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Dinastía Barriga

Por: Sara Hernández Gómez – Talento Onda Juvenil

La autoexigencia es una característica propia de muchos artistas, dedicarse a una carrera como  la música lleva a retarse a uno mismo y crear carácter. En William Barriga, esto aplica un poco de manera más natural.

Antes de empezar a hablar con él para este perfil me dijo: “no vengas a preguntar vainas raras, pero igual todo lo que preguntes, te lo voy a responder”. Willy, como muchos de sus amigos y colegas le apodan, nació en el municipio de Malambo, Atlántico y es músico y maestro, director de banda y arreglista con 26 años. Sus inicios en la música no estaban tan planeados, “tengo una trayectoria para la edad que tengo, pero igual todo eso es fruto de la necedad… Yo no iba a ser músico, yo iba a ser era cura”. En su familia, como él lo expresó, “todos tienen un defecto de fábrica” y es que todos son músicos. 

La decisión 

“A estas alturas, yo estuviera en proceso de diácono, ya casi para ordenarme como sacerdote, sabrá Dios dónde carajo me hubieran nombrado como párroco”. Se enamoró de la música no por su familia, sino por un concierto que antiguamente organizaba la Fundación Huellas, hoy conocida como Fundación Ascesco, en Malambo, al que asistió. “Yo vi dirigir al director, que fue mi maestro, Juan Carlos Natera, y fue donde tomé la decisión de entrar a la banda; me dije: «yo quiero tocar»”.

Antes de ingresar a la banda de Huellas estuvo en la fundación Batutas, también en Malambo, diagonal a la Iglesia La Candelaria, donde su tía Lorena Barriga era profesora y se lo llevaba en las tardes para que estuviera en las clases. “En ese momento Willy iba más por distraerse, porque él seguía diciendo que quería ser cura” Aseguró su tía Lorena. 

Entró a la banda de Huellas con saxofón, pero él quería  entrar con clarinete “Me ardió en el alma pero ya que hijue…” contó William  de manera jocosa. A sus 13 años, dos años después de que ingresó, viajó con la banda a Paipa por una presentación. “De ese viaje tengo recuerdos turbios”, para tener comunicación se fue con un teléfono prestado y se lo robaron “Es la hora y no lo he pagado… En casa la economía siempre ha sido la situación promedio de una familia de pueblo, ni de muchas finanzas, ni de pocas finanzas, siempre va más para abajo, que para arriba” explicó William.

Contrapuntos

Cuando cursaba 11 grado desistió de la banda por responsabilidades del colegio. Aunque ya no estaba en la banda, escribía música, y según cuenta, todo el mundo lo  trataba como loco “Me ponía a inventar plantilla de banda, escribía partituras en el imaginario porque para poder escribir música y hacer la transcripción, me tocaba pagar 1 hora de internet a 1000 pesos, cuando el café internet existía”. Para él, eso no era tan rentable, ya que debía llegar, instalar el programa (que con suerte el computador tuviera espacio), hacer la transcripción lo más  rápido posible y al final borrar el programa.

Luego de que se graduó, ingresó a la Universidad del Atlántico en la Facultad de Bellas Artes, entró por el cabildo Mokaná. El día de la presentación era la despedida de 11 del colegio, a la que no fue. Sacó unos de los exámenes generales más altos y pasó directo para hacer el examen específico de música. “Nos hicieron la prueba audioperceptiva y todo el mundo estaba «lelo», fui el primero que terminó el examen, yo recuerdo que había un mancito al lado mío que era calvo y de tanto rascarse la cabeza, le quedó la cabeza más brillante… Todo el mundo nada más me quedaba mirando raro cuando terminé el examen, me miraban como si fuera un famoso”. resaltó Willy con un tono histriónico. 

Los años dentro de la Facultad de Bellas Artes aprendió mucho, aunque había cosas que a veces no entendía. Por desgracia, tuvo que hacer un pare en la carrera (se reservó el semestre en el que iba) debido a que se enfermó de tuberculosis y no siguió. “Estuve seriamente comprometido, de hecho, en peligro de muerte. Pero bueno, gracias a los avances de la medicina sigo acá nuevamente «dando lata»”.

El profe

Después de ese sesgo en su proyecto de vida comenzó a ser docente, sus primeros pasos fueron en el mismo lugar donde se enamoró de la música, empezó a trabajar en el proceso de banda sinfónica de Huellas como monitor auxiliar de la banda. En ese momento aún no era director, “Yo de colado me reunía con profesores de la universidad dentro de sus horarios y asistía a sus clases de dirección, me infiltraba allá, como un estudiante más” confesó William. 

Más tarde se vinculó al proceso de la Gobernación de Orquesta de Vientos del Atlántico operado en Baranoa donde duró 1 año como director en palestra pública. “Había varios directores del departamento, y el peladito, el preescolar era yo; ya todos ellos eran gallos viejos, de la rosca, porque realmente de rosca”. En este punto fue cuando empezó a dirigir y profundizó también en la escritura de arreglos.

En su faceta de profe William reconoce que lo suyo no son tanto los niños, “Me llevo más en darle clase a jóvenes y adultos antes que a niños, más que todo por mi temperamento porque me describo como una persona de temperamento muy fuerte, muy directa y no me gusta modular mucho las cosas”. Esto se explica un poco debido a que William creció bajo una disciplina militar, “una disciplina de mucha represión” como él mismo lo nombra. 

“William es una persona que está chapado a la antigua, se nota que su crianza está marcada por personas mayores y rígidas, él a veces es muy metódico para la edad que tiene” opinó una vieja amiga del profe que prefirió reservar su nombre. Contó que una vez William la invitó a la iglesia del pueblo porque iba a dirigir un concierto y ella no pudo ir, cuando habló con él para disculparse y explicar por qué no fue, él simplemente le dijo muy molesto que era imperdonable y que por esa razón él ya no invitaba a gente a sus eventos y conciertos, porque siempre salían con algo. “Creo que no fue nada comprensivo, después de eso no me ha vuelto a hablar, él es jodido, y muy rencoroso”. 

“Yo conocí a Willy en el 2016 cuando fuimos a Paipa, nos tocó compartir habitación, ahí tuve la oportunidad de tratar con él”. contó Jhonny, integrante de la banda sinfónica de Huellas. “Él siempre ha sido bastante bueno en lo que hace, sobre todo componiendo”, menciona mientras recuerda una anécdota “Hubo un tiempo que éramos bastante amigos, a Willy le gustaba una muchacha en el Pumarejo, y como yo estudiaba allá, él me pedía el favor para que lo dejaran entrar, y se quedaba en el patio del colegio componiendo”. Jhonny asegura que como profesor William es buenísimo “Él le sacó lo bueno al profesor Natera, Willy considera al profe Juanca como una figura paterna, él mismo lo dijo una vez”.

Desde el 2018 hasta hoy William trabaja en Tubará como director de banda sinfónica en el proceso de Escuela de Formación Artística, esa historia empezó por hacerle un favor a un profesor de ir a dar una clase en su reemplazo “Pensé que iba a ser una vez, ¿una vez? a la semana otra vez me llamó, hasta que allá se dieron cuenta y me fui quedando”, relató Wiliam.

 El proceso allá no fue tan lineal, contó que había mucho por construir y tuvo diferencias con la administración, lo que le costó el trabajo. Estuvo de febrero a septiembre de ese año desempleado, durante ese tiempo se dedicó al servicio en la iglesia municipal de Malambo y después volvió a la Escuela en Tubará “Varios de los que eran mis estudiantes me escribieron contándome que el proceso estaba descuidado y me acerqué por iniciativa propia a Tubará, las asperezas se limaron y volví, pasó el tiempo y durante la pandemia todo fue virtual, grababa las clases con una cerveza a lado”, Willy cuenta que ese año fue sabroso pero que la música se aprende es presencial. 

“En el 2021 se tomaron riegos por guayabo amoroso y tusa” William confesó que tuvo una relación de noviazgo con una muchacha de la escuela que fue su alumna “Ella tenía 18, cuando la cosa reventó ella se salió del proceso en la escuela y nosotros seguimos”, él dice que estaban bien y todo normal, pero que de un momento a otro ella se puso rara. “Yo me di cuenta y le metí sopa por seco, le dije «Ya me enteré, tú estás haciendo esto y esto, entre más me lo niegues sale cierto» después me enteré que fue verdad, había un tercero en la relación” contó William todavía con rencor.

“Esa vaina a mí me dió duro, yo ya hasta había hablado de matrimonio con ella, cosa que recuerdo hoy y me inquieta porque estaba pensando en organizarme sin una estabilidad”. concluye Willy. 

Talón de aquiles 

William Barriga, como él firma, con el apellido de su mamá, Monica Barriga, que es según sus palabras, lo más significativo dentro de su carrera junto con su abuela porque son quienes lo han ayudado a no rendirse. “En una conversación con mi mamá hace poco yo le dije: «Yo siento que aveces la gente no cree en mí y  que me saludan y me felicitan ya por cortesía y no porque de verdad sientan que es bueno lo que hago», a lo que ella me respondió: «las primeras que van a creer en ti siempre son este par de viejas que te cuidan» … Me llegó enseguida”. dijo Willy mientras se daba un golpe de pecho. 

Aún con su carácter fuerte William es un personaje bastante conocido en el municipio de Malambo, sentarse con él en el bordillo de una tienda del municipio a tomar cerveza es que lo salude una de cada dos personas que pasan, lo conocen por su voluntariado en la iglesia, por su talento y su familia, otro de los músicos de la dinastía Barriga.

Sobre el autor

Colectivo de comunicaciones con catorce (14) años de experiencia y 1730 jóvenes impactados. Somos un puente para la participación juvenil y funcionamos como una incubadora de talentos que promueve la colaboración, creatividad, co-creación, inclusión y compromiso social. Usamos la comunicación como una herramienta transversal para conectar a los jóvenes con oportunidades de educación y empleo y empoderarlos como agentes de cambio en sus comunidades. Nuestra misión es transformar ideas en acciones que generen impacto social, construyendo una red de jóvenes líderes comprometidos con un futuro más inclusivo y sostenible.
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