Álvaro de Marichalar asegura que además de África, América, Asia, Europa, Oceanía y la Antártida, hay islas de desperdicios del tamaño de un continente.
Por Rafael Sarmiento Coley
Cada año los gerentes de las multinacionales petroleras, gasíferas y de las industrias derivadas de la explotación desmedida de esas materias primas primarias, entregan, orgullosos, los resultados de sus balances positivos con enormes ganancias y con un pírrico renglón que han dedicado a resarcir el daño irreversible que han causado al medio ambiente aquí y en todo el mundo. En todas partes es por igual.

Muchos fueron a darle la bienvenida a Álvaro de Marichalar en la Marina Puerto Velero, pero al final se aburrieron.
Aquí las subsidiarias de Chevron, Ecopetrol, Promigas, dejan caer de la mesa migajas a través de unas intrincadas redes de fundaciones sociales muy hábiles en el manejo madiático y en volver viral cualquier pequeña acción insignificante ante el grave daño causado a la naturaleza y ante la explotación a los seres vivientes a través de las altísimas tarifas por la venta de unos productos que son recursos naturales no renovables que pertenecen a toda una Nación, a un Estado, que somos todos. Pero a los gerentes eso les importa un bledo. Siempre reciben a la prensa con una sonrisa fingida de gente afable libre de pecados.
Eso es lo que anda denunciando por todo el mundo este navegante intrépido que ya comienzan a mediatizar como el loco de la familia de origen, además, de alto abolengo de la realeza española.
Él asume esas críticas con respeto pero no les da mayor importancia, porque sabe que su labor algún día dará sus frutos. ¡Y qué buenos frutos!
Pero ¿quién es este aveturero osado?
Sus salidas escandalosas

Casi a la media noche todavía lo esperó una numerosa comitiva encabezada por sus amigos Javier Julvez, el dueño de Puerto Velero, Gustavo Jimeno, Alejandro Urrego, Vicky Cárdenas Gerlein, el autor de esta crónica, Nidia Medina y Norma Ovalle Llinás.
Es un personaje nacido en Pamplona, España, en 1961. Es el tercer hijo del conde de Ripalda, Amalio De Marichalar y María de la Concepción Sáenz de Tejada y Fernández de Bobadilla. Ambos fallecidos.
Uno de los hermanos estuvo casado con una de las infantas, hija del Rey Felipe de Borbón, quien abdicó en su hijo. La otra infanta, Elena, se casó y divorció en medio de líos judiciales serios. El propio Álvaro, en momentos en que le coqueteaba a la política, divulgó una carta pública en la cual pedía a la infanta que renunciara a la monarquía.
Así de radical es este insólito trotamundos por mares cuando se mete de lleno a la política. Dice que tiene 354 años. Es decir, le agrega 300 a los que realmente tiene. Cuenta con 12 güiness récords ganados, 7 matrimonios y asegura que el último fue amor a primera vista, un flechazo de la mar, con la ucraniana Ekaterina, de 20 años, estudiante de medicina. Se casaron en el 2009 en ceremonia sencilla en el cementerio donde reposan los restos de Numancia.

Es todo lo que queda de Numancia, un territorio que perteneció a la dinastía de Marichalar. Allí fue la ceremonia íntima de su matrimonio con la ucraniana.
A propósito de Numancia, era una población celtíbera que vivía en lo alto de un cerro ubicado en una propiedad de la familia Marichalar, concretamente de Luis de Marichalar, Vizconde de Eza, abuelo de Álvaro. Después de mil batallas, la población desapareció, pero la tierra y los vestigios de lo que fue Numancia están ahí y sirven para guardar restos de seres amados de la familia Marichalar, y hasta para ceremonias muy íntimas como fue su matrimonio con la bella ucraniana Ekaterina.

A Álvaro nunca le había pasado. El amor con la ucraniana Ekaterina fue amor a primera vista. Un flechazo. Hace cinco años viven en Rusia.El Séptimo Continente. Y lo del San José es una farsa
Álvaro desciende del primer Gobernador de Panamá en 1671, Francisco Miguel de Marichalar. Por donde pasaba todo lo que iba y venía de España. Por eso él no cree en el cuento del San José. “Si venía del Perú, lo que traía eran barras de plata. Allá no había minas de oro ni esmeraldas. Y en caso de que fuera cierto que la riqueza del San José fuera tal, en ese momento estas colonias eran tan españolas como Madrid, por lo tanto les corresponde una buena parte”.

Este otro basurero en alta mar ocupa kilómetros y kilómetros. Es una isla de cables, de baterías de radios y de controles remotos que duran por lo menos dos mil siglos para biodegradarse.
Agrega que sería lo único que recuperaría España para su pecunia «porque todo el oro, la plata y las joyas preciosas que llevó España de América fue a nutrir la defensa de la guerra que la Iglesia Católica libraba contra otras facciones de todas las pelambres. Son posiciones políticas. Para la Casa Real Española aquellas guerras religiosas eran un barril sin fondo, pero la monarquía consideraba que estaba en serio peligro el catolicismo y había que defenderlo, entonces sí, a capa y espada”.
Honores a pioneros
No es de gratuito que Álvaro se arriesga en esa moto acuática pequeña por estos tiempos acá por estos mares insondables en donde más de una caravana llena de españoles fue a parar al fondo del mar para ser alimento de las fieras marinas.
Si bien él viene en esta solitaria expedición con el patrocinio de cocinas Schmidt, su principal fundamental misión es denunciar cómo el hombre está acabando con el principal nutriente de la vida, la mar, como él la llama.
Sostiene que el mar es el 72% del planeta Tierra. Por lo tanto no debería llamarse planeta Tierra sino planeta La Mar.
Y reta al hombre a conocer un poco más al mar. Que tiene montañas más altas y grandes que las que hay en la superficie de la tierra, acantilados, profundidades insondables, fieras desconocidas, especies que no salen a la superficie.
La Mar te dice: Dios existe
Dice que cuando se siente en el centro de la mar y dimensiona toda su grandeza, siente que Dios existe. La Mar es obra de Dios. Como lo explica él en las doce conferencias que tiene por delante en Madrid, Nueva York, París, Hong Kong, Tokio y otras ciudades interesadas en conocer un poco más de lo que él ha divulgado en National Geographic, BBC, libros, documentales.
El Séptimo Continente
Trabaja en solitario, alejado de Greenpeace y otras organizaciones afines mundiales. Porque no le quiere meter política a su tarea. Lo que desea es llamar la atención del mundo sobre lo que hay en todo el centro del Pacífico Norte: toda una gigantesca isla del tamaño del continente Australiano, por lo tanto es el séptimo continente existente.
Al respecto no hay precisión sobre si son cinco o seis los continentes existentes. Los ortodoxos o tradicionalistas aseguran que son cinco: África, América, Asia, Europa y Oceanía o continente Australiano. Para geógrafos más modernos los continentes actuales son seis: África, América, Asia, Europa, Oceanía (Australia) y la Antártida. Ahora Álvaro de Marichalar le suma el séptimo continente: conformado por la basura plástica y demás derivados del petróleo y el gas natural.
Lo brutal es que este continente es una isla formada por una inmensa montaña de basuras, en un 80 por ciento recipientes de plásticos botados como basura al mar. “Y la Mar, con mucha sabiduría, nos está diciendo, aquí tienen, yo les he recogido este montoncito de basura, vengan por él y quémenlo o pónganlo bajo tierra”, dice Álvaro.
Porque esa basura acumulada como pequeñas islas en varios puntos de los mares del mundo, es lo que poco a poco se degrada en partículas alteradas que son consumidas por los peces que, de esa manera, se contaminan, y luego consumimos los humanos, que así, cada día sufriremos de enfermedades terminales irreversibles. Por eso es que yo lucho”.
Estudió economía en Estados Unidos y en España. Conoce todas las religiones del mundo. Es católico convencido, pero no por eso deja de asistir a una misa de la iglesia ortodoxa rusa, donde “los curas van vestidos de sacerdotes, leen la Biblia original, no la modificada en la cumbre de Trento, la misa dura tres horas, todo el mundo de pie”.
Navega tres meses y el resto lo dedica a las conferencias, a realizar documentales, programas para la televisión del mundo, y cuando termina se va a su refugio en Rusia con Ekaterina, la hermosa ucraniana de 20 años que lo flechó como nunca antes había ocurrido en sus siete matrimonio anteriores.
Un homenaje sincero
A sus 54 años de vida y 30 de intrépido aventurero por la Mar, no quiere irse de este mundo sin dejar muy en claro a la humanidad el daño inmenso que le están haciendo al planeta Tierra. Ya hay ciudades en donde lo que se respira es veneno.
También quiere dejar un homenaje “a tres valientes españoles que aportaron mucho a la integración del Mundo como se conoce hoy. El primero, Juan Ponce de León, quien navegando desde Puerto Rico encontró las bellas playas de San Agustín, en la Florida. En ese suceso histórico, ocurrido en 1513, nació lo que hoy es la poderosa nación de los Estados Unidos de Norteamérica. Y de allí pasar a Panamá a rendir homenaje póstumo, al igual que a Ponce de León, a Vasco Núñez de Balboa, por haber descubierto y navegado por primera vez el mar Pacífico. Y finalmente, el homenaje que le rendimos a don Blas De Leso, por todo lo que significó para la fortaleza de esta parte de la Nueva Granada”.
Álvaro de Marichalar es como la oveja negra de la familia. El díscolo. Uno de sus hermanos se casó y se divorció con una de las hijas del Rey Felipe de Borbón. El otro hermano es un dechado de virtudes, ecuánime, discreto.
Su sueño era ser aviador
Tiene Álvaro la virtud de ser honesto en sus posiciones filosóficas, religiosas, sociales o políticas, por lo que nunca sus salidas de tono lo han distanciado de la Casa Real de España. Ni siquiera cuando en una carta pública pidió a la Infanta Elena, la hija de sus amigos los reyes de España, que renunciara a su condición de infanta para que no siguiera devengando del presupuesto de la Nación que pagan todos los españoles. Todo ello porque él insiste en que la Infanta mintió por el asunto de la enfermedad en un oído.
Él mismo tuvo que retirarse de su enorme sueño, que era volar, no navegar, porque en un ensayo se le soltó un disparo y le deterioró uno de los dedos de la mano derecha. No podía ser aviador. Pero sí navegante intrépido, cuestionador, acusador.
Dice que el Estrecho de Gibraltar, siendo español pero por más de 300 años en manos de Inglaterra de manera ilegal, lo han convertido en otro basurero.
Y por último, llama la atención a los países europeos honestos y serios para conservar las construcciones que España hizo en América, que son obras “construidas para siempre. Y ahí están, por los siglos de los siglos, intactas. Porque los españoles hicieron templos, guarniciones, murallas, fuertes, centros administrativos y educativos, de excelsa calidad, como las que se hacían en España. No como lo ingleses que en todas sus colonias en Latinoamérica y el Caribe hicieron ciudades con casitas de tablitas, iglesias de madera rústica, puentes con maderos sin pulir y amarrados con lianas (bejucos), porque ellos detestaban estas tierras, querían saquear y marcharse”.