eliécer Oquendo jamás imaginó que aquella tarde de 1975, cuando lo arrolló un bus municipal, se convertiría en el primer eslabón para alcanzar el éxito.
Por las polvorientas calles del barrio El Concorde de Malambo, Eliecer Oquendo salía casi todos los domingos de la mano de su padre hacia el municipio de Puerto Colombia, donde queda ubicado el Club Lagos del Caujaral. Héber Oquendo, padre de ocho hijos, no desaprovechaba la oportunidad de que sus hijos practicaran tenis a temprana edad en el Club, mientras él hacía el mantenimiento de las canchas. Era la única chance de que pudieran jugar al tenis, pues en ese entonces era un deporte muy elitista, pocos tenían el privilegio de jugarlo.
Hoy a Eliécer le cuesta reconstruir el accidente, tan solo tenía cinco años cuando ocurrió. Son pocos los recuerdos que tiene sobre el incidente, pero los relatos de su padre le han permitido narrar su propia historia a lo largo de los años. Después de contar lo ocurrido, esboza una sonrisa y asegura que jamás pensó que aquel accidente le permitiría llegar tan lejos en el deporte paralímpico.
El que se cruza con Eliécer Oquendo no se imagina que ese señor de tez morena, nariz ancha, contextura gruesa y baja estatura es el tenista en silla de ruedas número uno de Colombia y que acumula tres participaciones consecutivas en Juegos Paralímpicos.
Cuando alguien visita la casa de Eliécer, este le enseña con orgullo sus fotografías y recortes de periódico donde aparece disputando algunos de sus tantos partidos en diferentes escenarios a alrededor del mundo.
Luego del accidente que marcó su niñez, Eliecer logró recuperarse y siguió jugando el tenis convencional. Sin embargo, ante las dificultades en la movilidad de sus piernas, apareció en su camino la posibilidad de empezar a practicar tenis en silla de ruedas, algo muy extraño para alguien que se había acostumbrado a correr de esquina a esquina sobre el polvo de ladrillo.
Cuando muy poco se conocía sobre esta modalidad para jugar tenis en Colombia, apareció en su camino Fabio Padilla, un ingeniero aficionado a este deporte que sufrió una caída en un ascensor mientras trabaja en una obra. A Padilla se le ocurrió la idea de empezar a jugar en una silla de ruedas. Algo impensable en Colombia, pero que en otros países ya se estaba realizando.
Fabio, en su afán por llevar lejos esta modalidad, trajo un entrenador holandés, uno de los mejores del mundo. Entonces le propuso a Eliécer que intentara practicar en silla de ruedas y se hiciera los exámenes con un médico deportólogo para verificar si estaba apto para jugar.
“Empecé a coger la silla para mamar gallo, tenía mucho temor porque yo estaba acostumbrado a jugar el tenis convencional”, reflexiona Oquendo.
El primer desafío para Eliécer fue en Armenia, un entrenador conocido le propuso irse a jugar un torneo que tenía como premio un millón de pesos. “Comenzamos a pedir patrocinio y no había. Cogimos unas sillas de la Liga de tenis que eran viejísimas, pesaban más que el carajo”, recuerda Oquendo soltando una carcajada.
Cuando estaba a punto de partir rumbo al torneo en Armenia, Eliécer dudó debido a su falta de experiencia en aquella disciplina y le comentó al entrenador: “Sabes qué, mejor vete tú”. El entrenador molesto le contestó “¡No joda, entonces baja esa silla y ya!”.
Eliécer asegura que antes de tomar la definición definitiva, algo le dijo que no perdiera aquella oportunidad de debutar en ese torneo: “Dios como que me habló y me dijo que fuera, que ahí estaba mi futuro”.
Días más tarde, inició su primer juego en el torneo, donde se dio cuenta que no tenía la mejor movilidad en la silla de ruedas, pues no estaba acostumbrado a estar en ella. Eliécer solo utilizaba la silla para jugar, ya que podía caminar, con algo de dificultad, pero lo podía hacer sin desplazarse en la silla. Sin embargo, se percató que sus rivales estaban faltos de técnica, algo en lo que él les llevaba ventaja, ya que antes había practicado el tenis convencional y había desarrollado un saque letal. “Ellos se movían bien, pero no tenían técnica. Yo tenía un saque enorme, de una preguntaron de dónde me habían sacado”, explica mientras levanta sus manos, las mueve de un lado a otro, enseñando cómo son sus movimientos con la raqueta.
De esta manera, Eliécer se fue empapando cada vez más en esta disciplina. No pasó mucho tiempo cuando ya empezó a recorrer varios países de Sudamérica y años más tarde se iría posicionando como uno de los referentes del tenis en silla de ruedas de Colombia. Llegó a ocupar el puesto 22 del mundo. Entre otros tantos logros, destaca haberle ganado al tercero mejor del mundo. Asimismo, ha conseguido varios títulos en el plano internacional, como la Copa Cuenca Tenis Club, Quito Open. Además de una clasificación al BNP Paribas World Team Cup (equivalente a una Copa Davis) y tres participaciones consecutivas en los Juegos Paralímpicos.
Eliecer Oquendo Barrios sigue jugando al tenis a sus 47 años, no quiere dejar de hacerlo, su sueño es que hayan muchos más deportistas en esta disciplina en Colombia. Cuando se retire, seguramente seguirá forjando campeones como él, campeones del deporte y de la vida. Esos que ruedan en sus sillas para alcanzar la gloria.